LXII

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Gabito Ballesteros

- Se chingan, pido este - dijo Nata tirándose en la cama.

Ya habíamos llegado a la casa y después de recorrer la planta baja, subimos las escaleras comenzando a recorrer las habitaciones.

- No, pendejo - habló Peso - fuiste el primero que entró, wey, no es justo - Nata se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

- Y vas a decir que la quieres tu, ¿no? - dijo ahora Toño dirigiéndose a Hassan, quien lo miró obvio - están pendejos los dos, la quiero yo.

- Nomás por tus huevotes - se quejó Nata sentándose en la cama, Junior asintió con la cabeza - yo la pedi primero, no estén chingando.

- Que no, verga...

- Vengan - susurré a los demás y jalando la mano de Sofi fuera de la habitación. Nosotros nos habíamos limitado a ver con gracia la discusión de nuestros amigos y, estaban tan absortos en ella, que ni notaron que nos salimos, seguirían así por un rato más - ahora si pueden elegir - dije dirigiéndome a Alo y Sebas, quienes rieron asintiendo con la cabeza mientras comenzaban a abrir las habitaciones y examinarlas. En realidad todas las habitaciones eran prácticamente iguales, aquellos nada más estaban peleando porque les encanta - esta es la nuestra, chula - avisé abriendo la puerta y dejándola pasar primero.

Cerré la puerta tras de mi y se giró con una gran sonrisa hacia mi al ver la mesa. Había mandando que le pusieran un gran arreglo de sus flores favoritas y a su lado yacía una bolsa de color rojo quemado con el logo de Cartier.

- ¿Por qué eres tan lindo? - preguntó haciendo un puchero y abrazándome por el torso, yo reí levemente rodeándola con mis brazos también - Te amo, chiquito, gracias - dijo parándose de puntitas y dándome un beso.

- Te amo, chula - hablé besándola de nuevo - ven - dije al separarnos y llevándola conmigo hacia su regalo, tomé la bolsa y se la entregué, ella la recibió con una gran sonrisa. Me senté en el sillón individual que estaba al lado de la mesa y la jalé sentándola en mis piernas. Comenzó a sacar el contenido de la bolsa, eran dos cajas del mismo color de la bolsa, su mirada pasaba de las cajas a mi - amor, ábrelas - ordené riendo. Rió asintiendo con la cabeza para después abrir una de las cajas dejando ver una pulsera de color dorado con diamantes formando una línea alrededor de ella.

- Está preciosa, Gab - dijo con una gran sonrisa.

- Casi como tu, amor - hablé dejando un beso en su mejilla, ella rió nerviosa para después repetidos picos sobre mis labios haciéndome reír - falta una - avisé señalando la otra caja con la mirada. Puso la pulsera en su empaque de nuevo, que descansaba en su pierna. Levantó la tapa de la caja dejando ver otra pulsera dorada, era la pulsera love, misma que ella ya tenía en los tres colores existentes pero ésta tenía 4 diamantes esparcidas a su alrededor. Ella la miraba con una gran sonrisa hasta que notó lo que tenía grabado en su interior: "Solo eres tú mi compañera predilecta".

- Voy a llorar - dijo haciendo un puchero con su mirada fija en el grabado.

- Nada de llorar, chiquita - hablé tomando su rostro entre mis manos y besándola - te hacían falta pulseras regaladas por mi, ¿no crees? - dije al separarnos. En sus muñecas nunca faltaban sus brillantes pulseras.

- Muchas gracias, Gab. Me encantaron - dijo con una gran sonrisa y besándome de nuevo - son mis favoritas ahora.

Después de unos cuantos besos más y repetidos agradecimientos de su parte, mismos que eran callados por mi con más besos, le puse sus pulseras. Nos quedamos abrazados en el sillón disfrutando de nuestra compañía y de la tranquilidad que sentíamos al estar así. Duró poco pues unos golpes comenzaron a escucharse en la puerta. Después de avisar que podían pasar, la puerta se abrió dejando ver a nuestros amigos.

Ya Corazón | Gabito BallesterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora