9 - La humanidad de un "monstruo"

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Samuel se puso sus audífonos.


La música comenzó a inundar sus pensamientos. Rápida, melodiosa y rítmica. Siempre lo salvaba cuando no quería escuchar los comentarios que soltaban a diestra y siniestra sobre su aspecto. Además, era una buena compañía que muchas veces lo entendía y consolaba. Era viernes y lo único que deseaba era volver a su casa, encerrarse en la oscuridad de su habitación y ver películas o escuchar música mientras jugaba videojuegos hasta nuevo aviso.
Había dejado que el salón se vaciara, incluso vio a Joel y Alan discutir porque uno de ellos ya quería irse y el otro quería evitar la multitud. Por lo pronto, él no tenia prisa por irse; es más, si solo quedará el en esa escuela, sin ver a nadie, seria feliz.

¡¿Qué decía?!

¡Sí quedase él solo en el mundo!...¡Solo así podría probar lo que era genuina felicidad!

Abandonó el salón cuando vio que el ultimo compañero se había ido, no sin antes mirar a todos lados; debía cuidar sus pasos, andar con sumo cuidado y mantenerse al margen para poder llegar pronto a casa.

Caminando por los pasillos, no podía evitar mirar de reojo su oscuro reflejo en las ventanas. No le gustaba mirarse, sin embargo, era como si ese ente que imitaba sus movimientos le hablará para qué volteara.

Un reflejo demasiado alto para su edad. Demasiado gordo para su salud. Demasiado miedoso para vivenciar tanta crueldad de un mundo que lo despreciaba.

Recordó la primera vez que se sintió como un bicho raro. Fue en la primaria. Surcaba segundo grado cuando un día común y corriente uno de sus compañeros le hizo ver de la manera más desalmada posible, que era básicamente como un monstruo marino. Enorme, feo y apestoso. Esto lo dijo gritándolo a los cuatro vientos solo porque Samuel lo había empujado sin querer al intentar pasar detrás de él.

Todos se burlaron entonces, siendo así, el comienzo de un infierno en el cuál debía vivir si o sí.

Era como si un nuevo mundo de posibilidades se abriera ante los ojos de los demás niños. Iniciaron con burlas sobre su cuerpo, pero de apoco escaló a golpes justificados con que la cantidad de grasa que tenia no le permitiría sentir dolor; después, acoso y groserías hacia su persona qué no pararon desde entonces. Retiró la vista de su reflejo con asco. Esa enorme panza de embarazado, esa joroba molesta, su perfil cachetón y regordete..

《Me odio...me odio tanto》

Pensaba, tratando de mirar sus pies regordetes que apenas cabían en sus tenis. Se le complicaba hasta eso; encontrar sus pies bajo la bola de grasa que tenia por panza y encontrar un simple par de tenis que le gustasen y quedarán bien.

   —¡Con qué aquí estabas! –hablaron a sus espaldas una vez llegó a la planta baja. Un escalofrió recorrió su espalda. De la oscuridad que ofrecía el rincón de las escaleras, lo esperaban ellos, con sus maliciosas sonrisas grasosas y sucias.

No me olvidesWhere stories live. Discover now