Recorriendo Mentes

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I

Nuestro querido narrador omnisciente, omnipresente, que todo lo ve, todo lo oye y todo lo sabe, quiere tomarse unas pequeñas vacaciones. A decir verdad es algo injusto ya que nos ha dejado en una enorme intriga. Pero no nos quiere hacer esperar, así que nos ofrece una inigualable oferta que no podemos rechazar.

A partir de este momento, la narración va a tomar otra metódica: tendremos la libertad de poder leer las mentes de nuestros personajes principales, ¡Un privilegio realmente grato e inconcebible! Tal vez nos sobresaltemos, quizá gritemos, inclusive podamos horrorizarnos al descubrir oscuros secretos y misterios... Pero hasta aquí todo ha sido un completo Enigma; es momento de agregar más personajes a la trama:

Durante un momento me pareció realmente una locura, algo imposible de concebir, una transparencia sin engranaje; sentía que las entrañas se me retorcían de la ira y dicha energía traspasaba mis tuétanos... ¿Verdad que a veces digo estupideces? Tal vez piensen que soy una especie de artista abstracto, ustedes verán lo que quieran ver en mi cuadro, solo les advierto que es mi creación y nadie tiene derecho a plagiar mi obra.

Antes de empezar a leer las mentes quiero que sepan que el doctor Anthony no ha podido descansar desde hace varios días, ni siquiera con un alpram ha podido cerrar los ojos: está impreso en un estado de hiperactividad realmente descabellado... Y a decir verdad hasta está sonriendo, Me atrevo a decir que con una sinceridad que nunca antes le había visto; aunque cuando nadie lo ve, se deja caer en su oficina con las piernas rígidas para contemplar la televisión con mirada distraída y rostro inexpresivo.

Por otro lado Santiago José hasta hace poco ha terminado con su novia, y todo por su temperamento tan vehemente... Esta situación se parece mucho a una que vivió su padre hace un año atrás.

Sí, es hora de presentar a la doctora Samantha Nahomi Strasser.

Samantha era una doctora realmente fenomenal, tenía paciencia y pedagogía para enseñar, pero sobre todas las cosas amaba su profesión. ¿Se podía pedir más a la vida? Su lema era: cuando el trabajo es un placer la vida es una alegría... Y tenía toda la razón, pero como toda persona pacífica igual tiene un límite. La mayoría de las personas ignorantes la juzgaban sin conocerla, y debido a esto se ganaba enemigos sin haber provocado una guerra estrambótica.

Hace poco había decidido ser doctora docente del primer año, grupo en el cual estaba un estudiante el cual será la figura central de nuestra inminente visita al hospital general.

Su nombre era Eduardo Antonio.

Era un chico con muchos otros, había entrado a estudiar medicina por razones algo desconocidas, en sí solo quería estudiar comunicación social o arquitectura, pero por razones del destino terminó estudiando medicina; algo realmente extraño ya que es mucha coincidencia con respeto a Santiago José.

Con toda la sinceridad del mundo les digo que eran muy parecidos, con la única diferencia de que la arrogancia estaba exiliada del corazón de Eduardo; pero dejando este detalle de lado eran físicamente idénticos, extremadamente inteligentes, tocaban piano, sabían dibujar muy bien, e inclusive se sabían la novela Los miserables de Víctor Hugo de memoria.

Eduardo Antonio era una persona muy romántica, y demasiado inocente para tener 17 años; era demasiado sumiso y la mayoría pensaba que nunca podría liderar un grupo porque una persona afeminada nunca tendría autoridad... Esto lo sumió en una tristeza profunda, ya que nadie creía en él ni lo veía capaz de realizar grandes hazañas.

Aunque no lo crean él también escribe, aquí les dejo uno de sus pequeños hijos de papel, fruto de sus horas de lectura:

Aún recuerdo cuando podía correr antes de que terminara postrado en una cama por causa de una fractura de fémur, Cráneo y Antebrazo izquierdo, (es por ello que como no soy zurdo puedo escribir, aunque con algo de dificultad).

Yo era un atleta muy eminente e iba a concursar en las Nacionales, pero luego tuve que abandonar, y no por mi voluntad, sino por este maldito altercado, el cual dejó en boca de muchas personas que había sido un intento de suicidio ¡La Gente y sus chismorreos! ¡Yo no tenía cabeza para tales estupideces! Tenía una gran carrera Universitaria, en mis tiempos libres iba a las clases de Atletismo, de vez en cuando iba a la iglesia donde tocaba el piano, escribía cuando mi mente se llenaba de ideas brillantes, leía cuando estaba fastidiado del calor tan tremendo que hacía, lo que me hacían desear con más anhelo la llegada de las fechas decembrinas, y tenía muchos amigos, bueno, para ser sincero más amigas que amigos, ya que aunque suene muy extraño, eran pocos los chicos que estudiaban Medicina, si contaba 10 muchachos entre todos los años eran multitud, y yo estaba entre esa “enorme” multitud.

¿Pueden ustedes decirme cuantos estudiantes varones hay en esta foto?

¿Pueden ustedes decirme cuantos estudiantes varones hay en esta foto?

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¡¿...?!

Entre mis amistades estaban dos figuritas del cristal del más fino, eran como diría mi querida Amiga Luisana cuando aún vivía “Eres un Sol, ¡Nunca te apagues!”

Siempre cuando despierto recuerdo a mi Luisana, era tan seria pero a la vez tan dulce; cada vez que paso por la esquina donde ella me esperaba para irnos juntos a la Universidad la veo reclamándome por haberla hecho
esperar mucho tiempo con sus mismas palabras de siempre:

—Cónchale Roberto me iba a poner más negra de lo que soy.

Está frase era una hipérbole colosal ya
que ella era blanca como la nieve, y cuando le daba el sol su piel brillaba, y cuando estaba frente el sol más de lo debido se ponía roja como si estuviera
furiosa, pero yo sé que nunca estuvo molesta conmigo, bueno, eso es lo que yo creo…

Cuando me enteré de su fallecimiento un domingo al mediodía, mi mundo se vino abajo, era como si una casa construida de piedras por el más sublime ventarrón se viniera abajo como si estuviera hecha de Cristal; y así me sentía, sentía que ya era parte de esa odiada Generación de Cristal.

No pude ir al Velorio ni al Entierro por mi reposo de 3 meses, ahora es que faltan 2 porque mañana cumpliré un mes; pero ya no quiero hablar de Luisana, porque solo hará que derrame muchas de esas “Lagrimas de Cristal” que no puedo contener día tras día sumido en mi soledad, quiero sonreír un rato y es por ello que quiero recordar a esas dos figuritas de cristal que estaba a punto de describir, lo cual haré después de descansar un poco mi brazo, mientras trato de impregnar mi mente de sentimientos positivistas para exiliar a la melancolía.

II

Hemos empezado a recorrer mentes antes de tiempo... Pero sobre todo hemos quedado con más preguntas que al principio. Ya que no sabemos quiénes son esas figurillas de cristal que según Eduardo son sus mejores amistades. Y tampoco sabemos quién es Luisana de Jesús.

¿Por qué falleció?

¿Quién era ella?

¿Es la causante de varias de las desgracias que vamos a retratar?

Cardiopatías y EscalofríosWhere stories live. Discover now