CAPÍTULO 18

50 8 58
                                    

CAPÍTULO 18

LA VERDADERA USURPADORA

Los días avanzan con rapidez y con ellos se van cada una de mis ganas de querer reinar. Van se tomó muy en serio su tarea de entrenarme físicamente, tanto que no hay día en que no termine toda adolorida por lo extremo de los ejercicios. La primera semana se centró en mi resistencia, me hacía correr de manera que literalmente mi vida dependiera de ello, buscaba un animal lo suficientemente rápido y aterrador dentro del bosque luego lo embobaba con su magia y hacía que me persiguiera, él ni siquiera imagina la cantidad de veces que lo maldije mientras intentaba huir de esos animales. La segunda semana se tomó la molestia de correr a mi lado intentaba retarme a correr a su velocidad, lo cual obviamente era imposible, pero hacia mi mejor esfuerzo aunque eso significara terminar con las piernas como gelatinas, no conforme con eso después de correr por las tardes me hacía colgar de la rama de un roble con la finalidad de que intentara pasar mi barbilla por encima de la dichosa rama, lo cual los primeros días me resultó prácticamente imposible, mis pies danzaban en el aire mientras trataba de tomar impulso de alguna forma para poder hacerlo, pero siempre era lo mismo, me resbalaba y caía al suelo de espaldas con cada vertebra de mi espalda ardiendo por la fuerza y el dolor del impacto. No conforme con eso la siguiente semana no se rindió seguíamos practicando eso por las mañanas, hasta que mis manos y espalda decían basta, y por las tardes me obligaba a cargar rocas de diferentes tamaños de un lado a otro, mis manos terminaron sangrando el primer día, lo que hizo que se compadeciera y me dejara en libertad el resto de la tarde, pero mi alegría duro poco, porque al despertar el siguiente día, él estaba apoyado en el marco de la puerta principal con una tela blanca entre las manos...¡oh no! Efectivamente, eran vendas, él no iba a dejarme en paz hasta verme morir ¿no?

Termine nuevamente con la espalda hecha pedazos, las manos ni que se diga y el dolor muscular...ya ni siquiera sé sí tengo músculos o gelatinas.

—Vamos Lena, apenas estamos comenzando, no puedes rendirte, tus enemigos no te darán tregua hasta verte muerta ¿entiendes lo que te digo?

—Entiendo que el que va a matarme vas a ser tu— digo con voz jadeante, recostando mi espalda en el tronco del de roble. He estado cerca de pasar la barbilla por encima de la rama, pero al último segundo mis manos decidieron que hoy no sería el día y se resbalaron dejándome caer al frío y duro suelo húmedo.

—No digas tonterías, estamos a casi nada de llegar a la parte interesante en la que aprendes a controlar tus elementos, tu cuerpo esta casi listo...— asegura mientras se acerca a mi para tomarme por los hombros— inténtalo una vez más, saca fuerza de dónde nace tu ira y en lugar de rendirte recuerda la razón por la que ahora estás sufriendo.

Bajo la mirada, mientras trato de calmar mi respiración...esto no es por mí, ni por el poder, es por hacerle justicia a la familia que un día tuve.

Asiento y el me libera. Se hace a un lado y me da mi espacio, levanto la mirada hacia la rama, extiendo mis brazos hacia arriba, inhalo con suavidad antes de saltar y exhalo, esta vez lo voy a lograr. Salto, mis manos se aferran a la rama con fuerza, ignoro mi cansancio y el dolor de mis brazos, en este momento lo que me importa es superarme a mí misma y de forma literal a esa rama.

Tengo que lograr subir, tengo que dominar mi propio peso, pero para lograr eso debo utilizar hasta la última gota de fuerza dentro de mis brazos.

Cierro los ojos y uno mis piernas poniendo un tobillo sobre el otro. ¡Yo voy a poder! ¡Yo lo voy a lograr! Aunque sienta que puedo romperme en pedazos después de hacerlo ¡lo voy a lograr! Finalmente lo hago, abro los ojos y me veo a mí misma con el mentón por encima de la rama.

—¡Vez! No era tan difícil.

—No, nada más tenía que lesionarme las manos, hacer arder mis articulaciones, y....prácticamente quebrarme los brazos del dolor— digo al dejarme caer al suelo, por primera vez caigo de pie y no me golpeo la espalda, aunque el dolor en mis brazos es innegable.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora