Capítulo 1

1.6K 160 16
                                    


Aryam.

­­—No puedo creer que falte poco para verte. ¿Ya estás aquí?

—No, apenas estoy bajando del avión en Valera, son dos horas en coche de aquí a Monterrosa.

¡Ayyy! no puedo esperar más. Muero por verte. Además, tengo muchos chismes jugosos que quiero contarte.

Sonrío y espero por el auto de mi tío Ancizar. Un despachador me mira de arriba abajo y eso me hace sentir incómoda de inmediato, aunque a veces disfruto de la atención masculina, especialmente de hombres tan bien parecidos como él, sus ojos tienen algo que me inquieta totalmente. Mi cerebro me grita que corra lejos del hombre y la piel se me pone de gallina. Esto no es un buen augurio.

—Puedes irme contando para hacer más corto el camino.

No, quiero ver tu cara cuando te cuente los chismesitos. Necesito ver tu reacción y así reírme de ella.

—Eres mala. No puedo creer que me envíes a casa sin nada en qué pensar o con que entretenerme.

Por el rabillo de mi ojo veo como el despachador, que no ha dejado de mirarme, se acerca a mí. Los vellos en mi nuca se levantan de nuevo y las ganas de gruñirle y correr me aturden. Gracias al cielo mi tío llega en ese momento, por lo que subo rápidamente al auto y trato de no volver a mirar al tipo espeluznante.

Está bien, voy a adelantarte algo que te hará pensar todo el camino.

—Soy toda oídos.

Tenemos carne fresca, bastante suculenta y deliciosa carne fresca.

—Hmm ¿de qué estás hablando?

Gruñe y luego se ríe. —No importa, cuando llegues aquí lo verás. Te has perdido de mucho en estos seis meses.

—Vale, te dejo entonces, el tío ya va a tomar camino. Nos vemos en unas horas.

Wiii, te quiero prima.

—Y yo a ti.

Termino la llamada y le sonrío al tío Ancizar.

—Bea está que muere por verte, te ha extrañado mucho —dice al tomar la carretera hacia nuestro pueblo.

—Y yo a ella, tío. Las videollamadas no eran lo mismo.

Asiente y enciende la radio. —Pon la música que quieras, cariño, te mereces un descanso después de todo lo que tuviste que vivir esos últimos días.

—Gracias. Pero prefiero dormir y escuchar el sonido del camino.

Mi tío sonríe y niega. Siempre ha sido así conmigo, prefiero el sonido del ambiente a la música de la radio. En parte es porque no me gusta distraerme de lo que sucede a mi alrededor, quiero estar consciente de cualquier sonido para poder reaccionar a tiempo, si es necesario. No sé por qué razón lo hago, pero me gusta estar pendiente de mi entorno.

Sorprendentemente, el viaje de regreso a casa se me hace corto. Tal vez es debido a lo ansiosa que estoy por regresar a casa, he extrañado todo y a todos, incluso a los indeseables Sorrento, esa insoportable familia también hizo falta.

Estar seis meses alejada del lugar donde crecí y de las personas a las que conozco de toda la vida fue difícil, acostumbrarme a otro clima, otro horario... creo que nunca terminé de hacerlo. Extrañaba Monterrosa, mucho.

Tuve que irme hace seis meses a Alcázar para realizar mis prácticas como técnico veterinario y así poder obtener mi título, la clínica de mi abuelo necesita más manos para poder tratar a todos los animales del pueblo. Aunque no somos un pueblo extremadamente grande, tenemos la suficiente población humana para llenar tres, de las cuatro tribunas del estadio en la capital, y sumado a eso, cada uno de los habitantes del pueblo tiene una mascota o animales a su cuidado.

Linaje Negro: DESTINO (Serie Linajes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora