17. No me sueltes

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Alessia Bouffart

5 de noviembre

Estás últimas semanas he sido de lo más feliz, me he sentido amada y querida, sobre todo mimada por un hombre sexy.

Estoy con el cuadro que le prometí a Adrien, hace una semana inicié mis clases para mejorar en la pintura.

Lo llevo por la mitad, me ha sido fácil darle forma, me he dejado guiar por mi instinto.

Espero le guste.

Me alejo del cuadro para ver cómo va quedando, me gusta. Sé que dijo Adrien que no precisamente quería que fuera explícito.

Muerdo mis labios para reprimir la sonrisa que quiero soltar ante la idea que quiero plasmar, podría decirse que si es un poco explícito. Fue la única idea que me agradó de las demás.

Voy a la cocina para comer algo, abro la nevera para ver que hay dentro. Fruta, leche, verduras y más cositas, aguarden, ahí está el helado de caramelo el favorito de Adrien.

Tomo el frasco entero, tomo una cuchara. Me siento en el sofá más cerca para degustar este sabroso helado.

El timbre suena, me levanto con pereza para ver de quién se trata.

Al abrir la puerta me encuentro con Scarlett.

—¡Ya estás aquí! —la abrazó en cuanto la veo.

Días después de que visitamos la galería de su tío se tuvo que ir a Italia a arreglar unos asuntos y hasta el momento solo mandaba mensajes.

—He regresado —me sonríe feliz abrazándome de igual manera—. La familia no quería que me fuera.

—Pasa —me hago a un lado—. ¿Cuando has llegado?.

Se sienta en el sofá donde yo estaba antes, ve el bote de helado.

—Regrese anoche —examina la cuchara—. ¿Este no es el helado de Adrien?.

—Era, abrí la nevera y lo vi, no suelo hacerlo respeto que sea de Adrien pero esta vez no pude resistirme —me apenó un poco por lo que digo—. Se lo repondré en cuanto salga.

Me ve sin decir nada.

—¿Has estado pintado? —aún se puede oler el olor a pintura en el aire—. Me contó un pajarito que has empezado a tomar clases, me alegro por ti.

—Si, se lo debo a Adrien —tomó el helado para seguir comiendo—. A cambio me ha pedido un cuadro.

—¿Así?, ¿de qué? —se acomoda para recibir la información.

—Es mejor que no lo sepas —me meto la cuchara a la boca.

—No me digas que te pidió alguna guarrada —arruga el entrecejo—. No me digas si es algo parecido.

Me encojo de hombros sin prestarle mucha atención. Solo me limito a disfrutar el sabor dulce y frío que está en mi paladar. Ya entramos en la temporada donde casi nadie come o bebe algo frío.

Estamos más cerca del frío.

Las calles de París ya estamos para usar algo más arropado.

El heredero Bouffart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora