Mi Mate Alfa

II

Al abrir mis ojos, tomé una bocanada de aire fresco y di suaves parpadeos. Me encontraba recostada en la nieve, apenas pude reaccionar a la fría sensación que congeló mi cuerpo humano. 

Sobre mi cuerpo reposaba una capa gruesa de tela suave color vino y junto a mí, de pie, Gina, quien me veía con una ceja alzada. Pidiendo una explicación que no fuera que salté por diversión. Me puse de pie y me cubrí con la capa, normalmente no querría que Gina me viera en estas condiciones sin nada de ropa, pero al caer de un acantilado es lo último que me pasaría por la cabeza. Me puse de pie y abracé a Gina con todas mis fuerzas, ella era de menor estatura que yo, llegaba a mi hombro, se había cortado el cabello a la altura de los hombros, cuando lo tenía a media espalda. Su tez era de color como su padre, ojos tan verdes como una hoja de arbol.

-Por poco Brooke- suspiró apartándose de mi, había mencionado antes que ella era una bruja, antes de caer y probablemente morir anteriormente, ella me salvó deteniéndome a solo centímetros del hielo, moviendo mi cuerpo aún flotante a una gruesa capa de nieve. -¿Qué fue lo que pasó?

-No tengo una buena explicación para lo que pasó pero, ¿Aceptarías si te dijera que hoy te ves más radiante que nunca?

Gina frunció el ceño y giró los ojos, después suspiró.

-Si decides matarte un día, tienes que avisarme, me dejarías con toda una aldea sola, ¿Sabes lo que sería eso para mi? Tendría que casarme un día con un Don Señor que quiera hijos a los que no conocerías, ¿Estás loca?

No pude evitar reírme, ¿Gina casada, con hijos? No aguanta ni a la gallina que su padre consiguió hace unos meses. Le expliqué brevemente lo que sucedió, enfocándome en el lobo negro, aunque aún no se cómo describir su olor ni la sensación que dejó en mi. Mucho menos el hecho de que estoy segura que él habló en mi mente.

-¡No eres buena planeando cosas Brooke! ¿Qué tal si no estuviera aquí?- me arrojó una bola de nieve sin siquiera haberla tocado.

-¿Acabas de arrojarme nieve con magia? Eso es injusto- rió y giró los ojos. Suspiró y rascó su frente.

-¿Qué hacían lobos aquí?- preguntó y eso es algo que no podría responder ni yo, es verdad que me alejé mucho de casa, Gina dijo que me había seguido después de que Nathan le comentó lo sucedido, pero aún así, todo esto es extraño. 
-Jamás los había visto y aún así me sentí algo familiarizada con ellos, quizá sean como yo, ¿Lo imaginas Gin? Jamás he conocido a nadie así- Mientras que ella me veía confundida, en mi mente aún veía los ojos azules del lobo negro, eran tan humanos y a la vez de una bestia, mi cuerpo se sentía mas débil antes de caer del acantilado, como si supiera que había mas en él que solo garras y colmillos. Algo en mi me decía que debía volver y asegurarme de una cosa, si él era como yo.

Apenas iba a caminar cuando sentí el pinchazo en mi pie herido, aún no sanaba.

-¿Recuerdo del misterioso lobo negro?- preguntó sarcástica alzando una mano en dirección a mi pie, por un segundo sentí un fuerte ardor y enseguida una calma. Había sanado mi herida con su magia. 

-Nunca podré acostumbrarme a tus poderes, "Bruja mágica de la aldea", ¿Imaginas que pasaría si la gente supiera? 

-Hablarle al más Santo del lugar para que me queme viva en la hoguera probablemente- rió abrázandome con un brazo, -Anda, que tu princípe azúl te espera en tu casa, estaba preocupado por ti ¿Sabes?, Casi me rogó que lo dejara correr detrás de ti, lleva años enamorado de ti. 

Solo pude sonreír para no contestar a eso, es verdad que desde que somos niños todos esperaban que termináramos juntos, su padre me decía que yo era la indicada para su hijo, Nathan me dejaba un pequeño ramo de flores en mi puerta cada domingo por la mañana, solamente se detuvo cuando se fue de la aldea por meses. Gina siguió preguntándome por lo que pasó antes, jurando que buscaría todo lo posible en sus libros mágicos por información de hombres lobo, nunca le habíamos puesto atención a las historias sobre eso, ya que no pensamos que fuéramos a saber de más como yo, pero ahora es buen momento.