Darell Roez.
Distancia, mensajes y fútbol.
No es dura la distancia.
No, para nada.
¡Qué va! La distancia no es nada difícil.
O eso me digo para intentar consolarme. La distancia es, en realidad, el peor invento que alguien haya podido crear. ¿Pero quién fue el genio que la inventó? Debe haber sido alguien con un sentido del humor muy retorcido. ¿Cómo se le ocurrió a esa persona introducir la distancia en el mundo? Porque si no lo hizo alguien con un toque de locura, no tiene sentido alguno.
Y estoy reventado. Son las doce del mediodía. Llevo toda la mañana trabajando con Oliver en casa, revisando todas las grabaciones del documental. Las horas han pasado volando entre ajustes y revisiones, y decidí descansar un poco en el sofá. Me estiré y cerré los ojos, tratando de relajarme. Adam también está estirado en el sofá, claramente desganado. Trabajar le da pereza, y, para ser honestos, la vida en general le da igual.
Para colmo, Leah y su novio Paul están en la casa, con la música a un volumen insoportable. Tenía que llevarlos al aeropuerto en media hora y necesitaba aprovechar el tiempo lo que pueda en dormir.
—¿Podéis bajar el volumen, por favor? —pregunto, tratando de mantener la calma.
Nadie me escucha. Frustrado, repito más alto:
—Leah, baja el puto volumen, ¡por favor!
Joder. Nadie en esta casa me hace caso y lo peor de todo es que es mi propia casa. Me gustaría darle un poco de órdenes pero no tengo fuerzas para nada.
—¿A qué hora has ido a dormir?—me pregunta, Adam.
—Cinco de la mañana—contesté.
—¿La novia te tenía despierto?
—Sí, se encontraba mal—le digo.
Adam frunce el ceño.
—¿Y se puede saber por qué?—pregunta.
—Cosas que no te interesan.
Gracie tiene la regla. No pude irme a dormir sin saber si estaba bien, así que me quedé toda la puta noche despierto, esperando una respuesta a mi mensaje. No quiero ni imaginarme cómo debe lidiar con sus cambios de humor mientras está en esa casa. Debe ser una bomba de tiempo, con toda esa mezcla de emociones y la situación en general.
—Yo también le envié un mensaje —comenta Adam, como si nada.
Abrí los ojos de golpe y lo miré serio.
—¿Qué hiciste?
—Le envié un mensaje a Gracie —repite, tranquilo.
—¿Cuándo?
—Ayer.
—¿Te contestó? —pregunté, ahora con algo más de curiosidad.
—No. Por ahora. Pero lo hará.
Levanté una ceja, escéptico.
—¿Por qué estás tan seguro?
Adam se encogió de hombros, como si fuera lo más obvio del mundo.
—Porque soy su hermano. Y a los hermanos no se les abandona nunca.
—También eres mi hermano y nunca me hablas por mensajes.
—No empieces con tus putos celos de mierda. Que yo soy su hermano de verdad aunque no seamos de la misma sangre.
—Yo también soy tu hermano—le repito.

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Todas las estrellas que nunca tocamos
Teen FictionUna autocaravana era la solución para sobrevivir durante una semana, ¿pero y luego..? ¿Cuál era el plan? ¿Volver a Londres y vivir del cuento? ¿O simplemente dejarme llevar por lo que me rodea, con el chico que viaja por el mundo? 💗