❱ Capitulo 11: Cuerpo

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Lo más cercano que los sagrados cielos habían tenido a una caída, a una derrota, había sido Reaper

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Lo más cercano que los sagrados cielos habían tenido a una caída, a una derrota, había sido Reaper. La era de la corrupción habría sido el eslabón más bajo al cual Reapertale se vio sometido, el peso de la culpa en la espalda del único Dios de la Muerte conectado a la catástrofe que, no conforme con haber dejado ir a un alma en su inocente inexperiencia, había dejado una de sus míticas guadañas perderse sin rastro, ni aviso. Reservado, quizá algo orgulloso, perder el obsequio de las estrellas trajo una herida, una grieta gigante en la gran confianza que Gaster le tuvo alguna vez a su creación, tan perfecta y poderosa porque era de su propia mano, trayendo dotes tan masivos que se vio obligado a separar el excedente de su poder en su hermano, Papyrus.

Reaper habría sido planeado para ser un obsequio para las estrellas. En su lugar, en esa oscura mancha en la historia de los cielos, había una probada de su inestable naturaleza. El único de aquellos que vivía sin vivir, un alma castigada a desintegrarse con cada pecador. Una absoluta amenaza, una bomba de tiempo que, con la muerte de la gentil y adorada Vida, casi trajo la extinción de la humanidad. El manojo de emociones que jamás había sentido trajo, consigo, un descontrol en la existencia de la Parca, y desde entonces, sus superiores se habrían vuelto, por un lado, más severos, y por otro, mucho más flexibles con él.

Al menos así lo recordaba el Dios, que de vez en cuando se replanteaba su vida y el momento donde las cosas habían comenzado a cambiar. La ida de su querida Vida había sido dura, dolorosa... aún lo era de vez en cuando, pero las secuelas habrían sido demasiado duraderas, y la tarea que le había dado Gaster hace dos días era muestra de ello.

La vida es dura para el que trabaja.

──── ¿Crees que si me dejo morir a propósito me dejen en paz?

──── No puedes morir.

──── Puedo hacer que me exilien. Debería hacer algo tan atroz que Gaster quiera olvidarse de mí...

──── Eres exagerado. ──── Geno, con sus manos en su vientre, descansado en el suelo, susurra. La respuesta que recibe son unas risas, suaves, y que le daban la razón. ──── Tú causaste esto, yo lo veo justo.

──── ¿Amigo o hater?

──── Ambos.

Y ríen una vez más, el silencio reinando después de unos segundos. El Dios suspira con sus manos tras su cabeza, cuencas cerradas, sin caer dormido. Contrario a muchos Sans, no podía simplemente cerrar sus cuencas y dormir plácidamente, relajarse por horas y horas, levantarse para estirarse y seguir con lo suyo... similar a un gato, de hecho. Un privilegio que a veces añoraba.

Geno, que se limitaba a mirarlo entre sus pensamientos, sintió, un poco, un poquito, de pena. Entendía hasta cierto punto la jaula en la que se encontraba, sus energías siempre por los suelos, arrastrándose a sí mismo a hacer lo que tanto detestaba. La pereza que tanto le recalcaban los Dioses no eran más que algunas horas de descanso que muy de vez en cuando tenía... y para ser un Sans, de verdad, de verdad que escuchar su itinerario ya le daban ganas de dormirse.

QUERIDO ANGEL 𝗜 BillReapWhere stories live. Discover now