4. Seres insaciables

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🌷Capítulo cuatro🌷
“Seres insaciables

Jael Miller•

De repente, la veo. Está de pie frente a una pintura, veo su figura esbelta y elegante contrastando con la seriedad de su expresión. Me detengo en seco, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción. Es ella, la chica que ha ocupado mis pensamientos desde que la vi en el parque.

Ella se destaca en la galería de arte como una obra maestra entre lienzos, una presencia que no se puede ignorar. Viste una blusa blanca de manga larga que parece fundirse con su piel, y sus pantalones negros abrazan sus piernas con la misma delicadeza con la que un pincel toca el lienzo. Sus zapatos bajos de color marrón completan el conjunto con un toque de tierra y naturaleza. Su cabello castaño cae en suaves ondas sobre sus hombros. Sus ojos verdes, son como chispas de esmeralda en un mar de lienzo blanco, brillan con una intensidad que eclipsa incluso las obras más deslumbrantes de la galería. Un sutil toque de maquillaje resalta la suavidad de sus rasgos, como los trazos finales de un artista, con un par de pecas rodeando su cara.

Mientras la observo, me encuentro sumergido en un torbellino de admiración y curiosidad. Cada detalle de su apariencia es una pincelada en el lienzo de mi mente, una imagen que no puedo dejar de contemplar. Y en este momento, sé que estoy frente a algo verdaderamente extraordinario, algo que desafía toda descripción y entendimiento convencional.

La observo desde la distancia, cautivado por su presencia. Su belleza es como una melodía suave que resuena en mi alma, incluso en esas grietas que arden, en esas heridas que me consumen.

De pronto ella se voltea desde su posición y me mira. Su mirada verde y profunda  parece leer mi alma y descifrar mis más profundos anhelos.

Me acerco a ella, con la esperanza de entablar una conversación, pero cuando estoy a punto de hablar, ella se dirige hacia mí con una mirada fría que me corta las palabras en seco.

—¿Por qué me estás siguiendo? —pregunta, su voz es dura y directa, como un cuchillo afilado cortando el aire entre nosotros.

Me siento como si me hubieran atrapado con las manos en la masa, sin una excusa creíble para dar. Trago saliva nerviosamente, buscando las palabras adecuadas para responder.

—No te estoy siguiendo —digo finalmente, tratando de mantener mi tono lo más firme posible a pesar de mis propias dudas—. Solo... estaba... buscando algo.

Mi respuesta parece no convencerla en lo más mínimo. Sus ojos verdes me miran con desconfianza, como si estuviera tratando de descifrar si estoy mintiendo o no. Me siento incómodo bajo su escrutinio, como si estuviera siendo juzgado por alguien que apenas conozco.

—¿Qué estabas buscando? —pregunta de nuevo, su voz es un eco frío en medio de la galería silenciosa.

Trago saliva de nuevo, sintiéndome atrapado en una red de mi propia creación. No puedo revelar la verdadera razón por la que la he estado buscando, no puedo admitir que su presencia me ha obsesionado de una manera que no puedo explicar. Pero tampoco quiero mentirle, no quiero empezar con el pie izquierdo.

—Estaba... buscando... respuestas —digo finalmente, sintiendo cómo las palabras salen de mi boca con dificultad—. No sé quién eres, pero algo en ti me intriga. Quiero saber más, quiero entender por qué... por qué siempre estás en mi mente…

Ella me mira con incredulidad, como si no pudiera creer lo que está escuchando.

—¿Qué te parece esta obra? —pregunto, intentando encontrar un tema de conversación neutral.

Ella mira la pintura con indiferencia antes de encogerse de hombros. —Es interesante, supongo —responde con desgana.

Intento no desanimarme por su falta de entusiasmo y continúo buscando formas de conectar con ella. —¿Te gusta el arte? —pregunto, esperando que esta pregunta pueda llevar a una conversación más significativa.

Abrazado A Ella [Libro I]Where stories live. Discover now