CAPÍTULO 11

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                       CAPITULO 11

       
MENTIRAS DE VERDAD


—¿Qué haces aquí Frederick? — pregunto a la defensiva.

—Como suele decir usted yo pregunte primero...

Contesta con un tono que para nada me agrada. Ahora es cuando mis piernas empiezan a temblar y mi cerebro a funcionar a mil por hora, tenia un serio problema frente a mi, la palabra de Frederick tiene el mismo peso que el de la reina madre ante los ministros, y aunque a esta ultima no le agradará saber que he estado ocultando a un vampiro me mantendrá con vida de eso no hay duda, mientras que los ministros no desaprovecharían esta oportunidad para deshacerse de mí. Tengo que buscar la forma de salir bien librada de esto, de lo contrario este seria mi fin...o el de Frederick, porque solo uno saldrá bien librado de esta habitación.

—No estoy jugando Frederick, esta es mi habitación, y por ende usted tiene prohibido entrar aquí al menos que yo le ordene lo contrario— le espete.


—Yo, siendo prácticamente su mano derecha no puedo estar aquí, pero su enemigo jurado ¿sí? — vuelve a utilizar una expresión acechante y sarcástica.

—No me obligues a hacer algo que te condene...porque, aunque tu eres el mago real, te recuerdo que yo sigo siendo la reina, así que si quieres seguir viviendo...tú no viste nada— es la primera vez que amenazo literalmente de muerte a alguien, y es que bueno con mi nueva posición puedo permitirme ese tipo de amenazas, lastima que no pueda cumplirlas.

—Tranquilícese majestad, no he venido a buscar la muerte— dice levantando sus manos en el aire, haciendo que las mangas de su túnica caigan hasta sus codos. Camina hasta mi y se detiene a una distancia prudente antes de hablar— pero si a mi reina.

Su mirada esta fija en la mía. No sé que quiere decir exactamente con aquello, pero sé que probablemente no sea algo bueno.

—¿Qué está tratando de decir Frederick? — pregunto sin bajarle la mirada.

—Lo que escucho majestad. Sé perfectamente lo que ha estado haciendo, sé que esconde a un enemigo en su habitación, sé que ha salido del reino sin autorización, sé que asesino a Karina, así como también sé que en medio de su colchón esconde el elemento agua encapsulado por la misma Karina.

Mis labios se entreabrieron por la sorpresa, por el temor y por el impacto que causaron en mi sus palabras. Frederick lo sabía todo, Frederick lo sabe todo...esto es, imposible. Estoy perdida, no tiene caso que niegue nada sí él con sus propios ojos vio a Van, pero...

—¿Cómo sabes todo eso? — pregunto resignada ante la verdad.

—Umm, digamos que un mago sabe más de lo que debería, hace menos de lo que le toca y guarda secretos que definitivamente no le corresponden, pero aun así los guarda— dijo mientras avanzaba hasta uno de los sillones frente a la chimenea, se dejo caer en uno y por consiguiente yo en el otro.


—¿Entonces que harás? ¿Me delataras?

—¿Por qué lo haría? Mi deber es serle leal a la corona de Sun. Jure lealtad eterna a quien la portara, sea esta buena o mala persona, sí la corona la elige sus razones guarda, y yo solo debo acatar sus decisiones, y curiosamente te ha elegido a ti.


—¿Curiosamente? — pregunto dudosa, aunque a estas alturas no me sorprendería que él supiera quien soy en realidad.

—Curiosamente. Alison Malena Beaumont de Sunland— nuevamente quede en shock, había pronunciado mi verdadero nombre con las terminaciones de una reina...Frederick verdaderamente está enterado de todo. Todo.


—¿Cómo...? ¿Cómo me llamaste?

—Alison Malena Beaumont de Sunland. Majestad, no me vea como debería ver a ese vampiro, véame como a un fiel amigo, y si amigo es mucho como a un consejero tal vez. ¿Sabe? Mi estancia en el palacio no es solo para hacer pociones, es guiar a cada rey y reina por el camino que le corresponde, aunque claro a veces ellos solos llegan a su destino final y mi intervención no es necesaria, pero creo que en su caso es hora de que yo intervenga.


—Sea claro... ¿A qué se refiere?
—El caos fue traído para encontrar a los defensores de la calma, pero sí uno de esos defensores se une a ese caos ¿Qué cree que sucederá?

—Ni siquiera le entiendo...no lo sé.

—El caos reinaría, esa es la respuesta. En nuestro caso seria las sombras...usted es la seleccionada defensora de la luz, pero se ha unido a la causa de una criatura sombría, y esa oscuridad que a él lo caracteriza tarde o temprano terminara por corromperla a usted. Su fin sobre estas tierras esta mas allá que cualquier cosa que usted pueda imaginar...quizá este sea el inicio y el camino de la nueva era, una era en la que usted reinara, y más allá de sus anhelos de venganza debe actuar de forma cuerda y pensar en el futuro de su pueblo, un pueblo inocente que es gobernado y no tiene culpa alguna de las decisiones que dentro de este palacio sean tomadas.

Un remordimiento avasallador me invade por dentro. Frederick tiene mucha razón, toda la razón quizás...pero aun así mi padre tampoco tenia la culpa, y sin embargo lo sentenciaron. Los sentimentalismos me invaden, así como también me invaden las palabras de aquel gato amargado que resulto ser un vampiro: Los sentimentalismos te vuelven débil, son inútiles, y lo que no sirve se desecha.

Suspiro como recuperando fuerzas para hablar y encontrar las palabras idóneas para dirigirme a él:

—Bien. Me has descubierto, sabes quien soy, sabes cuales son mis propósitos, y no me extrañaría saber que tienes conocimiento de cada paso que doy, ya lo sabes todo. Solo me queda darte dos opciones o te unes a mi y guardas el secreto, o por el contrario te vas en mi contra, pierdes tu posición dentro del palacio, y por ende tu poder...y quien sabe con suerte tal vez hasta pierdas la cabeza.

Guarda silencio, lo cual me perturba mas, lo que me lleva a seguir hablando:

—Sabe que la persona que me trajo aquí no permitirá que yo baje de ese trono sin un heredero en brazos, y como ese heredero aun no existe, mi posición esta mas que asegurada ¿entiende?

—Entiendo que el ciclo ya comenzó. He llegado tarde a darme cuenta de lo que sucedía. Él ya la ha enredado en su telaraña, juega con su mente como a él le place y cualquier comentario que venga de mi parte será en vano— comenta con un tono de voz algo afligido, se levanta del sillón y lo imito por instinto— No pienso traicionar a mi reina bajo ningún motivo, no diré nada y no hare nada que usted no me pida, para servirle vivo, solo espero que todo esto sirva para forjar su carácter, y encuentre su verdadero camino. Quisiera que recuerde algo y téngalo muy presente por favor, cuando sienta que todo se le viene encima, que el poder se le esta escapando de las manos, o que por el contrario se esta apoderando de usted como la noche del día, búsqueme estaré presto para ayudarla. Recuerde que mi lealtad esta en la persona que porta la corona no en el nombre que le ha sido otorgado.

Frederick desaparece ante mis ojos dejando un rastro de humo verdoso y gris, dejándome completamente sola y llena de dudas y temerosa de que no vaya a cumplir su palabra.

***


—Vaya, me enfermo un par de días y de repente todos quieren ser tus leales súbditos — suelta Van con molestia.

Se lo conté todo, absolutamente todo, desde mi trato con Hansel hasta la visita inesperada de Frederick. No podía sola con esto, la ansiedad me impidió dormir en toda la noche, me la pase pensando en que en cualquier momento un guardia de Elite entraría por esa puerta y me asesinaría. No tenía más opción que contarle todo, él siempre analiza las cosas más que yo, siempre tiene un plan y siempre sabe cual es el siguiente paso que debemos dar.

Estoy frente al gran espejo de mi vestidor, haciendo tiempo para hablar con él mientras mis doncellas hacen la limpieza en mi habitación, él por su parte se encuentra de brazos cruzados, apoyado lateralmente al espejo que yace sobre la pared, mismo que tengo en frente.

—¿Leales? Lo de Hansel puedo entenderlo casi hasta creerlo, pero lo de Frederick no, simplemente no me cabe en la cabeza.

—Claro, es que el principito por tener la cara bonita no puede ser una mala persona ¿cierto? — siento el sarcasmo en sus palabras.

—Por favor, no empieces, Hansel no es alguien que me preocupe, no es alguien que me genere miedo o preocupación por lo que haga, pero Frederick he de admitir que me preocupa.

—No existe enemigo pequeño Lena, nunca debes subestimar a alguien por su posición o tamaño. Eso deberías ya tenerlo claro siendo el vivo ejemplo, de plebeya a reina de Sunland— se queda un par de segundos viendo la nada, no refuto pues en eso que dijo tiene razón— Frederick no es más que un corcel dentro del tablero, es ágil e imprudente, pero no letal, en cambio el principito tiene más peso, es de la realeza, por ende, tiene contactos, fue entrenado para liderar aun cuando no es el heredero al trono de su reino, aunque de convertirse en tu esposo seria aun peor. Ahora que sí Frederick tanto te molesta podría hacerle una cordial visita en sus aposentos, después de todo ya sabe que existo ¿no?

—No. Ni se te ocurra, tu acabas de decirlo, no puedes subestimar a nadie, y en comparación contigo, Frederick es mucho mas poderoso, te odia, por lógica te haría pedazos con solo mirarte.

—Por favor ten algo de sentido común, no iría precisamente a dialogar— dice mostrándome ligeramente sus colmillos, mismos colmillos que ayer me atravesaron la piel, causando un gran impacto en mi, y es ahora que se a lo que se refiere.

—Peor aún. Frederick podrá ser un simple mago, pero se guarda muchos secretos debido a su largo servicio dentro del palacio, podría llegar a necesitarlo en algún momento.

—Como quieras.

—¿Es todo lo que dirás? — pregunto con indignación, le acabo de contar que hay alguien dentro del palacio que sabe que él existe y que el traidor que llevo a mi padre a la ruina camina entre estos pasillos, y él solo me dice eso.

—No tengo nada mas que decir. Has decidido mover las piezas en el tablero dejando al principito a tu lado, y a Frederick del otro. Sin darte cuenta ya actúas como una verdadera villana, has hecho lo que yo haría, al enemigo se lo mantiene cerca, se lo estudia, se lo sigue y se lo acaba. De alguna forma has calculado bien tus movimientos, solo que ahora caminas sobre una cuerda floja, donde debes mantener el equilibrio o las cosas se saldrán de control. El principito, aunque se mantenga cerca de ti bajo ningún motivo debe saber quien eres en realidad, o todo tu plan se vendrá a bajo, y Frederick bajo ninguna circunstancia debe pensar que estas actuando en contra de tu pueblo o podría reaccionar de una manera impredecible.

Lógico, Van siempre tiene una forma para alinear una situación, y escapar de los problemas. Una razón más que prevalente que me hace mantenerlo a mi lado.

Bajo del podio y contemplo por ultima vez el frondoso vestido color lila que llevo puesto, es pesado, frondoso con un corsé que prácticamente es asfixiante, hoy se llevara a cabo mi primera audiencia con los ministros, y según Van debo imponer mi carácter tanto como mi presencia o serán ellos los que impongan sobre mi.

—Solo recuerda que una verdadera reina, no se deja intimidar. Tú tienes la voz, el mando, pero también ten presente tú posición en cuestión de poder y contactos, la reina sumisa debe seguir existiendo hasta que la rebelde tome fuerza...

—Les diré lo que quieren oír, y les hare ver que no represento ningún peligro...seré lo que ellos quieren que sea mientras sus ojos me observan y cuando menos lo esperen daré el golpe que los destruirá...

—Eso es lo que quería oír...

Van se desvanece en humo volviendo a tomar la forma de mi adorado gato negro, lo tomo entre mis brazos y avanzó con él hacia la puerta. Porque sí, en esta ocasión Van va a acompañarme, ahora no habrá invitados, solo seremos los ministros y yo, aunque claro la reina madre también estará.

Salgo de mi habitación con Cheng Cheng en brazos, las doncellas se acoplan a mi caminar en su habitual distancia de cinco pasos, manteniendo una rígida postura de sumisión y las manos estratégicamente acomodadas por delante. En esta ocasión los guardias no me siguen se mantienen rígidos custodiando la puerta de mi habitación, cosa que me parece muy extraña, ellos suelen seguirme cada que salgo, pero simplemente prefiero ignorarlos entre menos personas detrás de mi más aire respiro.

Camino por los pasillos decidida a enfrentarme a los que considero mis mayores tormentos, no tengo dudas, tampoco miedo, y a decir verdad las palabras de Frederick han influido en aquello: si la corona la elige sus razones guarda. Y sí la corona me eligió fue por algo...


Dos guardias que custodian el salón del trono abren sus puertas para mi. Los ministros están divididos en dos grupos de cinco, un grupo de cada lado de la alfombra dorada que esta en el suelo. Toman una posición rígida con la cabeza inclinada hacia adelante en señal de respeto en el momento en que me ven adentrarme en el salón. Avanzo decidida y con paso firme acariciando las orejas de mi felino aliado, casi puedo sentir su semblante severo y arrogante frente a los ministros quienes no dudan en mirarlo con desagrado.

Tomo mi lugar frente a ellos sentándome en el frondoso trono. Acomodo a Cheng Cheng sobre mi falda, quien no duda en tomar una postura bastante cómoda recostándose sobre mí, subiendo y bajando su cola mientras continúa observando a los ministros.

—Saludos majestad— ofrecen un saludo al unísono.

Respondo de manera cortante y ellos levantan la mirada, mantienen sus manos dentro de las mangas de sus túnicas, acomodadas estratégicamente delante de ellos.

—Es un gusto contar con su presencia majestad— el ministro de gobierno es el primero en hablar.

—¿Algo que alegar aparte de los halagos ministro?

—Por supuesto majestad, tenemos varios asuntos que tratar, como el incremento de impuestos, la seguridad alrededor de la capital, la remodelación del templo solwan, los preparativos para el recibimiento de la nueva era, entre otros...

Habla el ministro de gobierno con una sonrisa que no me gusta para nada. Esta tratando de ponerme a prueba, no tengo ni la menor idea de como tratar este tipo de asuntos, busca que se los encomiende para dejar en claro su capacidad y mi ignorancia. Pero no voy a permitírselo, admito que me sería de mucha ayuda sí la reina madre estuviera aquí para asesorarme, pero extrañamente no vino, y yo debo sobrevivir.

—Bien, trataremos cada uno de los temas poco a poco— hablo con autoridad— ministro de defensa, algo que alegar respecto a la seguridad de la capital— me dirijo a uno de los ministros mayores ignorando por completo al ministro de gobierno, mismo que muestra su desaprobación al ver que lo he dejado de lado.


El ministro de defensa alardea un poco sobre los planes que ha llevado en marcha mientras la reina madre estuvo al mando, y se muestra flexible ante cualquier sugerencia o cambio mío. Agradezco su gestión y apruebo que se sigan llevando las cosas como él las ha venido manejando hasta ahora, no hay que estudiar tanto como para saber que la manera en la que mantiene el orden en la capital es la correcta.

—Ministro de impuestos, ¿podría decirme a qué se debe el incremento de impuestos? — fijo mi mirada en el ministro mencionado, noto la tensión sobre el ministro de gobierno ante mi pregunta, incluso intenta responder para opacar la respuesta del ministro antes mencionado, pero lo ignoro por completo— sigo esperando su respuesta ministro.
Indago observando al ministro de impuestos.
—Majestad, usted sabe que se avecinan las fiestas por el cambio de era, es natural que los impuestos suban, necesitamos financiamiento para aquello— explica con torpeza, tanto que casi puedo oler el miedo en sus palabras.

