19

1.6K 284 247
                                    

Addison revisó por décima vez las habitaciones del segundo piso. Taylor iba arrastrando los pies detrás de ella siguiendo su recorrido por el pasillo mientras veía las baldosas café.

—¿Qué sucede, Addie? —se animó a terminar con el silencio. La actriz asomó la mirada por encima de su hombro solo un segundo—, esta es la mejor opción hasta ahora, y estoy muy segura que es la mejor que encontraremos.

Regresó sus ojos verdes al frente. —No sé si me convence.

—He hablado con algunos vecinos y todos dicen que es un buen vecindario. Además el colegio no queda demasiado lejos y parece ser una zona bastante segura —argumentó en voz baja para que el agente de bienes raíces que estaba esperándolas en la planta baja no las escuchara

Montecarlos finalmente se detuvo. Atrapó su labio entre sus dientes con indecisión al tiempo que reflexionaba sobre el lugar. Era una decisión muy importante y le aterraba cometer un error.

—¿Tú qué piensas? —se animó a decir. Un brillo de emoción iluminó los ojos azules de Taylor.

—Honestamente nos veo pasando toda la vida aquí. Las habitaciones son grandes, el patio es enorme y la cocina una locura. Es el lugar ideal para comenzar una familia, Addie.

—Es diferente a la casa en donde crecí —confesó avergonzada. Creyó que era un idiotez pues prácticamente había sido criada en una especie de castillo a las afueras de Londres y seguro no encontrarían nada parecido en New York.

—Si ese era el problema debiste decírmelo —contestó la rubia con el ceño fruncido—, podríamos entonces construir la casa desde cero. Así todo se ajustaría totalmente a tu gusto, mi amor.

El corazón de Addie se ablandó de golpe. Era consciente que faltaban menos de tres meses para la boda y necesitaban mudarse a un espacio más grande tan pronto como fuese posible. No estaba en los planes pasar más tiempo en el departamento donde todos los días los paparazzis las esperaban para gritarles.

—No —suspiró con una leve sonrisa—, este lugar es perfecto. Yo también puedo vernos envejeciendo aquí.

—¿Estás segura? Porque de verdad podemos esperar y... —Addie la interrumpió con un beso que fue correspondido al instante. Pronto la rubia aprovechó el momento para acercarla a la pared más cercana y tratar de llevar las cosas al siguiente nivel.

Montecarlos rompió el contacto antes de perder la fuerza de voluntad.

—Vamos a firmar los papeles —pidió aturdida mientras limpiaba su barbilla. No necesitaba que el labial corrido las dejara en evidencia.

Dos horas después eran oficialmente dueñas de la propiedad.

Addie estaba en el cielo mientras recorrían su mueblería favorita. Swift había insistido en llevar los muebles de su departamento, pero después de ver la sonrisa de su futura esposa al poder decirse todo desde cero, desistió.

Además un argumento de la menor fue: «no quiero conservar un sofá donde probablemente te acostaste con una modelo».

Sobra decir que la cantante ni siquiera rechistó. Además era una excelente idea iniciar desde cero en un nuevo lugar donde ambas estuviesen cómodas.

No les llevó mucho tiempo terminar la decoración. Incluso prepararon dos oficinas, una sala de música y una biblioteca. Era una casa enorme y Addison se moría por llenarla de recuerdos.

—Aquí colgaremos nuestra primera foto como esposas —declaró la pelinegra mientras señalaba un punto libre en la pared.

Eran las tres de la mañana y la sala estaba repleta de cajas. Las habitaciones estaban listas y los armarios llenos, solo quedaban las cosas más simples. Ya habían desempacado lo esencial pero faltaban algunos pequeños detalles —como por ejemplo, surtir la cocina—. Llevaban dos días comiendo pizza congelada porque ambas se habían olvidado de los alimentos al estar tan ocupadas con la decoración.

Mastermind || T. SWhere stories live. Discover now