Capítulo 19: Sonrisa forzada

179 22 26
                                    

Después de escuchar esas palabras, una oscura niebla comenzó a envolver su habitación. Su sonrisa tensa ni siquiera ocultaba la tormenta de emociones que se agitaba en su interior. En sus ojos ardía un fuego de ira creciente, cada centella alimentada por la traición que sentía.

Alastor escuchaba atentamente la información que Husk le proporcionaba, aunque en realidad solo servía para avivar las brasas de su odio hacia Lucifer, transformando su corazón en un horno ardiente de resentimiento.

Con el auricular del teléfono aún pegado a su oreja, sus respiraciones profundas resonaban en la habitación, marcando el ritmo acelerado de su corazón lleno de furia contenida. Se apoyó con fuerza contra la pared, como si necesitara el apoyo físico para contener el torrente de emociones que lo embestía con ferocidad. Ira, odio, resentimiento y una profunda tristeza se mezclaban en un torbellino en su pecho, ejerciendo una presión insoportable sobre su corazón, que amenazaba con romperse en mil pedazos.

¿Cómo se atrevía Lucifer a ofrecer una mano amiga a esos insignificantes ángeles cuando él había sido relegado al olvido? ¿Qué los hacía más dignos que él de su atención y favor?

La línea entre el dolor y la furia se desdibujaba para Alastor, sumiéndolo en una tormenta de emociones que amenazaba con arrastrarlo hacia la oscuridad más profunda del abismo.

No era capaz de seguir escuchando, el torbellino de emociones que lo atormentaba lo desgarraba desde su interior, colgó con agresividad. Azotando el teléfono a su base. Viendo rojo e incapaz de contenerse, tomó el teléfono fijo y con ambas manos lo estrelló contra el suelo mientras gritaba. Lo hizo una y otra y otra vez, descargando toda su irá contra el aparato, su cuerpo temblando con una fuerza y velocidad enfermiza.

Atraída por todo el ruido, Rosie entró corriendo a la habitación de Alastor. Sólo para encontrar el teléfono hecho trizas en el suelo y al demonio radio respirando con pesadez. Posó su mano sobre la espalda del más alto, pero este la quito de un manotazo.

—Al, querido, ¿qué pasó?

—Me siento enfermo—admitió, mientras juntaba los restos de lo que alguna vez fue un teléfono fijo—. Como si en cualquier momento fuera a vomitar.

Rosie hizo una mueca.

—Eso no me explica que paso.

Alastor agachó las orejas. Simplemente se alejó con los restos del teléfono en sus brazos, saliendo de la habitación. Los tiro en un cesto de basura que descansaba en la sala. Rosie lo siguió, pero él se negó a siquiera mirarla. Salió de la morada, dejándola con la duda.

🍎

Lucifer, con un montón de papeles entre sus manos, los hojeaba con intensidad mientras intentaba comunicarse con Satanás a través de una mística esfera de Cristal. Antes de poder establecer contacto, entra Charlie a la habitación con pasos tímidos.

—Uh, Angel vendrá a visitar a nuestros... ¿huéspedes?—anunció con una voz apenas audible.

El rubio se ajustó las gafas con rapidez, el esfuerzo de forzar su vista le causaba un dolor de cabeza insoportable.

—Está bien—murmuró—. No puedo demorarme mucho con Gabriel y Vaggie. Debo reunirme con los Overlords para explicarles la estrategia de los ángeles y asegurarme de que estén listos para el ataque. También necesito hablar con Satanás para perfeccionar nuestra estrategia defensiva—explicó a su hija, mientras se masajeaba las sienes—. Además, debemos enviar ayuda al círculo de la pereza. Parece que no han progresado en mejorar su protección y... ¿qué más?—se preguntó a sí mismo, intentando recordar.

—Puedo ayudarte con los Overlords—ofreció Charlie.

—No, no—se negó de inmediato, Alastor vivía con Rosie—. Está bien, yo lo haré—decidió—. Solo necesito...

Ángeles Caídos|| Hazbin HotelWhere stories live. Discover now