—¿Y no contamos con suficiente oro en las bóvedas para eso? Necesariamente tiene que ir a quitarle lo poco que tienen los pobres para que los nobles se sirvan un banquete el día del cambio de era.

Se perfectamente que el palacio cuenta con bóvedas repletas de oro. Su fin al cobrar impuestos no es otro que malversar fondos y tomar todo para ellos. Aunque bueno, tengo que reconocer que no todos los ministros me parecen avariciosos, hasta ahora los únicos que me han demostrado su avaricia son el ministro de gobierno y el ministro de impuestos. Sin contar con la mirada acechante del ministro de artes oscuras. Tres malvados de diez, ¿no podrían ser más verdad?

Sé que debo mostrarme sumisa, y con lo que estoy haciendo solo me estoy contradiciendo a mi misma. Si quiero que esto salga bien debo dejar que reine su injusticia, pero también he de reconocer que me parece muy injusto lo que piensan hacer para financiar una fiesta que será mas disfrutada por los nobles y la realeza, que por el pueblo mismo. Cheng Cheng, o más bien Van, nota que estoy haciendo todo lo contrario que dije que haría, por lo que, de un momento a otro, se sienta sobre mi falda dándole la espalda a los ministros, me observa fijamente a los ojos y con disimulo niega con los mismos, dibujo una línea firme en mis labios y vuelvo mi mirada hacia los ministros.
La verdadera actuación, inicia ahora.

—Bien. Soy consiente de su sabiduría, y agradezco el esfuerzo que han hecho por mantener el reino estable después de la repentina muerte de mi padre— alego con una voz apacible— reconozco que he ascendido al poder siendo muy joven, y siendo sincera no me siento cien porciento capaz de sobrellevar mis obligaciones como reina, por ello me apoyare en ustedes confiando en que sus decisiones serán igual de sabias como las de mi padre. Dejare que se encargue de los preparativos para el recibimiento de la nueva era ministro de gobierno— asiente, y veo la malvaba satisfacción en su rostro, y admito que no lo soporto, así que sí lo que quiere es jugar al malvado triunfador yo también puedo jugar de encubierto— de la mano del ministro de defensa por supuesto.

Concluyo y en el mismo instante su sonrisa se borra, cosa que disfruto mucho.

—Majestad, puedo encargarme de aquello solo, no es necesario...

—Claro que es necesaria mi ayuda. El evento se realizará en la capital y mi deber es mantener el orden dentro de ella. Agradezco majestad esta gran oportunidad prometo que no voy a defraudarla— dice el anciano mientras hace una reverencia.

—Ya vio ministro— me dirijo al amargado ministro de gobierno— él esta más que presto a colaborar, en esta nueva era que se avecina todos debemos ayudarnos, confío en que harán un gran trabajo juntos. Ministro de impuestos, sé que su trabajo es algo agotador, comprendo que las gestiones deben ser estresantes, por lo que me gustaría que no se tome la molestia de visitar los barrios pobres del reino para recaudar impuestos, con que los nobles de todas las ciudades paguen me parece que será mas que suficiente ¿o que opina usted ministro de guerra? — no sé ni porque busco apoyo en el ministro mas serio y joven de la sala, pero lo hago, y espero no llevarme una desagradable sorpresa.


—Su majestad es sabia, y me parece una sugerencia ejemplar, por muchos años los nobles han sido exonerados de la paga de impuestos, retomar los controles ahora sería un gran inicio de un benévolo cambio para la nueva era que se avecina— apoya mis palabras, y yo le regalo una sonrisa sin despegar los labios.


—Excelente. Y dado que la idea le agrada me encantaría sugerir que se uniera al ministro de impuestos en la gestión de hacer que se cumpla la paga por parte de los nobles y que se exonere a las personas de bajos recursos— dictamino y el ministro acepta.

Si algo no tolero es el abuso, la negligencia, y la injusticia, ¿Qué corona tienen los nobles como para no pagar impuestos? ¿Qué mal han hecho los pobres para ser los mas ultrajados? Sí pienso llevar mi venganza a cabo no solo va a ser para hacerle justicia a mi familia, sino a todo aquel que a sufrido bajo el brazo de los dictadores.


—Con todo respeto majestad— interviene el ministro de impuestos— no creo que debamos imponer ante los nobles algo que perfectamente...


Sus palabras quedaron en el aire en el momento en que un guardia irrumpió en el lugar de manera imprevista. Las puertas se abrieron de manera brusca y el guardia parecía alterado.

—¡Majestad ¡— exclama alterado— debemos evacuar el palacio, se a perpetuado un ataque en los aposentos de la reina madre.

Sus palabras me helaron la sangre. No por el ataque a la reina madre, siendo sincera ella me da igual, lo que me altera es pensar que los vampiros que vi en Oceanía hayan logrado su cometido, y estén aquí por mí.

Los ministros se miraron entre sí mientras yo seguía sin saber que hacer exactamente. Estaba aterrada, a pesar de poseer el elemento luz, aun no me siento preparada para luchar contra alguien y menos contra un vampiro poderoso como me los describió Van.


Los ministros fingiendo o no preocupación sugirieron que los guardias de Elite se encargaran de mi protección, mientras ellos eran escoltados por los dos guardias que custodiaban las puertas del salón. Con nerviosismo tome a Cheng Cheng entre mis brazos y lo cargue mientras cuatro guardias de Elite me escoltaban hasta un lugar seguro.

Me escoltaron hasta una parte subterránea del palacio, el lugar donde se encontraban las bóvedas para ser más exactos. Bajamos por unas escaleras en forma de espiral y al bajar el ultimo escalón me recibió un pasillo de piedra liza que desprendía humedad, en las paredes había antorchas encendidas como la única fuente de luz del lugar. El lugar en efecto daba algo de miedo, pero no tanto como el que me causaba pensar que allá afuera pudiera haber vampiros invadiendo el reino y tomando posesión del palacio.


Al final del pasillo había una especie de portón dorado con forma circular. Uno de los guardias acerco su báculo hacia la puerta y lo incrusto en ella, y esta última lo adsorbió de inmediato. Una vez desapareció por completo el báculo frente a mis ojos, el guardia regreso su mirada hacia mi, como sí esperara que yo hiciera algo para abrir aquel portón, pero la realidad es que no tengo ni la menor idea de que debo hacer.

—¿Majestad? ¿Podría abrir ya? — habla en vista de que no reacciono.

Es obvio que si aquí se esconden las mas grandes riquezas del reino solo la familia real tiene el acceso, pero entonces ¿Cómo lo abro? Piensa Malena, piensa...

¡El elemento luz! Sí lo utilizo puede que se abra...y espero que funcione de verdad. Bajo a Cheng Cheng dejándolo en el suelo, y respiro tan hondo como mis pulmones me lo permiten. Debo concentrarme.

Cierro los ojos. Van dijo que elemento se concentraba en una chispa dentro de ellos, asique espero que no se haya equivocado. Levanto mi mano hacia el portón suelto el aire retenido en mis pulmones...y abro los ojos de golpe. Arden, arden como el día en que reforcé la muralla, arden de una manera intensa e inexplicable, puedo casi asegurar que el color en ellos se a intensificado. Mi visión ahora se ha teñido de un color amarillo intenso. Doy un par de pasos hacia el portón y poso mi mano sobre el, liberando el poder que en estos momentos hace que mis ojos ardan.
El portón se ilumino mientras mi energía se drenaba atreves de mi mano en un destello amarillo, color representativo del elemento que poseo. La luz que emanaba el portón al realizar tal acto hizo que los guardias tuvieran que cubrir sus ojos, mientras los míos permanecían totalmente abiertos sin molestia alguna.

Dada la intensidad de la luz el portón finalmente se abrió, dejándome ver el interior de este. Dentro además de los abundantes lingotes de oro yacía flotando el báculo del guardia, y fue cuando comprendí que si lo introdujo fue para asegurarse de que dentro no hubiera nadie, o algo que representara un peligro. Mis ojos se normalizan y mi visión igual.

—Majestad, aguarde aquí, vendremos por usted cuando nos aseguremos que el palacio es seguro— me dice el guardia después de tomar su báculo de la bóveda.

Asiento, mientras me adentro en la bóveda. Veo como uno de los guardias abre un portal con su báculo mientras los otros tres cierran el portón frente a mi dejándome supuestamente segura allí dentro. Es increíble lo rápido que se movilizan gracias a los portales, pero debo agradecerlo porque sino no me hubieran traído hasta aquí.Una vez todos se fueron aquel gato dejo de ser gato y su primera reacción fue:

—Estas loca ¿verdad? — pregunta con hostilidad.

—¿Por qué? Estamos bajo ataque y temo mucho que sean...ya sabes quienes.

—¿Y dejarte encerrar debajo del palacio te parece lo más seguro del mundo?

—Si, bueno no, pero es que no supe que hacer...no se que hacer—contesté con frustración.

—Pues yo si. Vas a abrir esta maldita bóveda, vamos a salir de aquí, y encontraremos un lugar donde los malditos ministros no sepan que estes, y donde nadie pueda encontrarte — me espeto exaltado.

Asiento, no protesto, porque como siempre tiene razón. En este momento el palacio no es seguro y acceder a quedarme debajo de el verdaderamente fue una estupidez.

Vuelvo a canalizar parte de mi energía en el portón y esta se abre sin mucho esfuerzo. Cada que intento algo nuevo después de una practica se vuelve mas fácil. Con ayuda de Van jalo de esta para que se abra completamente, dejándome ver del otro lado al mismísimo Hansel. No se como, pero me las arreglo para darle un empujón por los hombros a Van para que no asome su cabezota y sea visto por Hansel, Van cae detrás del portón que en estos momentos esta entre abierto y antes de que se le ocurra protestar hablo:
—¡Príncipe Renaldi! ¿Qué hace aquí? — exclamo lo suficientemente fuerte como para que Van lo escuche.

—En cuanto me enteré que hubo una emboscada en los aposentos de la reina madre, fui a buscarla al salón del trono, pero no la encontré en su lugar encontré a unos guardias me dijeron que por su seguridad la escoltaron hasta aquí mientras aseguraban el perímetro— explico rápidamente entre jadeos.

—Entiendo— digo con nerviosismo mientras ruedo mi mirada entre Van y su cara de molestia y Hansel con su cara de preocupación.

—¿Pero que hace fuera de la bóveda? Debe estar dentro por su seguridad...

Dice comenzando a avanzar hacia mi y cuando me doy cuenta ya estoy dentro nuevamente con Hansel frente a mí y Van a su espalda.

—Majestad, no sé exactamente lo que este pasando allá afuera, pero sí de algo estoy seguro es que este ataque nos demuestra que no solo estan detrás de usted sino también de la familia real.


Sus palabras me alteran, pero no tanto como el hecho de saber que Van esta detrás de él apunto de estrangularlo con sus manos dado que de hacerlo con la mirada ya se ha cansado. Y aun peor, sí esos vampiros verdaderamente lograron conseguir los elementos que yo aún no poseo y están aquí significa que ni todos los guardias de Elite del reino podrán contra ellos.

Holaaa!!!!

Este capítulo va dedicado a DayanLpez2 por el apoyo que le a brindado a la historia ¡Gracias linda!

Espero que el capítulo haya sido de su agrado.

Nos vemos el próximo lunes😉

Los quiere Evie♡

Los quiere Evie♡

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Sunland ¿Una princesa de la realeza?Where stories live. Discover now