XIII

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Abrí mis ojos lentamente acostumbrándolos a la luz que entraba por mi ventana. Aún estaba desnuda y el saco de Nathan me cubría. Estaba bajo las sábanas y un brazo me apretaba a un cálido cuerpo. Subí la mirada y me encontré con el rostro de Nathan. Estaba dormido. Su respiración chocaba con la piel de mi cuello. Si Ethan viera esto haría puré a Nathan. Pero en realidad, es quien me encontró y me trajo a casa. El recuerdo del olor a sangre me dió náuseas, recuerdo tener la piel cubierta de eso, pero Nathan lo limpió lo mejor que pudo. Solo tenía rastros en mis manos y por lo que pude ver, en mis piernas. 

Lentamente levanté su brazo para ponerme de pie, Nathan reaccionó de prisa y aún adormilado talló sus ojos y se paró primero.
-Brooke, ¿Estás bien? ¿Te duele algo?- me vió preocupado analizandome de pies a cabeza. Apenada, negué. Debía apestar a tierra, sudor y sangre, aún así me abrazó toda la noche manteniéndome caliente.
-Estoy bien, Nath- sonreí para calmarlo. Asintió y se dejó caer sobre la cama.
-Brooke, necesito que seas honesta- pidió tomando mi mano, acercándome a él.

-¿Si?
-¿Qué sucedió? Más importante aún, ¿Te lastimaron esos hombres de alguna forma?- preguntó preocupado sin soltar mi mano. Se a qué se refería. Claro que lo preocupaba el hecho de que dos hombres me llevaran y después él me encontrara desnuda y con sangre por todos lados.
-No Nathan, en realidad los conozco, me querían cuidar- mentí, no sabía sus intenciones. Pero algo en mi sabía que no podían ser malas.

-¿Cómo los conoces?
-Nath, lo siento, fue una noche muy larga y solo quisiera tomar una ducha.
-Esta bien, iré yo también a tomar una a casa, limpié tus heridas anoche pero veo que sanas rápido- sonrió con tristeza. Vi los raspones en mis brazos y ya casi no eran visibles, abrí el abrigo solo lo suficiente para ver mis muslos, igualmente tenían solo rastros de los moretones. Noté entonces que Nathan al ver mis piernas volteó la mirada nervioso, tonta yo, olvidé que estaba desnuda debajo de este abrigo.

Nathan apenado se puso de pie y soltó mi mano.
-No te preocupes, pude limpiar tus heridas sin ver de más, jamás abusaría de tu confianza Brooke,- hizo una pausa y bajó la mirada a sus manos, -Te veré más tarde, no salgas de casa- fue más una orden que una petición. No quise discutirlo, independientemente de lo que dijera, si yo quería salir. Lo haría. Salí de la habitación y corrí al baño, dejé que la tina se llenara de agua caliente para después entrar en ella. El agua cálida cubría mi cuerpo y juraría que era lo más delicioso del mundo.

BASTA POR FAVOR!- Escuché el grito de un hombre. Mi corazón se detuvo y di un brinco.
-¿Papá?- la imagen de los ojos desesperados de un hombre apareció en mi mente. Como un vago recuerdo. Después veía su brazo en mi boca, sus gritos resonaban en mi cabeza. Eran recuerdos, ese debía ser el hombre que lastimé, era su sangre sobre mi. Me hundí en el agua intentando ahogar esos recuerdos.

Maldita sea. Maldita sea. Maldita sea.
¿Qué hice?

¿Amelie? Amelie, debes estar ahí, por favor dime qué pasó. Pero no tuve respuesta, solo silencio en mi cabeza por primera vez en toda mi vida. 

Me terminé de bañar de prisa, salí de la tina y me cubrí con la bata de baño, salí y fui directo a mi cuarto. Al cerrar la puerta tras de mi, sin un aviso primero, un par de enormes brazos se abalancearon sobre mi. Me abrazó y pegó mi cara a su pecho por incontables segundos. Mi cuerpo entero se derretía, era muy diferente esta sensación a cuando estaba con Nathan. Mi cuerpo respondía, quería más, suplicaba por más. No quería separarme de su calidez.

Me apartó sin soltar mis hombros, sus ojos preocupados me analizaban, con sus manos alzó mi cabeza, me hizo dar vueltas, checando que no tuviera heridas. Ya casi todo había sanado por completo.
-¿Ethan, qué hice?- pregunté mordiendo mi labio, en realidad me daba miedo la respuesta. Ethan suspiró, me llevó de la mano a la cama y me sentó, después con su mano acarició mi cabello húmedo. Me contó lo que hice, la forma en que parecía que fui poseída por algo o alguien, del hombre que lastimé.

Mi Mate AlfaWhere stories live. Discover now