Las Dos Bárbaras

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No sé si estaré muy sensible por la soledad que experimenté luego de

escribir mis Tragicomedias; esa fue una historia algo oscura con muchos toques de ficción, suspenso y terror... y a decir verdad es una historia que
aunque la escribí yo, no me he atrevido a leer. Sencillamente porque es como revivir un infierno al cual no quiero regresar; así que en modo de
disculpa; busqué todos mis ahorros de las alcancías y arrendé un Tren
antiguo a vapor, como los que unían la Guaira con Caracas en Tiempos
de dictadura.

Lo he pintado de blanco y he forrado las paredes con papel, donde cada
vez que alguien nuevo se anima a subir, nace una historia nueva por conocer; así que aún no sé con exactitud a quien le dedico estas páginas.

Simplemente sé que son cada una de esas personas que han dejado una
huella imborrable de felicidad en mi alma.

¡Bienvenidos!

E.A.P.M.

I

He despertado de pronto lleno del júbilo que me tenía abandonado hace dos días atrás, y creo que mientras mi madre, padre y hermano esperan que la alarma de las 7 suene, cumpliré lo prometido, tratando de ser breve porque el papel se me está acabando, cuando despierten pediré el favor de que vayan a comprarme una resma, creo que esas 500 hojas me duraran todo lo que me falta de reposo para entretenerme.

Ellas son idénticas, metafóricamente claro, una es casi abogada, la otra está
empezando una carrera; una tiene 17 casi 18, la otra tiene 25 casi 32; las dos
se ríen de manera tan hilarante que hace desear poder tener ese timbre de risa que envidia toda la Universidad; las dos tiene sus cabellos
deliciosamente encrespados en unos rulos casi perfectos, pero una lo tiene
teñido de negro y la otra de un rojizo castaño; Una canta para Dios, la otra
canta para no sé quién, hasta creo que ni canta bonito; son casi de la misma
estatura con unos pocos centímetros de diferencia; parecen siameses porque nunca se separan, andan de arriba para abajo y de abajo para arriba; y las dos se llaman igual: Son las Dos Bárbaras.

Desde mi convalecencia son las únicas dos personas que todos los días me
pasan un mensaje de Buenos Días, preguntaban por mi bienestar, como
siempre me gusta usar en todos mis relatos una frase tan adecuada para la
ocasión, éramos un Disparate Ambulante cada vez que nos juntábamos después de clases para ir a comer helados, pasear un rato por la plaza recién remodelada, o ir a ver como ellas veían zapatos, camisas, polvos compactos, lápices labiales o pintura de uñas... Le Daban la vuelta a todo el centro para luego comprar en la primera tienda que habían pisado; y yo lo toleraba con lealtad porque eran ellas: Simplemente Las Bárbaras.

Caso contrario pasaba con mi "Casi Novia" en realidad nunca lo fue, es por ello que ahora me siento como un completo mentiroso, porque todos pensaban que luego de mi desengaño de hace 2 años atrás, por fin había conseguido a alguien que hiciera "Completamente Feliz a Nuestro Roberto" como anunciaban
las Bárbaras a todo volumen, pero todo era una hipócrita máscara que yo usaba con sumisión.

Nunca estuvo enamorada de mí, o tal vez si lo estuvo al comienzo pero era un sentimiento efímero, ahora todos sus mensajes sonaban como regaños y
órdenes de que cuidara mi salud, se comportaba más como una madre
preocupada o un sargento de primera que como lo que era: Mi "Casi Novia",
seguramente en ese momento yo estaba exagerando por mis sentimientos tan bipolares con respecto a mi bienestar, pero era lo que sentía mi corazón ¿Qué más puedo hacer? Sentía que las Bárbaras llenaban ese vacío que mi "Casi
Novia" dejaba por sus constantes reprensiones; y a decir verdad solo quería un abrazo y que me consintieran; ya no quería seguir ninguna dieta estricta, ni quería volver con el fisioterapeuta, solo quería regresar a mi vida normal y
corriente de todos los días: ¡Ser una persona normal que va a la Universidad, tiene pasatiempos, amistades, sale a reuniones y vuelve a su casa a preparase para los parciales!

Cardiopatías y EscalofríosWhere stories live. Discover now