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LOUIS

24 horas antes

Taylor, mi jefa, estaba sentada en una silla de su despacho, mientras su estilista le recogía el cabello. Yo me senté con las piernas cruzadas en su sofá con mi iPad, tomando notas para ella. Krista dirigía la agencia deportiva de relaciones públicas más ilustre del país y nunca dejaba de trabajar.

Sus ojos permanecieron cerrados mientras preguntaba―: ¿Jenny patinará en Tokio la próxima semana?

Revisé su expediente.
―Los médicos dicen que puede patinar, pero estamos esperando la decisión de su entrenador.

―Mantente al tanto y avísame si compite. Si lo hace, quiero que le enviemos flores y me gustaría llamarla.

―Tomo nota.

―¿Dónde estamos con el acuerdo de patrocinio de Mike para esa bebida deportiva?

―Aún no tengo noticias de los abogados de la otra parte.

―Dame un recordatorio mañana para llamar a nuestro equipo legal.

―De acuerdo.

―¿Tengo entradas para el partido de los Wolves de mañana por la noche?

―He hablado con la oficina central. Quieren saber si quieres asientos a la altura del hielo o si quieres estar en el palco familiar.

Los ojos de Taylor se abrieron y se entrecerraron en mi cara.

―Palco familiar. ¿Quieres asistir conmigo?

Apreté los dientes. De todos los deportes que odiaba, el hockey era el peor.
No había nada redentor en el juego, y Taylor sabía cómo me sentía.

―Tengo que trabajar un turno en el bar.

Era parte de mi trabajo asistir a un cierto número de eventos deportivos con Taylor. Ella sabía lo mucho que odiaba el hockey, y hasta ahora, en dos años, sólo había asistido a un partido. Esperaba mantener esa racha de suerte.

Miró su reloj.
―¿No se supone que Harry ya debería estar aquí?

Me esforcé por no reaccionar ante la mención de su nombre. Me enorgullecía de no haber caído nunca preso de los encantos de los atletas que desfilaban por esta oficina. No me costaba nada mostrar total indiferencia ante la clientela mayoritariamente masculina que cruzaba nuestras puertas, excepto uno.

Harry Styles.

El tipo se metió bajo mi piel. Era encantador como el infierno.
Estúpidamente guapo con sus ojos verdes y su cabello rizado. Cuando se trataba de travesuras salvajes, él era el mayor delincuente de todos. Que me pareciera atractivo era un secreto mortificante que me esforzaba por ocultar.

Normalmente, encubría mis sentimientos con una hostilidad al límite.

Consulté mi reloj.
―Hace cinco minutos.

El teléfono de Taylor sonó. Contestó, dejando el teléfono en altavoz.

―Harry, ¿dónde estás?

―Taylor. ―Rodó su nombre con su acento ruso―. Me he topado con un obstáculo.

―Sabes que odio los contratiempos. Se supone que debes estar en el escenario con Mark Ashford en menos de una hora, mientras acepta un premio para los Wolves.

―¿Por qué la gente planea las galas para el miércoles por la noche? Es estúpido.

―¿Dónde estás?

Hubo una pausa embarazosa y luego soltó una media carcajada.

―No preguntes.

―Harry Styles ―lo regañó.

That's The Way Love Goes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora