Capítulo 5: Angel Dust

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Saltaba de emoción, un torbellino de júbilo invadía su ser y se reflejaba en la luminosa sonrisa que iluminaba su rostro pálido. Su pequeña mascota, Fat Nuggets, parecía contagiado por su entusiasmo, moviendo la cola con energía mientras observaba a su amo con ansiedad. Como si Fat Nuggets fuera capaz de comprender la magnitud del momento. Pequeños gritos de alegría se escapaban de sus labios, casi se arroja de cabeza a su armario y comienza a rebuscar entre sus ropas, revolviendo con frenesí cada prenda del mueble de madera vieja. Quería algo exquisito, daría la mejor de las impresiones.

Sus ojos rosados brillaron de gozo al divisar la camisa más exquisita que había contemplado jamás, la sacó con reverencia y la examinó con fascinación.

Oh, mierda, serás la joya de mi corona en mi visita al cielo—musitó para sí mismo, apreciando la exquisita prenda como si fuera un tesoro recién descubierto. Soltó una risita.

Su corazón pareció detenerse cuando la puerta de su estancia se abrió con violencia, causando un estruendo atronador que retumbo en la habitación. Fat Nuggets huyó despavorido ante tal conmoción, refugiándose bajo la cama con temor palpable, mientras Angel notaba cómo las pequeñas patitas de su mascota temblaban. Giró con rapidez para encontrarse con el hombre de entrada teatral y dramática, Valentino. Quien se abrió paso a la habitación.

Con un gesto rápido, ocultó la camisa con volantes que había tomado de su armario, luchando por mantener una sonrisa forzada para ocultar los nervios que se apoderaban de él con la velocidad de un rayo.

Los ojos rojos, sin iris, de Valentino estaban fijos en Angel. Se acercó a él con pasos lentos y deliberados.

—Angel, cariño, estás tardando una eternidad en bajar—le dijo con gentileza, aunque su tono resonaba con una tensión apenas disimulada—. Mis invitados te esperan.

Angel sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Sabía exactamente qué tipo de "invitados" eran esos y lo que significaba para él. Tragó saliva con dificultad, tratando de mantener la compostura en medio del torbellino de emociones que lo invadía.

—Lo siento, Valentino, solo estaba buscando algo adecuado para ponerme —respondió Angel con voz temblorosa, luchando por ocultar su miedo detrás de una sonrisa falsa que se deslizaba por su rostro como una máscara.

Valentino se acercó aún más, su cercanía incómoda hizo que Angel sintiera su aliento caliente en su rostro, y tuvo que esforzarse por mantener la distancia.

—No te preocupes por eso, mi amor. Todo lo que necesitas es esa sonrisa encantadora tuya—dijo Valentino, acariciando la mejilla de Angel con una mano áspera y descuidada que dejaba un rastro de incomodidad en su piel.

Para el pecador, las manos de aquel hombre se sentían sucias sobre su piel. Angel se apartó ligeramente, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que no podía rechazar a Valentino abiertamente. No si quería evitar su ira.

—Por supuesto, Val. Estoy listo para irme ahora mismo —dijo Angel, tratando de sonar convincente a pesar del nudo de ansiedad que apretaba su garganta.

Valentino sonrió con satisfacción y le dio una palmadita en el trasero a Angel mientras pasaba junto a él hacia la puerta, invitándolo a apresurarse.

—Eso es lo que me gusta escuchar, cariño. Vamos, no queremos mantener a nuestros clientes esperando—dijo Valentino con una risa maliciosa que resonó en la habitación como un eco siniestro—. Pagaron por adelantado, después de todo.

Angel siguió a Valentino por los estrechos pasillos de aquel inmenso apartamento, tratando de ignorar la sensación de opresión que le oprimía el pecho y le dificultaba respirar. Sabía lo que le esperaba abajo, en el sótano convertido en un siniestro salón de fiestas para los clientes más selectos de Valentino. Suspiró profundamente, preparándose mentalmente para lo que estaba por venir.

Ángeles Caídos|| Hazbin HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora