Capítulo 13: Bar de mala muerte

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Se encontraba sentado en un rincón apartado de la barra, sumergido en la penumbra de un local que más parecía un escenario decadente. Sus largas piernas, envueltas en una suave luz tenue, reposaban con un aire de misterio y sensualidad sobre la mesa, mientras que sus ojos, ocultos tras el velo de la sombra, lanzaban miradas furtivas y seductoras hacia un grupo de hombres que se perdían en la neblina de humo y la penumbra de las luces titilantes. Algunos de ellos, ya afectados por el licor, se balanceaban en sus asientos con una graciosa torpeza, mientras que otros aún mantenían la compostura, aunque apenas.

La atmósfera del lugar, cargada de un aura oscuro y opresiva, estaba impregnada del olor acre de la marihuana y el alcohol barato que se mezclaba con el humo de los cigarrillos. A pesar del descuido y la decadencia que se respiraba en el ambiente, aún se podía percibir un destello de elegancia y calidad entre las grietas del deterioro, como un vestigio del esplendor pasado del lugar.

No tardó mucho en que un hombre, alto y fornido, se apareciera con una copa en la mano, ofreciéndosela con una sonrisa exagerada que apenas lograba ocultar su verdadera intención. Angel aceptó la bebida con una cautela disfrazada de indiferencia, notando de inmediato algo inusual en su aroma y textura. Dio un par de vueltas al líquido, dedicando una sonrisa coqueta al desconocido que se sentó frente a él, mientras sus sentidos permanecían alerta, listos para enfrentar cualquier amenaza.

Justo cuando la tensión en el aire alcanzaba su punto máximo, el bartender apareció como una sombra fugaz a un lado de la mesa, sus ojos amarillos brillando con una intensidad que cortaba la oscuridad como cuchillos afilados. Una furia silenciosa ardía en su mirada mientras observaba al hombre que había ofrecido la bebida, como si pudiera ver a través de sus mentiras y manipulaciones.

—Creo que este trago no es para ti, amigo —gruñó el bartender con voz profunda, su tono resonando como un trueno en la noche.

Con un movimiento rápido y preciso, arrebató la bebida de las manos de Angel, cuya expresión de confusión se reflejaba en un ceño fruncido. El hombre, ahora enojado y desafiante, se levantó con una imponente presencia, tratando de intimidar al bartender con su estatura imponente.

—¡¿Qué mierda te pasa?!—rugió el pecador de piel azul, su voz resonando en el aire denso y cargado de electricidad.

El bartender, imperturbable ante el intento de intimidación, enfrentó al hombre con una calma fría.

—¿Crees que no me daría cuenta de la mierda que intentabas hacer? ¿Crees que no notaría que le hiciste algo raro a una bebida que YO preparé? —su voz, baja pero llena de autoridad, cortaba el aire con una precisión quirúrgica, desenmascarando las mentiras y manipulaciones del hombre con una claridad implacable.

El hombre de piel azul, cegado por la ira y la arrogancia, alzó la mano para lanzar un golpe, pero antes de que pudiera siquiera moverse, el bartender actuó con una velocidad y agilidad sorprendentes, arrojándole la bebida en la cara y asestándole un puñetazo que lo dejó en el suelo con un estruendo sordo. El silencio que siguió fue roto solo por el eco de la respiración agitada y el tintineo de los vasos en la barra, mientras Angel observaba la escena con una mezcla de asombro y admiración. Quedo boquiabierto. Sacudió la cabeza desaciendose de esa expresión, no queriendo verse patético.

Angel, con la actitud relajada que le caracterizaba, le dio un par de palmadas al bartender bajito, haciendo que se moviera y que soltara al hombre alto que yacía en el suelo.
El sujeto se levantó del suelo, observando al bartender con desdén. Angel se le acercó, tomándolo delicadamente del rostro para llamar su atención.

—Si quieres, puedes tenerme—susurró en un tono seductor. Para después soltarle un puñetazo—. ¡Pero yo cobró, idiota de mierda!

El hombre de piel azul, aún tambaleándose por el golpe, se tambaleó hacia atrás, sorprendido por la súbita agresión de Angel. Sus ojos ardían de ira y humillación, pero antes de que pudiera siquiera reaccionar, Angel le lanzó otro puñetazo que lo dejó nuevamente en el suelo, esta vez más aturdido que antes.

El bartender, observando la escena con una mezcla de sorpresa y admiración, se acercó a Angel con una sonrisa de complicidad.

Al notarlo, Angel vio una oportunidad de oro. Mientras el hombre de piel azul aún se recuperaba del último golpe en el suelo, Angel se acercó al bartender con una sonrisa traviesa en los labios. La adrenalina de la pelea aún corría por sus venas, pero no pudo evitar sentir una chispa de excitación al ver al bartender, con su aura de misterio y autoridad.

Hey, gatito, creo que por esto podría darte un descuento—se le insinuó, tomándolo por el rostro con gentileza—. Un hombre valiente y sexy merece acabar esta noche en la gloria.

La sonrisa del bartender fue suplantada por una mueca de desagrado que no se tomó la molestia en ocultar. Quito la mano de Angel con brusquedad, irritado. Se alejó un par de pasos.

—No, gracias—bufó—. Sigue con tu trabajo, yo sigo con el mio, trata de no meterte en problemas. Y si no puedes, entonces largate a otro lado.

Observo como el sujeto regresaba a la barra, con una actitud indiferente y ligeramente amargada. Estaba atónito. ¿Lo acababan de rechazar? ¿Había perdido el encanto? ¿O Valentino tenía razón y nadie quería comprar a una "puta" gorda? Se vio a si mismo y por un momento se sintió una basura.

No, no iba a dejarse lavar la cabeza. Él era la mejor perra de todo el jodido infierno. Era el mejor en su trabajo, no por nada era el favorito de Valentino. Por eso es que Val lo cuidaba tanto y le daba tantas oportunidades.

Aquel hombre que intento drogarlo se levantó del suelo y casi se le arroja a Angel, pero el pecador gato, con ojos de ira, se levantó tras la barra.

—¡Te estoy viendo, maldito cabrón hijo de puta!—su voz resonó como un trueno, con sus ojos amarillos brillando con una intensidad feroz.

El bar quedaba en silencio, capturado por la intensidad del momento.

Todo el mundo volteó a ver al pecador de piel azul, quien chasqueo la lengua. Empujó a Angel, apartandolo del camino, y se dirigió a la salida. Todos los ojos de Angel estaban abiertos de la sorpresa.

Era curioso. Además de Charlie o Cherry, nadie cuidaba de él sin buscar algo a cambio. Incluso cuando Valentino lo cuidaba, él buscaba algo de Angel, lo que sea. Una chispa de una emoción extraña se removio en él. Algo un poco diferente a lo que estaba acostumbrado.

Talvez debería de pedir un trago en lugar de esperar a que alguien más se lo invite. Y dar las gracias.

—¿Sabes? —dijo Angel, con un tono de voz que expresaba una timidez no común en él—. Creo que eres el héroe de esta historia—bromeó.

El bartender levantó una ceja. Mientras rebuscaba en la parte de abajo de la barra. Hasta que saco una botella de whisky.

—¿Un tragó?—preguntó él, Angel asintió con una sonrisa de agradecimiento.

Mientras el bartender le servía el whisky, Angel pensó en cómo había cambiado la noche. De repente, se sintió agradecido por la intervención del bartender, incluso si había rechazado sus insinuaciones.

Mientras disfrutaba de su trago, Angel decidió que tal vez era hora de cambiar su enfoque.

—Gracias por, bueno, la ayuda de hace un rato—sonrió—. Yo pensé que talvez buscabas algo—admitió.

El bartender le dedico una media sonrisa.

—Ese abrigo te luce muy bien.


N/A: Huskerdust mis papis.

Ángeles Caídos|| Hazbin HotelWhere stories live. Discover now