Abisal.

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— ¿Hay algo en especial sucediendo hoy? — preguntó Lucerys mientras se acomodaba en su silla. Intentaba refrescarse con un abanico pero poco se podía hacer contra el aire caliente y húmedo del sur. Tenía la piel pegajosa a pesar de haberse bañado ya dos veces en el día... Y todavía no caía la tarde con todo el peso del sol. Pidió que llenaran su copa con leche fría otra vez, que era lo único que parecía calmar sus bochornos.

Orianna lo miró un segundo y después aclaró su garganta.

—No que yo sepa, Alteza — murmuró, tomando una galleta de la bandeja para morder el borde apenas. Lucerys se había dado cuenta desde su segunda semana que Orianna Dayne comía de una forma extraña... Como si fuera un pájaro, apenas dando mordidas diminutas, royendo como ratón las galletas y pasteles durante horas. Era de las hijas mayores, siempre nerviosa, siempre asustadiza...

—Qué extraño — murmuró el castaño soltando un suspiro aunque hizo un gesto. La cosa en su vientre le apretaba los pulmones desde hacía tres noches. haciendo imposible la tarea de respirar normalmente. No podía dormir totalmente tumbado por el peso de su vientre que parecía que lo asfixiaba. Dormir de lado le provocaba reflujo y, finalmente, había tenido que recurrir a dormir sentado a medias en una posición que difícilmente llamaría "cómoda" —. Toda la mañana he oído a sus sirvientes cuchichearse entre sí. Especialmente cuando están cerca de mí — miró a Orianna con un poco más de intención pero ella solo puso rectos los hombros y evitaba mirarlo —. ¿Es normal eso? Que la servidumbre esté faltando el respeto de ese modo...

—En...en absoluto — Orianna apretó los labios un poco, aún mordisqueando la galleta, dejando que boronas diminutas cayeran sobre las faldas de su vestido. Lucerys se acercó más y ella sintió que su pulso se aceleraba.

Era mala guardando secretos. La peor de sus hermanos y hermanas... Y por eso no le gustaba que nadie le dijera alguno. La hacía sentir como una traidora, como si tuviera que contener en una vasija llena de agujeros toda el agua sin derramar ni una gota.

Sabía que no debía haber oído aquella conversación de su padre. No había sido su intención. Él siempre hablaba tan alto, incluso cuando pretendía susurrar...

—Orianna — Lucerys dijo su nombre con cierta severidad. Ella no podía evitar pensar en la forma en la que sus hermanos mayores solían llamarla para hacerle alguna broma cruel o atormentarla —. Sé que entiendes mi posición aquí. Ocultarle información a la familia real podría ser un acto de traición. Puedo no parecer amenazante ahora pero...

— Hubo una emboscada — soltó ella de repente. La galleta se partió en sus manos por la presión y cerró los ojos con fuerza —. Al...al norte o al este, no lo recuerdo. Mi padre estaba hablando con un mensajero que llegó, Alteza, no pensaba escucharlo, no sé mucho...

Lucerys entrecerró los ojos un momento. Emboscada. Sintió que su corazón se saltaba un latido.

— ¿Qué más escuchaste?

Y Orianna se lo dijo solo para que la dejara en paz.

***

Lucerys tomó del brazo a una sirvienta apenas la tuvo cerca.

El camino de regreso desde el jardín a su habitación era largo, lleno de escaleras... Y su vientre pesaba una barbaridad. Le costaba recuperar el aliento y el sudor ya le había empapado la espalda.

La chica lo miraba con los ojos abiertos del susto.

—Busca... — jadeó —. Busca al maestre Ryban... dile que quiero enviar un cuervo — tragó saliva y tuvo que apoyarse en una columna cercana para poder intentar calmar su respiración. La chica miraba alrededor llena de pánico e intentó a ayudar al príncipe a ponerse de pie una vez más. Lucerys la rechazó al principio pero después no le quedó más que recibir la ayuda para no caer al suelo.

𝗧𝗲𝗻𝘁𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻 • 𝗟𝗨𝗖𝗘𝗠𝗢𝗡𝗗 • [TERMINADA]Where stories live. Discover now