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Minjeong

Me senté en el sofá de Minju y suspiré.

—Es agotador. Gracias a Dios tengo un día libre o sino me arrancaría los pelos uno a uno.

Minju rió por mi comentario y me dio uno de los vasos con limonada.

—Perdón por haberte llamado el otro día, no sabía que hacer con la yegua recien nacida y eras mi única opción.

—No te preocupes, son dificiles de tratar cuando son bebés. Con el tiempo irá mejorando.

—Gracias, Min —sonrió—. Y bueno, cuéntame que tal estos días con los Yu.

—No sé como lo hace el señor Minho para no acabar desquiciado con una hija así. No hace caso a nada de lo que le pide.

—¿Habeis tenido peleas?

—No peleas como tal, pero si que hemos tenido momentos de discusión. El día que me llamaste acababa de fingir que se estaba ahogando en la piscina y me tiré con traje a sacarla, o ayer que hubo un malentendido y me hizo una escena porque pensaba que estaba liada con una trabajadora de su padre. ¡Por Dios! Y muchas más cosas.

—¿No estas liada con ella? —bromeó.

—No tengo yo nada mejor que hacer —ironicé.

—Vaya, es un demonio realmente.

—Es muy difícil de llevar —suspiré—, todo sea por mi padre. ¿Y tú cómo vas?

—Bien, con la granja todo en orden. El negocio cada vez aumenta más.

—Sabes que si necesitas ayuda con cualquier cosa puedes decirmelo.

—Lo sé, llevas ayudándome mucho tiempo, pero creo que a estas alturas la que debería pedir ayuda eres tú —dijo riendo.

—Ja ja, qué graciosa. Igualmente que no te sepa mal pedirme ayuda. Te mereces que te echen una mano si lo necesitas, Minju. No te fuerces tanto —sonreí.

Mi teléfono empezó a vibrar y me extrañó, lo agarré y no tenía guardado el número.

—¿Dígame?

—Hola Minjeong, soy Melinda, la ama de llaves de los Yu.

—Claro, dime. ¿Pasó algo?

Minju frunció el ceño confusa por esas palabras.

—Sé que es tú día libre pero... ¿Podrías venir? Karina esta empeñada en salir y el señor Yu no esta en casa, aun no hemos encontrado a nadie que te cubra. Si no puedes venir lo entendería.

Cerré los ojos con fuerza. Paciencia.

—Sí, claro que puedo. En veinte minutos estoy ahí.

Colgué el teléfono y miré a Minju con un puchero.

—¿Qué pasó?

—Que necesito que me mates o algo —fingí un yanto.

—¿Tienes que ir a trabajar, verdad?

Suspiré.

***

Karina

—Mel, me voy ya. Avisa a mi padre de que ceno fuera.

—Espera un segundo, señorita Yu.

—¿Qué pasa?

En ese momento entró Minjeong por la puerta de la cocina, solo que esta vez no iba de traje. Iba con ropa informal. Una camiseta holgada, un pantalon verde oscuro ancho y el pelo recogido en un moño.

Protecting Yu | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora