21 - La curiosidad mató al gato.

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—¿Te conozco?

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—¿Te conozco?

Preguntó el pecoso cuando vio a ese desconocido fuera de su casa. Tenian aproximadamente la misma edad y sin embargo, nunca lo había visto ni por error.

En cambio, el joven, sonreía calmado y paciente, mientras bajaba la capucha de su sudadera y dejaba al descubierto su cabello negro y lacio.

   —No, no me conoces, pero tenemos un amigo en común —expuso quitado de la pena—. uno chaparrito, moreno. Muy gritón.

   —¿Álvaro? Empiezas mal. Ese idiota no es mi amigo.

   —Oh con razón los vi peleando la vez pasada, iba de camino a la tienda y los vi y escuché hablar. Bueno, gritar.

   —Si... bueno, ¿necesitas algo? Porque si eso es todo, tengo cosas por hacer. Y aunque no las tuviera...

   —No eres muy atento, ¿verdad, pecosito?—Comentó, perplejo ante la actitud desinteresada y directa de Alan, a quien, por algún motivo, no le agrado que le dijera pecosito, a pesar de que estaba más que acostumbrado a ello.

   —Y tampoco soy paciente. ¿Qué quieres?

   —¡Uy, filoso! Bueno, quiero hablar contigo de algo; la verdad, vengo porque los escuché ese día —Admitió—. Hablaban de un tal Joel. Lo conoces, ¿verdad?

Alan asintió, extrañado—¿Por qué la pregunta?

   —Bueno, es que yo fui amigo de Joel. Me llamo Ariel.

   —¿Ariel?...¡Ah! ¡Como la sirenita! —Exclamó fingiendo sorpresa.

Ariel sonrió con incomodidad, asintiendo.

   —Quisiera hablar contigo sobre él. La verdad es que Álvaro me contó algo de lo que pasó la semana pasada. Me dijo que tuvieron una pelea y que fue Joel uno de los motivos.

   —¿Ah? ¡Se hace pendejo! Si peleamos fue por culpa de él. Que no embarre a Joel en esto.

   —Entonces fue culpa suya —Observó Ariel, esbozando una suave sonrisa.

   —¿Que es de ti ese enano?—Preguntó curioso.

   —Un amigo. Pero es como mi hermanito. Llevo mucho de conocerlo —Explicó—. Oye, ¿Te parece si caminamos un poco? Quiero hablar contigo de algo... no pienso quitarte mucho tiempo.

   —La verdad, de tener que hablar contigo, preferiría que fuese aquí afuera —Comentó el pecoso.

Ariel miró a su alrededor. En la casa de enfrente, un rostro se asomaba curioso entre las cortinas, observando todo lo que ocurría a fuera de su propiedad. Además, en la casa de al lado, una señora que vendía dulces ya estaba sacando su mesita para preparar su mercancia mientras los que parecían ser sus nietos, la rodeaban entre gritos y saltos.

No me olvidesWhere stories live. Discover now