XI

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-¿Qué le pasó?- escuché el eco de la voz de mamá, pronto sentí bajo mis piernas una fría sensación. Mi mano cayó sobre la mesa. Nathan me había cargado hasta dentro de la casa y me reposó sobre la mesa de la cocina. El zumbido estaba parando, también las punzadas en mi cabeza. Pude abrir los ojos e incorporarme. Me recargue sobre el brazo de papá, quien cuestionaba a Nathan.
-Mama- susurré y ella se acercó a mi -Tenemos que hablar.

-Vamos, prometo decirte como está- le dijo papá a Nathan, acompañándolo a la puerta. Se fue protestando, pero entendió al final. Mis padres se acercaron a mi.
-¿Qué está pasando Brooke?- preguntó papá tomando mi mano. La calidez de su piel me hizo sentir segura.
-No lo sé, Nathan me propuso matrimonio y... - es verdad, me propuso y dije que sí. ¿Qué pasó por mi cabeza? Ah si, el recuerdo de Ethan con la chica me hirvió de nuevo la sangre.

-Pero que maravilla- dijo mamá sonriendo.
-No- interrumpí, sintiéndome culpable -El anillo, no se que pasó pero, al verlo me sentí mal, no podía sentir ni el piso, me vino a la mente una imagen, eran tres piedras, una dorada, blanca y...
-Roja- interrumpió ella. Papá y yo la vimos sorprendidos.
-Si, ¿Por qué vi eso?
-Brooke, esas son las piedras por las que murieron...
-Mis...
-Padres biológicos- dijo papá bajando la mirada.

-Pero, ¿Por qué ahora? No tiene sentido, no es como que yo alguna vez las vi, ¿O sí?
-Puede ser, Eliana y Tanlon iban con su alfa a juntas con otras manadas, en algún momento se dividieron las piedras para protegerlas, quizá estuviste presente en eso- mamá hablaba con la voz cortada. El recuerdo de su hermana debía ser suficiente dolor, como para ahora tener que repetirlo. Papá salió de la cocina y regresó después de solo unos minutos con una piedra entre sus manos. La dorada. Parecía una ordinaria, como algo que podría encontrar en el fondo del lago.

-Eliana le dio esto a tu madre para protegerlo, sabía que algún día vendrían a buscarlo- lo extendió acercándolo una hermosa piedra dorada envuelta en oro con una forma de flor. Dudosa lo tomé y de pronto el malestar que aún sentía en mi estómago desapareció, mi cuerpo se sentía fuerte y mi corazón latía con más lentitud. Tener la piedra entre mis manos me hizo sentir algo inexplicable, como si e mundo dejara de existir, casi podía escuchar una voz. Un susurro al oído.

Traela a mí. Decía la voz en una orden, más que una simple petición.
-Necesito respirar- me puse de pié con la piedra en mi mano.
-Brooke, nadie debe ver eso, no sabemos en quien confiar- dice mamá señalando a mi mano. Asentí aturdida. Por primera vez en la vida mi mente estaba en blanco, como si estuviera entre las nubes y no existiera nada más. Papá susurró algo que no entendí e hice mi camino a mi cuarto, introduje la piedra en la bolsa de mi vestido y cerré los ojos recargada en mi puerta. No entiendo nada de lo que está pasando.

-¿Estás bien?- la voz de Ethan me detuvo el corazón unos segundos, verlo aún me hervía la sangre, imaginaba las manos de aquella chica sobre sus brazos.

-S.. Si- mentí, en realidad ni yo lo sabía.
-Claramente no lo estás, ni tú cuerpo aceptó a ese idiota como tú pareja, ve como te pusiste con su propuesta- se burló claramente no entendiendo para nada lo que en realidad pasó.
-Ahora no tengo el tiempo o energía para esto, vete- señalé a la ventana, pero Ethan tomó mi mano y empujó mi cuerpo contra la pared. Sus carnosos labios a solo centímetros de los míos, su mano presionando ligeramente sobre mi cuello, su cuerpo pegado al mío. Sentía la calidez de nuestros cuerpos, algo peligrosamente excitante.

-Creo que no te quedó claro lo que dije ayer- acercó sus labios a mi oreja, su mano aún sobre mi cuello, cerré los ojos al sentir su aliento sobre mi piel. Mordí mi labio evitando soltar algún sonido que le haga saber cuánto disfrutaba esto.
-Ethan- supliqué en un susurro. No segura de si la súplica era para que me besara o se apartara.
-De nuevo, ve como reacciona tu cuerpo conmigo, tu piel sabe que solo quiere sentirme a mi, tu corazón palpita así estando cerca de mi- deslizó solo la punta de su lengua sobre mi cuello. Eso bastó para provocar un huracán en mi pecho.

Pero luego vino a mi mente aquella chica, así que reaccioné tomándolo de la mano que tenía recargada en la pared detrás de mi, la doblé y lo pateé en la entrepierna.
-¡Joder!- exclamó cayendo al suelo de rodillas. Si mis padres escuchaban ya no sólo tendrían que preocuparse por unas piedras.
-Te vi con ella- dije pasando junto a él, me recargue sobre la puerta de nuevo.

-Y yo te vi con él- dijo aún en un gruñido intentando ponerse de pie lentamente. Se recargó en sus rodillas y suspiró.
-Eres un idiota- dije cerrando los ojos, apenas lo conocía pero la idea de verlo o siquiera imaginarlo con alguien más, me arruinaba el humor. No era justo, ni para él ni para mí.
-Y tu eres mía- dijo de nuevo acercándose a mi, quise darle otro golpe con la rodilla pero la detuvo con una mano y se pegó a mi cuerpo, impidiendo que yo hiciera cualquier movimiento. Verlo a los ojos implicaba subir la mirada, no era secreto que era mucho más alto que yo, de perdido una cabeza más. Aún así no podía dejarme intimidar.

De pronto su seductora e irresistible mirada me vio confundido.
-¿Brooke?- dijo y vi en el reflejo de sus ojos los míos, brillando. Dorado, un color vivo y potente. De nuevo sentí una punzada en la.cabeza y en el pecho, como si me hubieran clavado un cuchillo y le dieran vueltas.
-¡Ah!- me quejé cayendo de rodillas al suelo, ¿Qué demonios estaba pasando?
-Carajo- murmuró Ethan y tardé en darme cuenta, pero me tenía sobre sus brazos. Pronto sentí la suavidad de mis sábanas bajo mi cuerpo, pero a la vez, un escalofrío a través de mi espalda.

Devuélvela a mi.

Escuché de nuevo el mismo susurró. Pero mis ojos pesaban, no podía ni abrirlos. La fuerza que tenía en mis manos y brazos se fue. Jamás me sentí tan débil.

-¿Qué le sucede?- si no estaba mal, esa era la voz de Amett, ¿Estaba en mi casa?
-No lo se, sus ojos cambian de color, no reacciona- Ethan no disimuló su preocupación. Mamá debía estar loca con tanta gente en la casa.

-Traela aqui- dijo Luther señalando al sillón, cuando razoné bien, noté que no estaba en casa. Sino en la cabaña de Ethan, ¿En qué momento? Solo cerré los ojos un momento. De pronto ya no sentí los brazos de Ethan bajo mi espalda y piernas, sino la fría piel del sillón. Luther reposó la palma de su mano sobre mi frente.

Ethan se sienta junto a mi y me abraza de los hombros.
-Ni creas que esto te salva de lo que hablábamos- pude decir a duras penas. Veía la silueta de Frech dando vueltas a la cabaña, nervioso.
-Tiene temperatura, muy alta Ethan- dice Luther abriendo un pequeño botiquín en el suelo.
-¿Eso es posible en lobos?- pregunta Frech.
-No- responde Ethan en seco. Sentí de nuevo el escalofrío recorrer por mi espalda, la calidez de los brazos de Ethan pronto desapareció y en su lugar sentí frío.

Cerré los ojos, no aguantaba tenerlos abiertos, como si no hubiera dormido en días. Entonces vi a una mujer anciana con el cabello desmarañado, ropa vieja y sucia, piel cubierta de polvo. Detrás de ella toda una aldea quemada. La imagen era vaga, pero clara.

Mi corazón se detuvo y no vi ni escuché nada más.

***

La piel de mis manos ardía, al igual que mis pies. Mi piel estaba fría y mojada, mis mejillas ardían cuál fuegos. Al abrir los ojos noté que casi no había luz, solamente la que reflejaba la luna y las estrellas. El frío viento soplaba y de los árboles caía nieve y pedazos de hielo junto con hojas secas. Me senté asustada inhalando aire de golpe. 
-¿E... Ethan?- dije en un nulo intento de tener respuesta, -¡Gina!- grité con la esperanza de que me escuchara de alguna forma mágica.

Me puse de pie y entonces sentí aún más ardor de mis pies, tenía cortes en la planta de ambos. En mi brazo rasguños de uñas, moretones a lo largo de mis muslos y abdomen. Todo mi cuerpo dolía y extrañamente, me sentía con mucha energía.

Recordaba el olor de madera quemada y noté que mis heridas no eran tan penetrantes para provocar tanta sangre, entonces no era mía. Sentía el sabor metálico en mi boca, mi único pensamiento fue que yo lastimé a alguien.

Algo hice, no lo recuerdo y estoy sola.

Mi Mate AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora