La Perra Loca y La Basura de la Familia

Hasta que nos volvamos a ver [21]

—Ha sido un tiempo— Dijo el árbol del mundo cuando la presencia que pronosticaba muerte entro a su escondite —Tenía la esperanza de que no volviéramos a vernos.

—Bueno, admito que cambiaste tu escondite desde nuestro ultima vez, no fuiste tan crédula como para dejarlo de nuevo en la superficie esta vez, tus raíces están tan envueltas como laberintos que no pude encontrarte en muchos años— Respondió la prescencia.

Los elfos levantaron sus lanzas y espadas, listos para morir protegiendo el árbol del mundo de esta intrusa.

De la existencia demoniaca que caminaba en el mundo.

El túnel estaba oscuro, lentamente zarcillos oscuros se extendieron desde la entrada hacia la aldea subterránea, extendiéndose cada vez mas para cubrir toda la cueva.

La oscuridad se lanzo como un látigo que se extendió para atrapar la primera línea de elfos, arrastrándolos a la oscuridad, donde gritaron y se retorcieron hasta morir por el maná muerto.

Finalmente de entre la oscuridad, salió pisando los cuerpos de los elfos que fueron asesinados de manera tan horrorosa: Una mujer de rostro bonito, largo cabello rosa, ojos azules y un vestido sencillo que no hacía mas que resaltar esos rasgos, salió de la oscuridad con una sonrisa de satisfacción atravesándole el rostro.

A su alrededor, mas tentáculos oscuros se levantaron y atacaron a los elfos, atravesándolos, asfixiándolos, estrellándolos contra las casas.

En segundos, todo se convirtió en caos, en una masacre y luego en nada, solo hubo silencio mientras el maná muerto se extendía por toda la cueva. La mujer cerro los ojos, su sonrisa cambio a una mas dulce y llena de satisfacción, siguió avanzando, aplastando cadáveres a su paso, extendiendo la oscuridad con cada paso.

—Quería acabar contigo hace mucho tiempo, pero tuve que esperar lo que tuve que esperar— Dijo la mujer de cabello rosa.

—Leila— Dijo el árbol del mundo —Eres algo que no debe existir en este mundo.

—Tienes razón ¿Pero de quien es la culpa?— Respondió Leila —Culpa a tus preciosos dioses.

—Ustedes provocaron esto, se afectaron a si mismos y afectaron a los demás.

—Mis hermanas y yo no queríamos venir a este mundo en primer lugar.

—Pero lo provocaron— Replico el árbol del mundo —Si tan solo no hubieran destruido el árbol del mundo de donde venían, los dioses no hubieran tenido la necesidad de fusionarlos.

—Blah, blah, blah— Leila se burlo riendo —¿Qué puedes saber tu de las consecuencias de destruir un árbol del mundo? ¿Crees que tu inmortalidad te da alguna respuesta de otros mundos? Atada a este mundo, nunca has estado en ningún otro, no sabes como funcionan, te crees muy sabia, no eres nada realmente— Apoyo su mano contra el tronco —Es una lastima que no estes para ver el futuro que formaremos mis hermanas y yo.

—Esta bien— Dijo el árbol del mundo —Puedo morir con eso, porque tu tampoco lo veras nunca.

—Estas confiando demasiado en tus dioses, vieja.

—No— Respondió el árbol del mundo —Estoy pensando en las personas a las que has subestimado.

Y con eso, Leila dejo que la oscuridad emanara de su cuerpo al tronco del árbol, marchitándolo de inmediato y provocando que todas sus ramas se cayeran, la oscuridad pronto consumio cada casa, cada linterna, cada camino y cada piedra en su destino al árbol del mundo, destruyéndolo hasta el fondo.

La muerte de un inmortal solo podía ser provocada por la raza divina o la raza demoniaca.

El árbol del mundo ya no existía.