22. Willow.

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'Show me the places where the others gave you scars'

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'Show me the places where the others gave you scars'

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Bajé el arma sin despegar de vista la mano de mi padre, que apuntaba con su pistola hacía la frente de Charles.

- Déjala en el piso.

Yo sin opción, le hice caso. Me agaché lentamente y dejé el arma en el pavimento.

Retiró el arma de encima de Charles, y así mismo, sus hombres bajaron las suyas también y dejaron de apuntarme a la cabeza. Yo derramé una lagrima por el sentimiento de alivio.

Observé a Charles rendida. Estaba asustado. Yo solo quería correr a sus brazos y pedirle perdón.

Y justo cuando pensé que la pesadilla había alcanzado su punto máximo, las palabras de mi padre resonaron en el aire, helando mis huesos.

- Llévenla al auto.- Ordenó con una frialdad que hizo estremecer mi espina dorsal.

Sentí como dos brazos me aprisionaban con fuerza, arrastrándome hacia la camioneta. Mis intentos de liberarme resultaron en vano, y en un momento de resignación, cerré los ojos, entregando al destino lo que sea que pase conmigo. Pero un brusco movimiento me trae devuelta a la realidad, como una descarga eléctrica. Abrí los ojos de golpe, y veo cómo Charles se acababa de abalanzar sobre el hombre que me tenia sujeta. Yo quedé libre, sin manos que me retuvieran.

- Charles...

- ¡Ana, corre!- Exclama.

Pero no lo hice, me quedé completamente inmóvil. Mis pies se sienten pegados al suelo, como si estuvieran anclados por el miedo.

- He sido muy buena persona contigo, Leclerc.

La voz de mi padre me hace girar la cabeza hacía su dirección. Veo cómo intenta sacar su arma nuevamente. Sin pensarlo, corrí hacía Charles, dispuesta a protegerlo, pero antes de que pueda llegar a su lado, un grito rompe el aire.

- ¡Papá, basta!

Es Camille.

Mi hermana apareció de la nada, interponiéndose entre mi padre y yo con una determinación que nunca antes había visto en ella. A pesar del miedo que estoy sintiendo, su presencia me hace sentir salvada.

- ¡Camille, muévete! - Gritó mi progenitor.

Pero Camille no se movió.

- Esto no era lo que acordamos.- Respondió ella con una calma sorprendente, cambiando completamente mi perspectiva frente a ella. La decepción se cernió sobre mí como un balde de agua fría.

Camille no estuvo en peligro en ningún momento, ella era la carnada.

- Camille, no me lo hagas más difícil.

Ley Ferrari | Charles LeclercWhere stories live. Discover now