Capítulo 15: Más amenazas

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Amaba ostentar, pues para él, el escenario era su dominio supremo y las miradas que cosechaba, un maná de satisfacción. Pero prefería aquellas que destilaban puro terror, pues ante ellas, los pecadores viles se volvían estatuas de sal, petrificados por la magnificencia de su poder superior.

El proveedor de Rosie no era más que un demonio común y corriente, quien no titubeó en atacarlo al saber que venía en nombre de la Overlord caníbal... pobre alma en desgracia que no supo reconocer al poderoso demonio radio. Ahora, ese desafortunado jamás podría borrar de su mente la tétrica risa sádica de Alastor, aquel estruendoso carcajeo maligno que brotaba del placer que sentía aquel ser al torturar cruelmente a su nueva víctima.

La escena, grotescamente violenta, se desplegaba como un macabro espectáculo, diseñado para deleitar a Alastor y recordar a los pecadores lo que sucedía si se atrevían a alzar sus manos contra él.

Chorros de espesa sangre, del rojo más intenso, brotaban del cuerpo del desafortunado pecador, teñiendo el escenario con su horrorosa presencia. Sus gritos, un eco desgarrador lleno de agonía y sufrimiento, perforaban el mismísimo abismo, como un cántico de desesperación que hacía temblar las mismas entrañas del infierno.

Un tentáculo monstruoso, surgido de las profundidades de la oscuridad, atravesaba el cuerpo de la desdichada víctima de Alastor con una brutalidad sin límites. Con una violencia innecesaria, el demonio radio azotaba una y otra vez a su presa contra el suelo, dejando a su paso un rastro de destrucción y desolación que anunciaba su supremacía indiscutible.

Con una velocidad que desafiaba toda lógica, un ataque sorpresivo envió a Alastor volando por los aires, estrellándose con un estruendo ensordecedor contra un árbol cercano. En medio del caos, Lucifer emergió, su presencia imponente llenando el ambiente con un aura de poder indomable.

Con un gesto rápido y preciso, alzó su bastón, y de él brotó un rayo de energía deslumbrante que surcó el aire con la furia de un relámpago divino. El rayo impactó directamente contra Alastor, quien soltó un grito desgarrador mientras la energía lo envolvía, convirtiendo su agonía en un espectáculo de luz y oscuridad entrelazadas. Aquella energía brillante y temible rodeaba el cuerpo entero de Alastor, haciéndolo retorcer.

Iba a continuar, pero un gran asombro lo envolvió al percatarse de que Alastor yacía inmóvil. Extendió sus imponentes alas y se aproximó al demonio de la radio con una solemnidad casi divina. Con su bastón, rozó a Alastor varias veces, ávido por conocer su destino final. ¿Acaso estaba muerto? Observándolo de cerca, parecía estar sumido en un estado de inconsciencia. Luego, desvió su mirada hacia el otro pecador, quien sufría las consecuencias de la furia desatada por Alastor. Una profunda compasión lo embargó al contemplarlo en su tormento, con la sangre que fluía sin cesar de sus heridas. Con un simple gesto de su mano, la terrible herida infligida por Alastor se desvaneció, como si nunca hubiera existido. Ahora, vuelto hacia Alastor, quien yacía postrado en el suelo, Lucifer no podía creer que ese fuera el fin de tan formidable adversario. En serio creyó que, luego de eones en el páramo, finalmente había encontrado rival para su poder. Que vergüenza admitir que ese había sido el primer ser en herirlo.

Se acercó y con ambos brazos lo tomó, para después cargarlo como si de un costal de papas se tratara. Sin importarle las miradas curiosas que lo analizaban, comenzó su camino de regreso a su círculo.

Al tener a Alastor sobre uno de sus hombros, se percató de algo. Una sensación de humedad tenue. Un par de gotas de un líquido espeso y negro. Parpadeó un par de veces con confusión. Revisó la cabeza de Alastor, para notar que había una herida no muy profunda que debió causarse cuando se estrelló contra el árbol. Con sus pálidos dedos, Lucifer tocó la sangre de Alastor y la analizó con sorpresa y curiosidad.

Ángeles Caídos|| Hazbin HotelWhere stories live. Discover now