Aemond contemplaba la palangana en la que humedecían los trapos de lino para limpiar sus heridas. El agua se pintaba de rosado poco a poco conforma la sangre se diluía y no podía evitar pensar en que esa visión ya se había convertido en su rutina.
El olor del azufre y la muerte parecía estar pegado a su nariz, adherido a sus pulmones a tal grado que cada respiro lo hacía sentir como si estuviera de nueva cuenta en el campo de batalla. En sus oídos resonaba el sonido del acero de las espadas chocando entre sí y el clamor de la agonía de sus enemigos y aliados por igual.
No había conocido nada más durante las últimas seis lunas.
Deseaba, superficialmente, ser capaz de olvidar las inclemencias de la guerra buscando el placer ocasional en los omegas de placer que llegaban a aparecer en el campamento… pero sus caras le parecían repulsivas y sus aromas demasiado corrientes y burdos. Lucerys no salía de su mente ni siquiera en los peores momentos y ni siquiera así tenía la fortaleza de maldecirlo.
Suspiró con pesadez y ordenó a su insulso enfermero que lo dejara solo. Sus heridas no eran tan graves. Simples cortes y marcas de batalla. Quemaduras leves.
¿Para quién se suponía que debía ser aquel castigo?
Ninguna herida de batalla podría causarle el dolor que le habían provocado las palabras de Lucerys aquella tarde en Dorne. Cuando había creído que su amor podía llegar a ser más fuerte que las ambiciones de su esposo, cuando había pensado que la eterna contienda por el trono se había acabado al fin y Lucerys se dejaría tratar como su esposo y renunciar a las absurdeces que ponían aún más en jaque el delicado equilibrio de su familia…
Había sido ingenuo. Estúpido por decir lo menos.
Y aún así simplemente podía justificar su falta de criterio con el amor que todavía hacía arder su corazón. El mismo amor que tenía que aplacar cada día para frenarse de simplemente abandonarlo todo para buscar a Lucerys ahí donde pensaba que seguía seguro y recluido.
Extrañaba la ira del primer mes.
Había sido muchísimo más sencillo controlar el impulso y la necesidad de alfa si se refugiaba en la amargura y el resentimiento. Sus decisiones viscerales le parecían mucho más lógicas, la sangre y el fuego podían calmar sus deseos de violencia y se sentía bien. Pero ahora…
— ¿Es mal momento? — la voz de Jacaerys lo sacó de sus pensamientos. Aemond miró a su sobrino y sabía que el mismo mal lo aquejaba. Lo que la nostalgia podía hacerle a un hombre era peor que cualquier guerra.
—Dime.
—El sitio a los Peldaños está siendo fructífero. Las fronteras están más despejadas — comentó el castaño. Aemond alzó una ceja. Era algo bueno, dentro de lo que cabe, pero no era precisamente asunto suyo si de nuevo se podía hacer comercio de especias y frutas —. No es seguro aún para tener mensajeros como tal… Pero si tienes algo corto y conciso para decir…
Aemond se cubrió la herida en el pecho al ponerse bien la camisa. Sabía que las palabras de su sobrino estaban cargadas de intención. Pero no había nada que decir. Nada que quisiera que otros ojos más que los de Lucerys leyeran. Negó con la cabeza aunque dudó y finalmente suspiró.
—Solo quiero saber si hay noticias de los Dayne. Redáctalo como quieras — murmuró sin demasiado entusiasmo. Jacaerys asintió aunque no se retiró de inmediato y Aemond lo miró con una pregunta implícita.
—Hablé con Daemon — dijo entonces —. Es…probable que podamos iniciar una retirada para antes de la siguiente luna. Esta guerra está ganada y podríamos…volver.
La palabra tenía un sabor dulce en los labios de Jacaerys pero Aemond la sintió como una amenaza. Volver. A las mentiras, al abandono. volver a las consecuencias de lo que había hecho. Apretó los labios y tragó saliva.
No dijo nada y Jacaerys tampoco insistió antes de retirarse en silencio.
***
Lucerys se había sabido miserable desde el momento en el que puso un pie en Campoestrella y fue recibido por el mismo lord Berick Dayne aunque la fanfarria y la celebración hicieron poco para impresionarlo. Era plenamente consciente de que era un prisionero, por mucho que sus anfitriones se esforzaran en hacerle saber que no era así.
El viaje a su nueva prisión había sido tan exhaustivo que el príncipe Lucerys había llegado directamente a tomar un baño y dormir por un día entero, aquejado por las dolencias de alguien que no estaba acostumbrado a una travesía tan rudimentaria y mucho menos al malestar del abandono.
Había poco o nada qué hacer en Campoestrella.
Las noticias sobre la guerra que se desarrollaba apenas a unas millas de distancia estaban prohibidas severamente y no había berrinche o amenaza que Lucerys hiciera que lograra hacer que alguien le dijera algo. No sabía si era parte del castigo que su esposo le había impuesto o si genuinamente era una consideración por parte de los Dayne… aún si él había pedido expresamente que se le hiciera saber si pasaba lo peor.
Tenía varios mensajes de Aegon que se juntaban sin leer en una bandeja junto a su cama. Lucerys se negaba a pensar siquiera en las tonterías cursis que su tío podía escribirle y mucho menos quería saber si su hermano había cometido la barbaridad de preñarlo antes de largarse a un suicidio seguro.
Saber que Aegon, a pesar de todo, podría quedarse con el trono…
Llamaron a su puerta y le indicó a su dama de compañía que abriera.
—El maestre Ryban, Alteza — informó la muchacha. Lucerys se levantó para recibir al anciano, cuyas cadenas parecían pesarle una tonelada alrededor del cuello.
— Lamento no haber venido antes a su llamado, Alteza — se excusó el maestre con una pequeña reverencia —. Resulta que últimamente hay demasiado qué hacer y solo soy yo para resolver los asuntos de todos…
—Supongo que no puedo quejarme — respondió el omega —. De todos modos esto es rutinario. Casi tengo memorizadas sus respuestas… “Depende de esto y aquello, Alteza”.
El maestre se rió y se acercó.
—Veo que está ganando peso — comentó. Lucerys hizo una mueca. Como si no lo supiera ya —. Eso es bueno. Cuando llegó aquí, temía que una brisa se lo llevara…
— Hubiera sido una tragedia.
—¿Qué es exactamente lo que desea saber?
— Lo de siempre — respondió Lucerys con simpleza antes de tomar asiento con un suspiro. El maestre arrugó el entrecejo mientras lo observaba con detenimiento.
—Bueno, Alteza… Mis opiniones siguen siendo las mismas que hace un mes — el anciano se encogió de hombros y las cadenas tintinearon —. Las cartas lunares y mis cuentas siempre han sido muy precisas y confío que estaría llegando a término dentro de tres lunas. Quizá dos — señaló entonces el prominente vientre de Lucerys —. Debería estar sintiendo movimiento pronto sino es que lo siente ya.
— ¿Se refiere usted a las patadas infernales que esta criatura me da toda la noche? No había sentido tanto odio de parte de un desconocido hasta que sentí la determinación de…esto… — Lucerys arrugó la nariz. Justamente apretó con los dedos el punto más alto de su vientre y recibió un empujón desde el interior que lo hizo quejarse. El maestre sonrió como si aquello fuese tierno o dulce —. Solo quiero saber lo que es.
— Es imposible para mí saber el sexo del bebé. Solo se sabrá cuando de a luz — Ryban ladeó la cabeza —. Esperemos que los dioses muestren su gracia y permitan que su Alteza pueda volver a casa para entonces…
Lucerys se abstuvo de hacer comentarios ácidos.
El maestre se retiró y el príncipe se quedó observando y acariciando su crecida barriga. Pensaba con cierta sorna en las palabras de esa bruja insensata… Y en su interior temía reconocer qué era lo que había cambiado en él como para hacer de su vientre el lugar idóneo para que un bebé hiciera acto de presencia después de pasar tanto tiempo de sequía y tragedia.
Una vez más sintió un pie o una mano clavarse en sus costillas.
— Ao issi se onf issa. Sepār raqagon aōha kepa. (Eres la desgracia de mi existencia… Justo como tu padre.)
***
a/n: dije q iba a actualizar siono
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𝗧𝗲𝗻𝘁𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻 • 𝗟𝗨𝗖𝗘𝗠𝗢𝗡𝗗 • [TERMINADA]
FanfictionAlicent estaba plenamente consciente de la manera en la que el bastardo de Rhaenyra miraba a su hijo. Podía reconocer la lujuria en su mirada y rogó a los dioses que no permitieran que Lucerys Velaryon enterrase las garras en Aemond. Sabía que iba a...
![𝗧𝗲𝗻𝘁𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻 • 𝗟𝗨𝗖𝗘𝗠𝗢𝗡𝗗 • [TERMINADA]](https://img.wattpad.com/cover/334066220-64-k913721.jpg)