CAPÍTULO 14

40 8 64
                                    

CAPÍTULO 14

BAJO TERRA

La pelea se estaba poniendo más agresiva, pero me despreocupaba el ver que eran alrededor de diez sacerdotisas contra los dos encapuchados. Sí las sacerdotisas los atrapaban o aún mejor, sí ellas los mataban tendría una preocupación menos, claro sí es que ellos eran...

—No, ellos no son quienes tu piensas. Es imposible que un vampiro vuele, y es aún más imposible que lo haga cuando el sol está presente.

—¿Puedes oír mis pensamientos? — pregunte aterrada, porque de ser así, creo que debería empezar a dejar de pensar, más por las cosas tontas que suelo pensar de él.

—No— solté un suspiro aliviado— pero puedo deducir lo que pasa por tu pequeña mente, y sé que lo primero que pensarías al ver a esos dos allá arriba es que son vampiros, pero te aseguro que no lo son, y menos los que viste en Oceanía, ningún vampiro es tan estúpido como para pisar Terra.

—¿Ah no? Pero tú estás aquí.

—Lo hice sin pensar, olvide que existía el maldito sol eterno aquí, solo me concentre en fastidiar al estorbo.

Ignoramos por completo la pelea que se estaba llevando a cabo en los cielos, pues cada vez me quedaba más claro que con las sacerdotisas no se juega y menos sí están dentro de Terra, dónde los dragones las acompañan como sus más fieles mascotas, mismos que están a nada de azotar con fuego a los dos encapuchados.

—Sí tú lo dices— solté con ironía—¿Qué haremos ahora?

—Avanzar. Avanzar con cautela, sin que nadie nos vea. La dichosa montaña aún está lejos, pero las sacerdotisas ahora están bastante ocupadas como para sentir rastro de tu magia...lo que significa.

—Que ya no quieres caminar y que quieres que abra un portal ¿no?

—No ya no quiero caminar y menos a tu ritmo. Sí por mi fuera, yo ya estuviera en la cima de la dichosa montaña, pero como no quiero cargarte, y tampoco...

Van se vio obligado a callar cuando vio que ya tenía abierto el portal en el tronco de un árbol a su espalda.

—Eficiencia debió ser mi segundo nombre— dije orgullosa al ver su cara de asombro.

—Claro, claro, solo cuando te lo propones Lena, solo cuando te lo propones...

En cuestión de segundos él y yo ya estábamos en la cima de la montaña más alta de Terra, pero con lo que no contábamos es que en ella no hubiera una copa sino la entrada a lo que parecía una cueva. El exterior se veía iluminado por el brillante sol que parecía hacerse uno con la montaña, pues la cueva se encontraba exactamente ahí lo que impedía ver detrás de la montaña. Por su segundo pensé en abrir un portal detrás de la montaña, pero no podría, solo puedo abrir portales hacia lugares que he visto previamente o que al menos imagino, pero no sé y tampoco logro imaginar que hay detrás de la montaña.

—¿Y cómo se supone que vamos a ver detrás de esto? — pregunto Van con hastío señalando la entrada a la cueva frente a nosotros.

No dije nada, porque yo también me estaba haciendo exactamente la misma pregunta. Ignorando por completo a Van, siguiendo, no lo sé, un instinto tal vez...me adentre a la cueva, es extraño, porque a pesar de que claramente nunca he estado aquí, sentía que este lugar me era familiar. La cueva es iluminada por la luz solar del exterior, pero entre más me adentro, noto que las paredes rocosas están marcadas por garras, además de tener marcas negruzcas como las que dejan las llamas al chocar en ellas, lo que me confirmó que esto no era una cueva cualquiera, me había metido en la cueva...de un dragón.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora