Linaje Negro: DESTINO (Serie Linajes)

Capítulo 23

Tengo el estomago completamente revuelto.

No he podido dejar de mirar fijamente a la mujer frente a mí que se parece tanto a la mujer del carruaje; aunque, he podido notar algunas diferencias muy sutiles entre ambas, especialmente sus ojos. Los de aquella mujer eran de un tipo de verde, como el de las hojas de los pinos, y su mirada estaba cargada de tanto odio y desprecio, en cambio, Sonya, la esposa de Velkan tiene unos hermosos ojos verdes grisáceos que desprenden amor y ternura. Aunque la he estado mirando fijamente, ella no ha mostrado incomodidad, por el contrario, me ha dado miradas comprensivas y sonrisas consoladoras. También noté que hay un pequeño lunar a un lado de su boca, lunar que la otra mujer no tenía, y su cabello es un poco más oscuro y liso.

Me pregunto cuántos años tendrán todos, si mis cálculos son correctos, esos sueños pasaron un siglo atrás, y según escuché antes, la mujer del carruaje es la gemela de Sonya... eso quiere decir que...

Paso mi mirada sobre todos los Brahms, buscando señales que delaten aproximadamente cuántos años de vida tienen, pero o son Inmortales o tienen la fuente de la juventud en sus grifos porque se ven jóvenes. El padre, Velkan, luce como un hombre a principios de sus cincuenta años, Sonya luce mucho más joven que mi tía, y Monse tiene cuarenta y nueve años. Kellan, luce como un hombre mitad de sus veinte, Kenneth y Kenny a principios de sus veinte y los otros os, Killiam y Keyner lucen de dieciocho o menos; pero, en mis sueños de hace más de un siglo ellos lucen exactamente igual.

¡No envejecen!

Las otras mujeres, Crystal y Betsy, a quienes no he visto hasta ahora en mis sueños, me miran con sonrisas abiertas y sinceras, como su me conocieran y estuvieran feliz de verme. En realidad, ninguno de los Brahms ha dejado de verme, anque tratan de prestar atención a las palabras de mi tío, las historias de mi tía y los chistes de mis hermanos, sus miradas siempre se desvían hacia mí.

Corrijo, casi todos los Brahms me miran, Kenneth no ha dejado de ver a mi prima, su mirada está completamente concentrada en ella, como si lo asombrara y desconcertara a la vez, su ceño se frunce de vez en cuanto, especialmente cuando mi prima le rueda los ojos e ignora.

—...Fueron buenos tiempos, mi hermano era una persona muy aventurera, recuerdo que siempre decía que el bosque lo llamaba, que sentía como su alma conectaba con la naturaleza.

Trago con fuerza cuando los recuerdos de los días de acampada con mi padre regresan a mi memoria. Todas aquellas noches de diversión, de contar estrellas, cuentos y asar malvaviscos. Luego aquellas mañanas de ir de caza o pesca, de recorrer senderos y buscar insectos, de ver a mamá preparando sus recetas en leña, de nadar en el lago, subirnos a los arboles y correr como locos apostando quien podría alcanzar tal colina primero.

—Creo que el amor por la tierra y por los animales lo heredamos de nuestro padre, pero mi hermano estaba mucho más en sintonía con estos. Era impresionante como podía entender a una criatura enferma, asustada o en peligro, y como éstos respondían asertivamente a él. Mi cuñada también era impresionante, ella sabía y conocía sobre hierbas medicinales y tratamientos. Si cualquiera de nosotros se enfermaba, ella sabía que debíamos tomar para mejorarnos. Era increíble.

—Todos tres se la pasaban en el campo, Ary no podía perderse una acampada, incluso enferma rogaba y lloraba por ir. Creo que ella heredó ambas cosas de sus padres, el amor por la naturaleza y la sabiduría y conocimiento de ésta de su madre. —Mi tía Monse sonríe con nostalgia al recordar a mis padres. No puedo evitar que mis ojos se nublen un poco, ya que fue precisamente el fin de semana que no fui con ellos, que los perdí.

***

Viernes 15 de abril de 2005, 8:00 am

—Pero yo quiero ir, déjame ir, por favor, papi.