Temporada 3: Los niños de hoy

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Las metas son mas grandes que tus miedos

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Las metas son mas grandes que tus miedos. Esa frase me la había dicho mi terapeuta durante nuestra ultima sesión. Según él, había tenido un gran avance en los últimos meses. Mis traumas estaban siendo sanados lentamente. Dejando de lado lo ocurrido durante el accidente, algunas heridas todavía no sanaban del todo. Si ya no tenia el yeso y mi brazo se sentía bien, sin dolores y estaba lista para volver al servicio, aunque no podía decir lo mismo de mi mejor amigo. Buck aun no estaba en condiciones de regresar a trabajar, las lesiones en su pierna habían sido más graves y necesitarían más tiempo para sanar, pero conociendo a ese cabeza dura, seguramente insistirá en que lo dejen regresar. Cosa que no va a pasar.

Aparque en mi lugar de siempre, asegurándome de bajar todas mis cosas. Había pasado demasiado tiempo desde que me había ausentado y estaba algo fuera de practica, aunque claro había tenido que pasar por un pequeño entrenamiento para ver si estaba apta para volver a servir. Y lo pase sin problemas. al entrar fui recibida de inmediato por Edwards con un cálido y apretado abrazo, algo raro, pues nunca habíamos tenido ese tipo de interacción. Era algo bastante extraño, pero de todas formas recibí este. Al subir cubrí mis labios en una sonrisa al ver el pastel en la mesa y un par de globos adornando el lugar. una pequeña bienvenida por mi ausencia.

— Bienvenida de nuevo Jack. – menciono Bobby. - ¿Lista para iniciar?

— Siempre lista Cap.

— Ah mi pequeña sobreviviente. – Chim me apretó entre sus brazos. – no vuelvas a asustarnos así.

— Es parte del trabajo ¿no? – me mantuve abrazada a él.

— Si, pero no te acostumbres niña.

— Hen tiene razón, no te acostumbres. No queremos volver a verte en el hospital. – Eddie apareció tras de mí apoyando sus manos sobre mis hombros.

— No te despegaste de mi casa hasta que me sacaron el yeso Diaz.

— Y lo volvería a hacer Dunkan.

Las alarmas comenzaron a sonar, si definitivamente había extrañado eso. Correr para llegar a nuestras emergencias. Una expresión de asombro estaba pegada en mi cara al ver el nuevo carro, estaba exageradamente hermoso. Al subir me ajuste de inmediato el cinturón de seguridad ante la atenta mirada de Eddie quien ya estaba listo para tirarme las orejas si no lo hacía. Desde el accidente ha estado demasiado sobreprotector conmigo y de cierta forma es agradable sentirme así de preocupada y claro desde la visita de mi madre. Quien le pidió por favor que no me quitara los ojos de encima en ningún momento. Y se lo estaba tomando muy en serio. Le guiñe un ojo antes de prestar atención al radio y lo que estaba sucediendo en la carretera con ese auto fuera de control. Un adolescente montado en un auto de colección que no tenia frenos, era la peor combinación, más en hora pico donde demasiados vehículos transitaban.

Según tenía entendido el único requerimiento para tener un camión nuevo era no provocarle daño alguno. Y ahora la parte trasera estaba ligeramente abollada. Y ese lindo auto clásico hecho añicos. La única forma de detenerlo había sido esa y seguramente costara miles de dólares reparar ese vehículo para dejarlo como antes. Aunque ahora la prioridad era sacar a ese pobre chico del interior. Tenía la nariz rota por el impacto que se dio al frenar de forma abrupta. Mientras los demás lo atendían, ayude a Bobby a apagar las llamas que salían del carro, era una lástima que un hermoso deportivo terminara de esa forma.

My emergency.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora