Enigmas y Dilemas

92 72 3
                                    

Anthony Edwards.

¡Escalofríos!

Tic-Tac Tic-Tac...

El Reloj de Péndulo de la estancia suena cansadamente y me acompaña en mi desvelo, Los ojos casi se me cierran solos, y aquí estoy
tecleando tonterías frente mi computador de mesa; estoy exhausto.

Ha sido un largo día de mucho trabajo, pero los hechos que he vivido esta noche al entregar la guardia me han dejado como el título encabezado: ¡Con Escalofríos que recorren todo mi cuerpo!

Un terrible frío que comienza en la nuca y me termina por las puntillas de los pies; mi pulso está acelerado, he tomado una pastilla que hasta ahora no me ha surtido efecto; Soy Médico, soy escéptico, mis profesores así me lo inculcaron y seré así por el resto de mis días hasta que la muerte me lleve a las puertas del Hades; pero me es realmente difícil sacar de mi mente todo lo que hoy ha pasado... Me tiene dando vueltas en la cama mientras mi esposa la Señora Ausencia está profundamente dormida; no quisiera alarmarla con mis inquietudes, así que revolviendo todos mis récipes médicos he decidido poner a hacer café y sentarme a escribir, como hace mucho no lo hago.

Antes era escritor, pero mis bloqueos eran muy recurrentes, por ello decidí
abandonar lo que realmente me apasionaba para estudiar Medicina, y aunque le he tomado mucho amor, no es lo mismo. Pero esto no viene al caso... mis dientes tiemblan al son del viejo reloj, mis manos están heladas, mis colegas del Hospital me dijeron que mi faz estaba pálida, ¡Como si hubiera visto un espectro! ¡Qué ridiculez! Tal vez era un paciente caminando solo por los pasillos o desorientado porque no conocía las instalaciones del inmenso hospital. De paso estaba recién graduado, era mi primer empleo y no podía nublarme la mente con estúpidas historias de fantasmas que emiten gemidos lastimeros y te tocan el hombro con sus manos huesudas.

Debe de haber una explicación racional para todo esto, no voy a caer en la trampa de lo paranormal ni en la sede de una vidente que me diga que soy perseguido por el espíritu de mi padre fallecido o algún paciente muerto con sed de venganza; Son tonterías, pero ví algo, ¡Sentí algo en aquel lugar! ¡Era tan real! Indescriptible, que no tengo ánimos de seguir narrando, pero no puedo
encerrarme tras mis miedos, ni detrás de las faldas de mi anciana madre. Ella, ida, con su mente patas arriba y con Alzheimer ya avanzado no me recuerda, ¡Yo no me atrevo a verla con mi bata medica puesta! ¡Era su gran anhelo verme así! Y ahora que lo estoy esta desahuciada, ¡No recuerda ni a su propio hijo!

Me rompe el alma verla así, tratándome con cascadas de cortesía, pero como a un vil desconocido; derrochando hidalguía, pero no me recuerda ni lo más mínimo, a veces grita desesperadamente que su hijo mayor la vaya a ver, pero cuando ya estoy llegando su mente vuelve a estar en blanco. Pobre de mi hijito, no podrá compartir con su abuela, sería imposible que ese trato fuera a
darse, en su condición solo hacía falta dejarla sola, bajo observación, y sedarla cuando se tornara violenta con el personal...

Claro, hasta que después de tanto
tiempo una trombosis me la arrebató, y yo siendo médico la ciencia y las
iniciativas ya eran pocas y la situación se me salió de las manos.

¡Nunca me gustó la Psiquiatría! Mis notas en esa materia eran las más
elevadas del curso, pero no me gustaba, ¡La detestaba! Tan solo ver a
personas corriendo, gimiendo, gritando, hablando cosas incoherentes, comportándose de manera extraña, era lo que me aterraba de esa área del Hospital, estoy capacitado para atender a personas allí, pero siempre desistí...
Evadía mis responsabilidades y nunca pisaba la puerta que tenía el Letrero de Rojo "Psiquiatría" porque... era como si la puerta me sonriera con una mueca burlona, riéndose de mis desgracias, divirtiéndose al ver que iba a enfrentar mis miedos, pero yo trataba de armarme de valor, y entraba al Infierno, como yo lo llamaba.

Cardiopatías y EscalofríosWhere stories live. Discover now