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ADDISON.



Termino de alisarme el cabello y retrocedo un paso para verme por completo. Observo el vestido negro ajustándose a mi cuerpo, los enormes tacones de aguja y el brillante collar que Taylor me regaló hace media hora.

—¿Estás lista, cariño? —la rubia pregunta mientras entra a la habitación. Se supone que saldríamos hace media hora, pero aún no terminaba de maquillarme, y Taylor lo entendió perfectamente.

—No lo sé... —respondo, pasando ambas manos por mis caderas.

Las pisadas de Taylor me hacen apartar la vista de mi reflejo. Sus ojos se oscurecen mientras me recorre de arriba hacia abajo sin pudor alguno.

—¿Sucede algo? —pregunta, con la voz más ronca que hace unos segundos.

—Creo que voy a cambiarme —me muevo nerviosa, logrando que frunza el ceño—, ¿no crees que este vestido me hace lucir un poco...

Guardo silencio cuando me dirige una mirada seria que sacude todo mi interior.

—Addison, te juro que lo único malo que tiene el vestido es que me provoca querer lanzarte a la cama ahora mismo —declara con fuera.

Yo suelto una risa nerviosa, sintiendo ya como el calor sube a mis mejillas... y baja a otra parte de mi cuerpo.

Me aseguro que la marca morada de mi cuello esté bien cubierta antes de tomar mi bolso.

—Anda, vámonos. Se hará tarde —digo, desviando la conversación, pero ella nota el efecto que tiene en mí y deja escapar una suave carcajada.

Tomo su mano y la obligo a salir de la habitación. Ella me ayuda a bajar las escaleras con cuidado y ver nuestros atuendos combinados me hace sonreír.

—Tomemos una fotografía, Tay —le pido. Ella asiente complacida y sus brazos me rodean cuando llegamos a la puerta principal y saca su teléfono, extendiéndolo para que lo tome.

Coloco la cámara frontal y ambas sonreímos. Luego tomo otra donde sale besando mi mejilla, y luego otra donde saco la lengua.

—¿Puedo subirla?

—Por mi puedes mandar a hacer una camiseta con esas fotos —dice complacida. Retomamos nuestro camino al auto, donde se apresura a abrirme la puerta.

Me detengo y le beso la mejilla antes de subir al asiento trasero. Pronto está sentada a mi lado, sonriéndome con timidez.

—¿Por qué fue ese beso? —indaga mientras que nos abrochamos los cinturones de seguridad. El chofer enciende el motor y comienza a manejar en silencio.

—Creo que no sabes lo maravillosa que eres —le digo, tomándola por sorpresa. Taylor me sonríe aún más, toma mi mano y besa los nudillos.

—Tengo una ligera sospecha. Para tenerte de novia debo ser la mejor persona del mundo o la favorita de Dios.

De nuevo esa maldita sonrisa llena de calidez que me revuelve el estómago. Y justo cuando estoy apunto de besarla, de verdad se me revuelve el estómago.

—Detén el auto —pido, reprimiendo una arcada. Debe notar mi incomodidad porque de inmediato le pide al chofer que se detenga.

En cuanto mis pies tocan el suelo, termino inclinándome y vomitando en la orilla de la calle. Es vergonzoso pero no puedo detenerme.

Taylor aparta mi cabello y cuando finalmente estoy mejor, me sostiene desde atrás, asegurándose que no vaya a resbalar.

—¿Estás bien, cariño? —cierro los ojos mientras ella toca mi frente con cuidado—, no tienes fiebre. Volveremos a casa.

Mastermind || T. SWhere stories live. Discover now