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LOUIS

Había pensado mucho en el regalo de Navidad de Harry y me pasé un par de horas de almuerzo comprándolo. Era un jersey de cachemira azul marino con cuello en V. Vi con expectación cómo lo desenvolvía. Parecía emocionado y me dio un fuerte beso y un largo abrazo cuando recibió su regalo. Me sentí bien con mi regalo hasta que él me dio el mío.

Harry me compró un auto. Un flamante todoterreno Porsche gris. Exclamé, lo llevé a dar una vuelta con los perros y le di las gracias repetidamente, pero la verdad es que, una vez más, me sentí como si me hubiera quedado corto como compañero. Me sentía fatal por no haberle hecho un regalo mejor y, cuando todos estaban en la cocina preparando la cena para nuestros invitados, me metí en el dormitorio para procesar mis sentimientos.

Su regalo ejemplificaba lo inadaptados que éramos. Cada vez que sentía la esperanza de que pudiéramos avanzar en nuestra relación, volvía a recordar lo desiguales que éramos como pareja. No lloré, pero salí de la cocina porque necesitaba controlar mis emociones.

Sniper estaba tumbado en la cama, con la cabeza en mi regazo, mientras yo intentaba averiguar por qué me sentía tan triste. Cuando la puerta se abrió detrás de mí, supe que era Harry, que venía a buscarme. Se sentó a mi lado y me estudió.

―¿Qué pasa?

Sonreí y negué con la cabeza.

Me tomó la mano.
―Dime.

―Creo que debería haberte comprado algo más que un estúpido jersey.

La sorpresa cruzó su rostro.
―Me encanta mi jersey.

―Todo lo que hago es pequeño. Quiero hacer cosas grandes por ti.

Su sonrisa iluminó la habitación.
―¿Te gusta tu auto nuevo?

―Me encanta.

Se encogió de hombros, todavía divertido.

―Me encanta mi jersey y a ti te encanta tu auto. Creo que estamos en paz.

―Ya sabes lo que quiero decir.

Se quedó pensativo.
―Yo siento que no estoy dando lo suficiente de lo que importa.

Nuestras miradas se cruzaron. Hablaba de amor. Y de compromiso.

―Acepto esto como lo que es.

―No he conocido a nadie como tú. ―Jugó con mis dedos―. Si pudiera llegar hasta el final, sería contigo.

Me estaba haciendo saber que nada había cambiado, que esta relación seguía teniendo fecha de caducidad. Me tragué el nudo triste que tenía en la garganta.

―Lo sé.

―Soy yo el problema.

Sabía que estaba luchando.
―¿Esto tiene que ver con tu madre?

Sonrió, triste.
―Sí. Mi mamá y mi pasado.

Sentí tanto amor en mi corazón por este hombre, que casi no podía respirar.

―Iré tan lejos como tú quieras ir conmigo.

No se trataba sólo de sexo. Se trataba de mí, sin importarme que pudiera quedar destrozado al final de esto. Quería dárselo todo para no vivir con remordimientos.

Sus ojos reflejaron su alivio. Se inclinó hacia delante y me dio un beso en los labios.

―Gracias.

―¿Qué están haciendo los chicos?

Se quedó pensativo.
―Liam es un soldadito diligente cocinando una tormenta bajo la supervisión de mi madre. Zayn está molestando con los perros, molestando en general y haciéndome reír.

That's The Way Love Goes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora