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Danielle no se presentó nunca en la casa de Hanni.

Las chicas la habían llamado y escrito repetidas veces para saber dónde se encontraba, pero Danielle no contestó.

No fue sino hasta las 12 p.m. que supieron algo de la australiana, y es que a través de las historias de Instagram de los hermanos Yoon, Hanni supo que Danielle se encontraba con ellos.

Furiosa (y preocupada), hizo el intento de abandonar su propiedad para ir en busca de su amiga, mas Hyein y Minji lograron controlarla. Ellas también estaban inquietas, pero ambas novias habían bebido bastante y no era un buen momento para que alguna manejara.

—Estará bien, unnie. Dani sabe cuidarse —le había dicho Hyein en un intento de calmarla.

Aunque en el fondo, ninguna de las tres percibía las cosas bien, sintiendo la fiesta vacía sin la presencia de Danielle y Haerin, que parecían haberse puesto de acuerdo para actuar ajenas.

—¿Y sabes hacer de todo?

Por otro lado, Haerin hablaba cómodamente con Sejong, esta vez en su patio. Por supuesto que era una mentira que sus familiares vendrían a cenar, solo que aún no se sentía lista para regresar a la rutina normal. Si se juntaba con sus amigas, probablemente Danielle también estuviese, y como le dijo el tatuado, lo mejor era mantener distancia hasta que sus emociones, por sí solas, comenzaran a disminuir. No es que pensara que le dejaría de gustar Danielle, pero el mayor tenía razón: si menos la veía, menos la pensaba, y por ende, mejor se sentía.

Sus padres, como casi todos los fin de semanas, se habían ido y volverían el lunes por la tarde, así que tenía la libertad de tener a Sejong en su terraza, frente a la piscina, con un marlboro rojo en la boca.

—No sé si de todo, pero conozco bastantes recetas  —Haerin asintió jugando con su cabello, poniendo una expresión vergonzosa—. ¿Qué ocurre? ¿Quieres que te prepare algo?

—No...

—¡Si quieres! —comenzó a burlarse, mientras la otra se tapaba el rostro y le reclamaba—. ¡Eres una alcohólica, Kang Haerin!

—¡Claro que no! —negó—. Solo... Digo, si tengo un amigo barman... ¿no debería aprovecharlo?

Sejong estalló en risas mientras Hae se levantaba de su asiento para golpearlo en los costados.

—¡No te burles! —lloriqueó.

Luego de unos segundos de más carcajadas, Sejong la tiró de la playera y la sentó sobre el apoyabrazos de su silla.

—Está bien. ¿Qué desea la princesa? —dijo con mofa, cómodo con ella.

Esa era la palabra para describir su relación. Comodidad.

—Mmmhhhh... Un mojito.

—Vaya, con gustos internacionales, Kang.

—¡Déjameeeeeeeee!

—Está bien, está bien, y sí, puedo prepararte un mojito. Pero tendría que ir a casa por el ron y esas cosas. ¿Me esperas?

—No te preocupes, ya he comprado lo necesario, pasé al supermercado cuando salí de la escuela.

—Así que ya tenías planeado todo, eh —molestó, posando una de sus grandes manos en la espalda de la menor para que no cayera.

—Puede ser... —asintió, poniendo ojitos inocentes.

Y así, entre bromas y chanzas, fueron a la cocina.

Ella lo miraba hacer su obra maestra desde el mesón, sentada con los pies balanceándose en el aire.

Heterocuriosa (al peo) | Daerin AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora