❱ Capítulo 16: Día

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Había veces, muy pocas, pero había, donde Reaper tenía el gozo de un breve tiempo libre

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Había veces, muy pocas, pero había, donde Reaper tenía el gozo de un breve tiempo libre. Un delicado hilo entre el deber y el incumplimiento, aprovechándose de las reglas y el sistema a su antojo al ser único testigo de los momentos finales de unas pocas almas que tomaban su interés.

No era una figura influyente, ni estaba en una situación particularmente rara o inusual; solo era una vieja alma que disfrutaba sus últimos suspiros con su propia compañía, bajo un lindo árbol de pintorescas hojas rosas, los últimos rayos del sol iluminando su arrugado rostro, agotado de existir, paciente, e incluso ansioso, con su hora de ida. Al otro lado del árbol de cerezo, el Dios de la Muerte se escondía del ojo mortal, participando en la hermosa vista que la naturaleza le tenía preparada. Por un momento, y por uno solo, quiso pensar que estaba dedicado a él, y únicamente para él.

La realidad golpea con puño limpio cuando el reloj de arena agota su tiempo, el alma que cosecharía pronto ya estaría en sus manos, pero no parecía perturbarle ni en lo más mínimo. Reaper, a paso lento, ofreció su mano.

──── Me gustaría verlo una vez más. ──── Ella lo sabía, un alma mortal al borde de su final con un pedido que el Dios no estaba obligado a cumplir. Una petición atrevida e inconsecuente, pero que no fue denegada, porque no significaba esfuerzo alguno. Reaper, sin decir palabra alguna, ayuda y guía a la anciana, que levanta su blanco vestido de seda, y se acerca a la cama de su marido cuando el escenario cambia. ──── Él era maravilloso.

No hay respuesta, pero la viuda que besa la tumba de su gran amor sabe que había sido escuchada. No necesita consuelo ni agresiones, el silencio está bien, porque así sentía que su amado la escuchaba desde el más allá. La única respuesta que reconforta su triste corazón es el de la brisa del viento, chocando con su rostro y provocando una amplia sonrisa de sus brillantes labios bien pintados. Dada su avanzada edad, termina con movimientos frenéticos y lentos, casi viéndose un reto el recostarse a un lado de la tumba, pero no suelta queja alguna.

Suspira con calma, apoyando su cabeza en la piedra tallada, sujetando un bello ramo de lirios blancos.

──── Te veré pronto. ──── Susurra, paciente.

Reaper se le acerca, agachando un poco la cabeza ante la escena. Cubrir a su hermano le solía dar escenas mucho más pacíficas de las que solía ver, más... amigables, y cálidas. Ella, a pesar de estar sola, su alma no lo estaba, y tenía una paz tan contagiosa que incluso el Dios consideró por un momento darle un poco más de disfrute en el mundo que le había dado el mejor regalo de todos; el amor.

Pero la fantasía no es nada más que obra de la imaginación, y no puede hacerle esperar más, porque ella estaba más que lista así que, una vez más, ofrece su mano.

──── ¿Volveré a verlo? ──── El Dios no responde de primeras mientras la anciana abraza el ramo de flores, dejando su sombrero de paja en su regazo, casi temiendo de la respuesta. ──── Hace muchos años que lo llevo esperando... No quiero perderlo una vez más.

QUERIDO ANGEL 𝗜 BillReapWhere stories live. Discover now