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Addison estaba respirando una y otra vez mientras se recordaba de parpadear e «intentar» lucir normal. Las luces constantes no tenían ningún efecto en ella; después de quince años en la industria estaba más que acostumbrada a las sesiones de fotos.

Paul, a su lado, posaba naturalmente mientras ella trataba de imitarlo. Posiblemente aparecer junto a él en la portada de la revista TIME no era la opción más viable —y menos si consideramos todos los rumores que siempre habían sobre ellos—, pero su equipo había decidido que lo mejor que podía hacer para acabar con toda esta situación era afrontarla.

Hacerse frente al problema. Tomar un par de audiciones, ir a algunos desfiles de moda, posar en revistas importantes. Gracias al cielo no tenía que dar entrevistas, pero estaba siendo más pública que nunca.

Fue difícil, considerando que ella deseaba refugiarse en su departamento, pero sabía que esa gente era profesional y una experta en todo eso. Además, Tree estaba ayudándola para salir con la frente en alto, por lo que confiaba en que todo saldría bien.

Después de la sesión, saludó a todas las personas y luego salió junto a Paul rumbo a un restaurante privado en el centro de la ciudad. Fueron escoltados por su equipo de seguridad ya que había un par de paparazzis en la entrada, y Addison recordó la nula privacidad de su vida.

Una vez dentro, el joven Mescal comenzó a hablarle sobre su último proyecto. Lucía apasionado, y ella se preguntó porque no podía sentirse así ante la idea de volver a trabajar. Había actuado por muchos años, y sinceramente era algo que amaba, pero ahora le parecía tedioso.

—¿Y tu? —soltó de pronto, trayéndola de regreso a la conversación. Le dirigió una mirada curiosa mientras jugaba con su whiskey y se inclinaba sobre la mesa—, ¿estás trabajando en algo?

—Mmmh, —fue lo primero que soltó. Arrugó los labios, miró su copa y después volvió a verlo, aún sin saber qué decir—, no, por el momento, no.

—¿De verdad? —se asombró, y ella supo porque: no había tomado un descanso desde que se casó. Incluso después de su boda siguió trabajando.

—Si, no lo sé, no hay nada que llame mi atención. Tengo un par de audiciones pendientes pero nada me atrapa. A veces tengo la sensación que ya no hay nada para mí en la industria.

—¿De verdad? Quiero decir, eres tan joven, seguro que hay algo por ahí...

Montecarlos miró por encima de su hombro, directo a los enormes ventanales que mostraban los enormes edificios. Era consciente que había cámaras sobre ellos y que su nombre aparecía junto a la palabra «romance».

Luego, cuando volvió a verlo, su voz sonó apagada. —He dado todo de mí. De verdad, absolutamente todo, y nunca es suficiente.

Cuando Paul la miró con lástima ella se arrepintió totalmente de haberle soltado esa confesión. Odiaba que todo el mundo la mirara así, como si fuese una muñeca de cristal frágil.

—Quiero decir... —siguió con nervios, buscando la manera de solucionarlo—, es, ya sabes...

—Lo sé —le sonrió cálidamente. Extendió la mano sobre la mesa hasta entrelazarla con la suya en un afectuoso apretón—, te entiendo, Addie, está bien. No tienes que explicar más.

—Es solo que me aterra retirarme y no saber que hacer con mi vida —confesó. Algunas veces sentía que no podía hablar de esas cosas con nadie, ni siquiera con Taylor, y eso era tan triste que le dolía el corazón.

Miró durante un segundo la unión de sus manos y recordó como la llamaban en internet. Deseó apartarse de golpe, pero sabía que eso sería raro.

—Bueno, tienes dinero y tiempo, el cielo es el límite —le guiñó un ojo mientras alejaba su mano y volvía a su posición inicial—, creo que deberías volver a escribir canciones.

Mastermind || T. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora