8. Preguntas

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🌷Capítulo ocho 🌷

"Preguntas"

Jael Miller•

Camila se aparta suavemente de mí, una sombra de incomodidad cruzando su rostro. Me siento como si estuviera en una cuerda floja, tratando de mantener mi equilibrio emocional mientras intento descifrar sus palabras.

—Jael, gracias por... pero... —comienza, su voz vacilante, y siento mi corazón hundirse en mi pecho.

¿Qué está pasando? ¿Qué hice mal? Mis pensamientos giran en mi mente, buscando desesperadamente una explicación a su rechazo repentino.

—Lo siento mucho —respondo, tratando de ocultar mi decepción tras una máscara de neutralidad—. ¿Quieres que te lleve a casa?

Mando a traer mi carro, mientras les envío un mensaje a Eric y Alessandro, excusándose por mi ausencia.

Camila se deja llevar mientras la tomo suavemente de la mano, y juntos nos dirigimos hacia el carro. El contacto de su piel contra la mía envía un escalofrío por mi columna vertebral, pero no puedo evitar notar la tensión que cuelga en el aire entre nosotros. Tomo las llaves del carro y abro la puerta del pasajero para ella, y una vez que estamos dentro, cierro la puerta con cuidado detrás de mí.

El silencio pesa sobre nosotros mientras arranca el motor y nos adentramos en la noche. El ruido del motor es lo único que rompe la quietud, y aunque me gustaría poder decir algo para aliviar la incomodidad, encuentro mis palabras atrapadas en mi garganta.

Camila no habla en todo el camino, y me pregunto qué estará pensando en este momento. ¿Está enojada? ¿Triste? ¿Arrepentida? La incertidumbre me consume, y desearía poder leer su mente para saber qué está pasando por su cabeza.

Finalmente, llegamos a su casa, y el motor se apaga con un suspiro de alivio. Me quedo sentado en el asiento del conductor por un momento, sin saber qué decir ni qué hacer a continuación. ¿Debería despedirme de ella aquí mismo? ¿O debería ofrecer llevarla hasta la puerta?

Finalmente, tomo una decisión y me vuelvo hacia ella, encontrando su mirada con la mía.

—Camila... —comienzo, pero las palabras se atascan en mi garganta, y me veo obligado a tragarme lo que sea que estaba a punto de decir.

Ella me devuelve la mirada, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de emociones que no puedo descifrar. ¿Qué está pensando en este momento? ¿Qué debería hacer?

Sin esperar su respuesta, salgo del carro y me dirijo hacia su puerta, abriéndola para ella con un gesto silencioso. Ella me mira por un momento, como si estuviera a punto de decir algo, pero luego baja la mirada y sale del carro sin decir una palabra.

Nos quedamos parados frente a su casa por un momento, envueltos en un silencio incómodo que parece llenar el espacio entre nosotros. No sé qué decir, ni cómo reparar lo que sea que se haya roto entre nosotros, pero sé que no puedo dejarla así.

—Espero que te sientas mejor pronto —murmuro finalmente, buscando romper el silencio—. Si necesitas algo, no dudes en llamarme.

—No te preocupes.

La miro fijamente. —Claro que me preocupo, chica —mi corazón late con fuerza mientras pronuncio cada palabra—. Me preocupa ver esos ojitos verdes así... ¿Qué te pasó? ¿Fue por lo de la entrevista?

—Hay un sendero en una montaña cerca de Toronto que siempre he querido explorar —dice cambiando de tema—. ¿Te gustaría ir a caminar conmigo allí? No necesitamos llevar carro ni nada, solo nosotros y la naturaleza, en la tarde, a las 4.

Abrazado A Ella [Libro I]Where stories live. Discover now