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Addison compró una prueba de embarazo veinte días después de la boda.

Según sus cálculos —y todo lo que había leído en internet—, ya había transcurrido el tiempo necesario para saber si estaba embarazada o no.

Así que mientras Taylor hacía las maletas y organizaba todo para el viaje, ella se encerró en el baño y realizó el procedimiento según las instrucciones. Aunque no era la primera vez que se realizaba una prueba, seguía estando ese temor por equivocarse. Estaba tan nerviosa que ni siquiera le había dicho a su esposa acerca de la situación, así que le tocaría enfrentarla sola.

Pero unos suaves toques en la puerta la sacaron de su estado nervioso mientras esperaba el resultado. Miró a su alrededor, buscando algún lugar donde esconder todo, pero estaba tan alterada que no podía pensar con claridad.

—¡Un momento! —gritó con el corazón latiéndole a toda velocidad—, necesito cinco minutos más.

—Eso dijiste hace diez minutos, cariño. ¿Estás bien?

Decidió acercarse a la puerta y abrirla solo un poco. Taylor asomó sus preocupados ojos azules por la diminuta fisura.

—No habrá secretos en este matrimonio, ¿eh? —bromeó la actriz. Taylor sonrió aunque seguía manteniendo la guardia en alto. La voz de Addison estaba cargada de nervios.

—¿Puedo ayudarte en algo?

—No, no es nada. Solo... cosas de mujeres.

Swift reprimió una carcajada. —Oh, lo siento, olvidé que soy hombre y estamos en los años 50's. ¿Puedes prepararme la cena? O mejor dicho, prepárame la cena. Es una orden.

Addison se sonrojó y aflojó su agarre en la madera. Amaba cuando Taylor usaba ese tono de voz.

—No vuelvas a decir eso —pidió con una ligera sonrisa—, te juro que si vuelves a hacerlo te mando de regreso a New York en un vuelo comercial.

La rubia se llevó una mano al pecho en total horror. —¿Cómo te atreves?

Hubo un cómodo silencio hasta que la cantante volvió a hablar, esta vez con más calma. —Tenemos que irnos en veinte minutos, Addie, pero si necesitas más tiempo solo dímelo para que pueda hablar con el chofer, ¿de acuerdo?

—Si, gracias —murmuró antes de cerrar la puerta. Pensó en decirle acerca de lo que estaba haciendo, pero ¿y si no era el resultado que buscaban?

Sus pisadas volvieron a hacer eco en la habitación. La tensión en el aire es palpable mientras espera el resultado; cada segundo parece una eternidad con todos esos pensamientos ansiosos corriendo por su mente.

Finalmente el resultado aparece. Su hilo de pensamientos frenó en seco al ver que es negativo.

Addie suspiró y tiró todo a la basura con una punzada en el pecho. Se lavó el rostro para disimular las lágrimas que comenzaban a asomarse por sus ojos y manchaban sus pálidas mejillas.

Salió del baño con una decepción paralizadora, pero se obligó a no demostrarlo. Taylor estaba muy emocionada con la idea de tener un hijo —solía decir que estaba a punto de cumplir 34 años y que deseaba ser madre lo antes posible—, y Montecarlos sintió que iba a decepcionarla.

Ella recién había cumplido 30, podía esperar un par de años. Pero, ¿y si le tomaba demasiado tiempo quedar embarazada? ¿Por cuánto tiempo podrían seguir manteniendo las esperanzas?





Se esforzó tanto en mantener una sonrisa y olvidar el tema. Aún tenían demasiado tiempo y según su calendario en una semana iniciarían sus días fértiles, así que mantendría todas sus dudas como un secreto y simplemente atacaría a su esposa hasta asegurarse de estar embarazada. Solo le quedaba rezar para que los entrenamientos no la dejaran tan agotada.

Mastermind || T. SWhere stories live. Discover now