Extracto del diario de Kellan Brahms

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28 de mayo 1840

Hoy no ha sido un buen día para la manada.

Mejor dicho, no han sido unas buenas semanas.

Hemos sido atacados por Itzalas y varios de nuestros hermanos han muerto. Karl y otros cinco machos fueron a la frontera para ayudar a nuestra manada vecina con las desapariciones de varias lobas y cachorros, pero lo que encontraron fue una emboscada de Itzalas, lucharon fuertemente, pero tres de mis hermanos murieron a manos de esos lobos que han perdido toda su humanidad.

Los Itzalas son fuertes, despiadados y totalmente agresivos. Por lo general andan en manadas muy pequeñas, pues tienden a pelear entre ellos, pero Karl dice que nuestros hermanos y los hermanos de la otra manada fueron atacados por diez Itzalas; papá está bastante confundido y preocupado, un grupo tan grande de estos despiadados lobos no augura nada bueno. Hemos tenido que reforzar la vigilancia de nuestra aldea, aumentar el número de lobos que patrullan, y mantener a nuestras lobas y los cachorros vigilados y encerrados por temor a que les suceda algo.

Apenas y supe de esto corrí para ver cómo estaba Marya, fue extraño, pensé que tal vez iría primero con Laila, pero corrí y terminé aquí en casa. No puedo explicar exactamente que sentí al ver a Marya sonriendo mientras ayudaba a los sirvientes en la cocina. Me sentí aliviado por verla bien, pero también me reprendí a mí mismo por ese insólito sentimiento.

Las cosas entre ella y yo no han avanzado ni un poco, o eso es lo que me digo a mí mismo para poder seguir tratándola con frialdad y desinterés. Ella se esmera cada día, y debo reconocer que mi lobo y yo hemos aprendido a respetar un poco esa tenacidad y esfuerzo que empeña para hacer de nuestra "relación" y de este hogar algo bueno, agradable. Su cordialidad y atenciones me dejan sin palabras en ocasiones; incluso me he encontrado a mí mismo esperando por dichas atenciones, una vez soy consciente de ello, gruño y le grito, pero ella sólo sonríe y sigue atendiéndome.

Hace dos semanas llegué a casa con algunos cortes en mi pecho, había estado patrullando y al sentir un olor desconocido cerca de la laguna, corrí para verificar, estaba tan concentrado en llegar al origen de ese olor que no me preocupé por golpear las ramas de los arbustos, algunas de esas ramas resultaron arañando mi piel causando algunas marcas superficiales, pero como la sangre es sangre, al llegar a casa parecía que había sido atacado por un gato salvaje. Marya me vio, sus ojos se llenaron de preocupación y sin siquiera permitirme terminar de entrar en casa, me tomó de la mano y me llevó al estudio, donde limpió y cubrió mis "heridas".

Mientras lo hacía, pude ver bien su rostro y sus ojos, por primera vez descubrí que sus ojos grises cambian de tono según sus emociones, justo en ese momento eran mucho más claros, casi un azul pálido, cuando por lo general son de un gris oscuro, aunque en esas ocasiones ella ha estado enojada. Las veces que me ha sonreído, sus ojos son de un gris más brillante, son extraños, como si dentro de sus ojos se combinaran nubes blancas y grises formando este extraño, pero hermoso patrón que te hipnotiza. Cuando está ansiosa o asustada sus ojos parecen un poco verdes... y en esos momentos también son hermosos de ver.

También tiene pecas, unas pocas y casi incoloras, pero las tiene, sobre todo en el puente de su nariz. Un lunar muy pequeño bajo su ojo izquierdo y, la forma de sus labios es... bonita. Creo que todo, ojos, nariz, labios, pómulos, todo, se ajusta a su rostro pequeño y ovalado. Ella sintió mi escrutinio y se puso nerviosa, lo vi, sus manos empezaron a temblar un poco al igual que sus labios. Su voz, que antes sonaba segura mientras me preguntaba qué me había pasado y me contaba lo que sucedió en el hogar, empezó a ser cada vez más suave. Se apresuró a terminar y mientras se alejaba, nerviosa, no pude dejar de contemplarla como si fuera la primera vez que la veía.

Desde entonces ha ido todo de mal en peor, los ataques se han repetido, sin muertes por el momento, pero algunos hermanos han sido golpeados y heridos y varias lobas han desaparecido en otras manadas. La preocupación por Marya ha crecido, tanto mía como de mi lobo, así como el hecho de que ahora la contemplo demasiado y estoy empezando a notar cosas que antes ni siquiera tomaban cinco segundos de mi atención, como el olor de su cabello (olor que a mi lobo empieza a entusiasmarle), el color negro como la noche del mismo, el largo y la forma en la se niega a permanecer recogido en esos estúpidos moños que usan las mujeres. He aprendido a diferenciar sus sonrisas, sus gestos cuando algo la asusta, molesta, gusta o le hace feliz. A veces me encuentro buscándola con la mirada en las cenas, reuniones, banquetes... cada noche he tomado la costumbre de hacerle saber que he llegado tocando suavemente su puerta, ella no abre, pero me responde tocando de igual forma la madera, y es sólo hasta que ella responde que mi lobo y yo nos calmamos. También noto que ya no le gruño mucho, sólo en aquellos momentos donde soy demasiado consciente de lo patético y blando que me he vuelto o cuando antes de llegar a casa veo a Laila.

No sé si estoy cambiando por la amenaza que nos ronda, si estoy preocupado porque ella pueda ser atacada o robada por los Itzalas, o sí nos está ganando con sus atenciones y su forma de ser...

Estoy confundido. Preocupado y confundido.

Hoy otra manada reportó la desaparición de tres lobas y de sus cachorros, adrede a ello, Inira y Giselle comentaron sentir que alguien o algo las observaba mientras estaban lavando la ropa en el río, también percibieron un extraño y desconocido olor, era olor a lobo, pero no identificaban a quién pertenecía. El río está cerca de mi casa, por lo que aquí estoy, recostado fuera de la puerta de la habitación de mi compañera, tratando de darle sentido a todos los sentimientos y emociones que rugen dentro de mi pecho y en mi mente, porque, aunque no la amo... el pensar que algo puede pasarle simplemente me quita un poco de aliento y hace que mi lobo se enfurezca y quiera salir y rasgar la garganta de todos.

No sé qué me sucede, y estoy un poco asustado por ello. Quisiera pararme de aquí e ir a mi habitación y fingir que no me importa Marya, pero la verdad es que no puedo. Tengo esta extraña urgencia de protegerla, de cuidarla y temo que si me alejo... me la arrebaten para siempre.

Extraño, porque hasta hace un mes eso era lo que quería, que se alejara de mí. Hoy, la sola idea de que no esté aquí me quita el aliento y crea un dolor en mi pecho.

Tengo que hacer algo al respecto, ¿qué? No sé, pero debo hacer algo. Esto no puede seguir así. 

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