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HARRY

Louis se paró en la puerta del baño, con una camiseta colgando hasta sus muslos, cubriendo las partes más deliciosas de él. Desde mi lugar en la cama, lo miré con interés. Se sonrojó al cruzar la habitación y subir a mi lado. Me entraron ganas de reír cuando se metió en la cama y se tapó hasta la barbilla con las mantas.

Me puse de lado y apoyé una mano en su estómago.

―Sé sincero. ¿Te excita tu nuevo marido Frankenstein?

Sus ojos se abrieron de par en par.
―No.

―Oh, bien. ―Me incliné hacia delante y le di un beso en la boca. Me dolió mucho en la cara, pero no me importó.

―Espera. ―Echó la cabeza hacia atrás, poniendo una distancia no deseada entre nosotros―. Deberíamos hablar.

Palabras que un hombre nunca quiere escuchar. Deberíamos hablar. Asentí y apoyé la cabeza en el codo.

―Entonces, habla.Cuanto antes acabemos con esta charla, antes podremos retomarla donde la dejamos esta mañana.

Se quedó mirando al techo, pensando.
―No sé si deberíamos, ya sabes… ―Su mirada recorrió mi rostro antes de pasar por encima de mi hombro.

Tenía tantas ganas de tomarle el pelo, pero me daba cuenta de que esta conversación le estaba costando.

―¿No crees que deberíamos terminar lo que empezamos esta mañana?

Sus mejillas se tiñeron de calor.
―Estaba pensando....

Esperé unos instantes, pero él no añadió nada a su críptica declaración.

―¿En qué estabas pensando?

―Ya sabes.

Le aparté el flequillo de la frente.
―No lo sé a menos que me lo digas.

Respiró hondo.
―Decidimos que este matrimonio sería más una situación de compañeros de cuarto.

Antes de darme cuenta de lo mucho que te quería.

―Correcto.

―Y se supone que esta situación sólo durará hasta el final de la temporada.

Hasta que te renueven el contrato.

―Ese fue nuestro acuerdo.

Se volvió y me miró fijamente. Pude ver emociones arremolinándose en el fondo de su mirada.

―Me gustas.

Le devolví la mirada solemnemente.
―Tú también me gustas.

―Tengo miedo.

El hecho de que admitiera abiertamente que nos temía fue como un puñetazo. Me esforcé por mantener una expresión benigna.

―¿De qué tienes miedo?

Sus dedos nerviosos arrancaron la tela de la colcha.

―Creía que esta situación iba a ser que viviéramos como compañeros de piso, pero actúas como lo haría un marido de verdad.

―Soy tu verdadero marido.

―Pero me hace tener esos sentimientos. Y sé que dentro de un año, esos sentimientos serán difíciles de dejar ir. No quiero encariñarme más.

―Tienes miedo de que te hagan daño.

Respiró hondo.
―Estoy seguro de que voy a salir herido. Estoy tratando de controlar lo herido que estaré al final de esto.

That's The Way Love Goes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora