ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 19

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Las cosas en la prisión no podían haber estado mejor, su tito era fuerte como un roble y nada parecía lo detendría por un buen rato para la alegría de todos

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Las cosas en la prisión no podían haber estado mejor, su tito era fuerte como un roble y nada parecía lo detendría por un buen rato para la alegría de todos.

Todo esto, para alegría de Lili que caminaba por los pasillos de la prisión con una extraña muñeca de trapo que con ayuda de Leah había hecho para Sophia. Sonreía sin dejar de mirar el objeto en sus manos con la ilusión de que a la niña le gustara, deseosa de ver su mirada de felicidad.

―Hey, Lili ―la voz de Carl a sus espaldas la hizo detenerse, el niño corrió hasta posicionarse a su lado sosteniendo su sombrero―. ¿Dónde vas?

―Busco a Sophia, tu mamá dijo que estaba afuera con los demás.

― ¿Te puedo acompañar?

Lili sonrió y Carl por alguna extraña razón se sintió embobado bajó aquella mirada, sacudió la cabeza, confundido.

Tal vez estoy enfermo, pensó.

―Vamos ―sin que la sonrisa desapareciera Lili empezó a caminar en busca de la salida con Carl a su lado. Ninguno decía nada, pero ambos se sentían cómodos.

El invierno los había unido más, aunque, siendo sinceros desde la granja ambos disfrutaban compartir con el otro o bien permanecer a su lado en silencio, algo extraño viniendo de niños, pero el mundo había cambiado y, de cierta forma, ellos con él.

―Hola, niños ―una voz desconocida sobresalto a Lili, a su lado Carl que ya los conocía desenfundo su arma y no dudó en apuntarles.

―Tranquilo ―habló el grandote levantando sus manos en son de paz.

―Lili ―ante su llamado ella no dudo en resguardarse detrás de Carl ―. Papá dijo que no podían estar aquí― vociferó sin dejar de mirarlos.

Estaba listo para disparar de ser necesario, no dudaría en hacerlo. No dejaría que nada le pasara a Lili o a cualquiera de su grupo, su pequeña mano no temblaba ni su voz, no como antes. En su cuerpo aún recorría la culpa de la muerte de Dale. Su padre e incluso Leah le habían dicho que no era su culpa, pero sí lo era, ellos habían dicho que "era tan solo un niño", lo era, pero ya no se sentía como tal. Pudo haber hecho algo más no lo hizo.

―Ya están muy cerca ―escuchó la voz de su padre acercándose―, Carl y Lili vengan. Ustedes no se acerquen más.

Carl guardó su arma y junto con Lili corrieron hacía los otros, Rick se aseguró de resguardar a ambos niños con su cuerpo. Su ceño fruncido iba dirigido hacía los dos hombres frente a él como filosas navajas.

―Teníamos un acuerdo.

―Por favor, señor, lo sabemos. Hicimos un trato.

A sus espaldas, Glenn y Leah bajaron de la torre donde habían pasado la noche, ambos atentos a la situación.

ᴍɪᴅɴɪɢʜᴛ | ᵀʰᵉ ʷᵃˡᵏⁱⁿᵍ ᵈᵉᵃᵈWo Geschichten leben. Entdecke jetzt