En Quirófano

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Anthony Edwards.

Yo había delegado mis responsabilidades nuevamente, mientras me encerraba a releer una carta de un paciente que se había suicidado hace poco en el área de Psiquiatría. En los periódicos había salido que se había cortado las venas
como decía en esta copia de la carta que nubló todos los diarios de la región; pero la verdadera causa de muerte fue por negligencia, ¡Por mi negligencia! Nadie quería atenderlo, nadie podía ni siquiera verlo a la cara, era tan solo un joven desorientado que suplicaba un poco de ayuda y atención, y al sentir que la tenía, se lanzó por la ventana.

...

...Todos me decían: ¡Vuelve a Empezar! Pero yo nunca podré volver a empezar a causa de mi acaudalada timidez, ¿Cuántas oportunidades no perdí a causa de no poder hablar ni expresar lo que sentía? ¿¡No les ha pasado!? ¿O seguramente nunca han saludado en la calle a un completo desconocido pensando que era un amigo? Muchas personas han demostrado que el dinero y la fama no es todo y aun así los más célebres famosos regalan millones en
obras de caridad y algunos teniendo tantos ceros en su cuenta bancaria siguen pensado en suicidarse...

Siempre me consideré un niño poco querido, tanto por familiares como por amigo: algo así como un excéntrico millonario que no
teniendo familiar con que desahogar sus más íntimos pensamientos va a una licorería solo a gastar dinero para que digan:" ¡Oh, ese hombre o mujer es tremendamente exitoso!" y exclama a todo pulmón: "¡Oigan mis amigos: Yo pago todo!" y el gentío de la barra lo aplauden con frenesí.

Todas estas figuradas decepciones, me fueron aproximando a una lejanía sin Dios ni el Diablo, no le servía a ninguno de los dos... era como un vago o como las ovejas sin pastor que se citan en la Biblia. Hay muchas cosas que me hubiera gustado contarle a mis padre, pero nunca lo hice. Mi padre nunca estaba en casa sino en su trabajo y mi madre era otra vana opción que nunca intenté a causa... ¡De mi maldita timidez! ¡Oh Santo Dios! Siempre me ha faltado valor para hablar de mis sentimientos, y siempre me consolaba en mis sueños más soñados como
en mi oscuro subconsciente. Un libro que estuve leyendo sobre conversaciones sinceras citaba una frase que había dicho con el más grande dolor un joven que nunca tuvo una buena comunicación con sus padres:

—Quiero Morir Doctor, quiero morir, ¡Ayúdame a intentarlo de nuevo!

¡Qué inútil eres Carlos!
Seguramente ni siquiera has pensado en eso ni te ha rondado la cabeza...
¡Claro que sí! ¡Tenía un cuchillo entre mis manos y sentía que su deleitoso filo traspasaba mis venas...!

...

Y arrugué el periódico entre mis manos, si tan solo le hubiera sedado para inyectarle el medicamento, si tan solo hubiera tenido fuerzas para sujetarlo, si tan solo las enfermeras no hubieran dejado la ventana abierta por el infernal calor que hacía ¡Él no se habría asustado ni se habría lanzado por la ventana!

Echaron la culpa al personal de enfermería porque el Doctor Anthony era intachable, tan intachable que ni siquiera se atrevió a confesar su error, su descuido pasó inadvertido y siguió siendo el medico con la mirada más triste y eminente del hospital.

"Voy a renunciar, o por lo menos seguiré en este puesto hasta que sea
reemplazado"

En ese momento Samantha pasaba por la puerta, no había tocado siquiera, de su retorcida boca me dijo una frase algo entrecortada que no esperaba;

—Eduardo está Grave.

Samantha Nahomi.

Eduardo se había dormido en cirugía, y luego de hacerle la incisión el líquido purulento que había generado la peritonitis chispeó y se regó por todo el quirófano; Estaba totalmente infectado por dentro y se corría el riesgo de que varios de sus órganos dejaran de funcionar, no funcionaran completamente o se paralizaran por completo.

Cardiopatías y EscalofríosWhere stories live. Discover now