23 - El circulo de 13

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Un desfile de máscaras se paseaba fuera de la cabaña

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Un desfile de máscaras se paseaba fuera de la cabaña.

Todos, ocupados en sus respectivas tareas, iban y venían portando aquellos pedazos de plástico con que cubrían su identidad. Eran las 2:45 de la tarde y el sol, oculto tras una espesa capa de nubes grisáceas, los miraba aterrado mientras entonaban una canción luctuosa que solo ellos eran capaces de reconocer entre el silencio. Una suave, misteriosa, y melódica que solo podían tararear ya que no poseía letra.

   —¿A quién le toca ir a cuidar a la presa? —Preguntó Morbius, mientras afilaba una de sus flechas.

Nadie respondió. Al contrario, continuaron con sus tareas como si nada; como si la voz que les gritaba fuese solo una mota de polvo surcando el aire. A nadie le gustaba estar encerrado allá adentro con la presa. Era callado y muy aburrido; además de que estando allí dentro, no podían despojarse de la máscara por mucho calor que sintieran.

   —Bola de jotos —Escupió Morbius—. ¡Tú, perro! Nada más estas de adorno. Ve a hacer algo de provecho y cuida a la presa. Qué éste pendejo ya se está tardando.

El de la máscara de perro siguió la orden sin chistar. Después de todo, debía seguir los mandatos del detestable de Morbius, quien disfrutaba propagar el terror ante cualquier que quisiera enfrentarlo y cuestionarlo. El miedo en ese sitio era sin duda el combustible, inflamable y explosivo que daba forma a sus acciones. Y Morbius, era quien sostenía el encendedor que haría arder todo si el así lo deseaba.

   —No lo llames así. El zorro blanco se enojará contigo —Se apresuró a decir uno de ellos, quien portaba la máscara de un buey marrón.

   —¡Uy, Mira que miedo le tengo!

   —Morbius, estos días has estado bien mamón —externó el portador de la máscara de conejo.

   —¡Obvio! Soy la mano derecha del zorro ese. De todos aquí, yo soy la mejor ficha.

   —¡Pero sigues siendo una ficha! —exclamó el de máscara de Mandril, soltando una carcajada burlona e irreverente que hizo enojar al vampiro del grupo.

Pronto inició una contienda entre el mandril y Morbius, donde el conejo y el buey participaban como carboneros que solo acrecentaban el fuego. Los demás por su parte, se mostraban muy divertidos ante la pelea que se desataría entre los mayores del grupo mientras unos pocos, se ceñían a realizar su trabajo. El de la máscara de Winnie Pooh, junto al León, eran los que estaban más apartados; justo a espaldas de la cabaña, preparando las antorchas que clavarían al suelo cuando la hora llegara.

Ambos eran de los "veteranos" del grupo. Habían estado desde el inicio, cuando apenas eran 3 niños bobos jugando a ser maleantes. Habían sido días buenos. No eran unos santos, eso era claro. Siempre fueron bully's gracias a su tamaño, como si el destino así lo hubiera pactado: pero lo eran dentro de una categoría razonablemente baja. Nada del otro mundo. Sin embargo, cuando entró Morbius, la cosa se pudrió.

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