Prólogo

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El invierno poco a poco invadía el territorio, sus copos de nieve caían uno a uno como delicadas plumas sacudiéndose en el aire. El frío viento soplaba ya con fuerza y erizaba la piel de cada poblante de la aldea Viribus, lo que en latín significa "fuerza", algo que tenía cada uno de sus habitantes. 

El sol se encontraba casi oculto detrás de una montaña a lo lejos y la oscuridad de la noche dificultaba la vista, los gritos de lucha y el sonido de espadas forjadas con hierro chocando eran el a aviso que la guerra había comenzado. Pero solo los valientes y dispuestos a sacrificarlo todo serían victoriosos. Un hombre abrazaba a su esposa y juntos protegían a su pequeña bebe con mejillas rosadas y regordetas, ojos obscuros y delicado cabello rojizo tal como su madre. 

El miedo suele ser un poderoso detonante para que cada aldeano se convierta en un fuerte soldado de guerra y mas que nada en lo que realidad son, una poderosa manada de lobos que se había preparado por años para ese momento. 

-Sabes lo que debemos hacer Eliana, no estará a salvo con nosotros- Tanlon, el padre de la pequeña dijo en un susurro a su esposa, pero las palabras no podían ocultar el tono de dolor y culpa. Ambos bajaron la mirada a su bebé y la madre con ronca voz y el corazón roto asintió y dio la vuelta para ver a su hermana a la cara, quien en realidad no tenía la esencia de lobo en la sangre, ella había nacido como una humana común. 

-Sara, ella estará en tus manos a partir de hoy- dijo Eliana, -Dependerá de ti, le enseñarás acerca de la vida, lo difícil y bella que puede ser, pero lo más importante es que ella te llamará madre- cerró los ojos en un intento de desaparecer la guerra que estaba sucediendo afuera y derramó las lágrimas que sus ojos guardaban para acto seguido, entregar su hija a su hermana. Ella sabía que siendo humana los enemigos no la buscarían, no estaban interesados en eso, pero ambos padres de la pequeña loba debían ser parte de la guerra ya que eran los betas del alfa, lo que los hace aún mas fuertes e importantes para inspirar a los demás. Sabían que una mujer, la líder de los atacantes, era una cazadora humana y ella iba tras una de las tres poderosas piedras mágicas que ellos protegían, pero no la darían tan fácil.  

-Eliana, ella será para mi una hija y daré la vida si es necesario para que esté sana y viva, lo juro- con delicadeza tomó a la bebé quien ya comenzaba a sentirse nerviosa con el ruido y se soltó en llanto mientras era acurrucada por su tía. Eliana posó sus labios en la frente de la bebé y la vió a los ojos.

-Esta vida es para los fuertes mi amada Brooke, serás puesta a prueba cada día y en ti estará salir adelante, se fuerte y ama siempre con todo tu ser porque solo así te rodeará la gente que en verdad vale la pena, nunca olvides tus raíces- Eliana susurró en la oreja de la nena.

-Huyan lo más lejos que puedan, corran sin ver atrás y protege a Brooke a toda costa- Tanlon pidió a Sara con suplica quien en respuesta asintió y de prisa abrazó a ambos.

-La guerra apenas comenzó y ustedes no tienen porque dar sus vidas, peleen con fervor para que vuelvan a ver a su hija pronto, por favor- Sara suplicó y ambos padres se vieron a los ojos con tristeza, claramente sabiendo que por mas que quisieran, no la verían de nuevo. Tragando el dolor que tanto los consumía, Eliana entregó la piedra blanca mágica a Sara, aquello tenía el control sobre todo lo que se consideraba sobrenatural, pudiendo doblar la voluntad de quien sea.

-Escóndela, a mi hija cuéntale un día lo que ha ocurrido hoy, dile cuánto la amamos- Eliana tomó a Tanlon de la mano y ambos corrieron fuera de la casa para ir a la guerra sin mirar atrás. Sara nerviosa, observó a la bebé quien ya no lloraba, sino que la veía con tanta inocencia y dulzura que le derritió el corazón y en ese momento, tal como le dijo a su hermana, juró que de ser necesario daría su propia vida por ella. Porque Brooke estuviera a salvo. Se cubrió con una gruesa manta y mientras con un brazo protegía a la bebé, con el otro sostenía una daga que siempre supo maniobrar. Salió de la casa y se quedó sin aliento al ver lobos luchando contra personas con tanta fuerza que le resultaba imposible que perdieran, pero del lado contrario quien lideraba a los enemigos parecía ser una mujer mayor de treinta años y justo frente a ella observó a su hermana corriendo en su dirección aullando a los demás lobos, incitándolos a seguirla y así matar a esa mujer. Tanlon la seguía por detrás. Ella siempre fue a quien la gente decidía seguir, Sara alguna vez envidió eso, pero le tenía aun mas respeto.

Corrió de prisa del lado contrario a la guerra hacia el bosque, siendo de noche no podía ver realmente hacía donde ir, la nieve caía poco a poco cubriendo cada rama de árbol con una capa blanca. El invierno siempre fue la época favorita de esta manada, disfrutaban de hacer festivales y cánticos a la nieve, cosas que quizá no volvería a ver algún dia. Dio un último vistazo hacia atrás y notó el cuerpo sin vida de Eliana, aún convertida en loba podía ver la sangre que cubría la blanca nieve. Su hermana había muerto protegiendo su hogar, a su hija. Tanlon estaba a la vista, solo podía esperar que al menos él estuviera vivo.

-Eliana- dijo Sara en un suspiro y con un nudo en la garganta, su corazón palpitando tan fuerte que podría casi salir de su pecho. Corrió con todas sus fuerzas conteniendo las lágrimas. Ese no era momento para detenerse a lamentar lo sucedido a su hermana, debía salvar a la pequeña bebé en sus brazos de las garras de los enemigos. 

Sacó de su bolsillo la piedra aún corriendo, para asegurarse de que la tuviera todavía y la guardó de nuevo. Se encargaría de que jamás la encontrara la cazadora.



¡Muchas gracias para todos aquellos que ya leían la historia desde antes y me dieron su paciencia en lo que corregía muchos errores que tenía, los aprecio muchísimo y espero esto sea de su agrado! :) 

Recuerden que si ya habían leído esto antes, tendrá detalles diferentes ahora que estará siendo corregida.


Mi Mate AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora