9. Secretos revelados

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"El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen."

-Rabindranath Tagore.


El no tan indefenso animal tenía un pelaje muy suave y oscuro, Aisa disfrutaba mucho de pasar su mano a lo largo de su cuerpo y sentir como su nuevo amigo exhalaba pequeños gruñidos de satisfacción. Había pasado un día desde el brutal ataque de la planta y el bosque. El animal se encontraba mucho mejor, su herida estaba sanando y cada cierta cantidad de horas, Aisa utilizaba sus habilidades con el agua para limpiarla.

No podía descifrar con exactitud qué clase de animal era. Por su contextura física suponía que era un lobo o tal vez un perro de gran tamaño, aunque su rostro no parecía el de un lobo, más bien el de un felino. Era extraño, pero intrigante y extrañamente tierno a la vez. Y más aún raro eran sus ojos, de un inquietante color azul eléctrico y manchas violetas alrededor del iris. Era sumamente hermoso. Aunque los chicos no opinaban lo mismo, ya que le tenían un poco de recelo por la mordedura que le había causado a Aisa y por el hecho de que casi termina con la vida del pobre Theo.

—¿Qué piensan que es? —preguntó Aisa.

Estaba tan abstraída acariciando al animal frente a ella que no había dicho una sola palabra en toda la mañana.

—Un monstruo... —contestó Theo entre dientes. Tomó el borde de su camisa, a la cual le faltaba el trozo que había arrancado para vendar la herida del brazo de Aisa—. ¿Cómo está tu brazo, florecita?

—Oh, está bien, ya casi no duele, solo si hago mucha fuerza.

—Si tuviera aguja e hilo te cosería la herida, ¿sabes?

—¿Piensas que te dejaría acercarte a mi brazo con una aguja?

Theo río fuertemente al imaginarse a Aisa corriendo para todos lados mientras él la perseguía con la aguja en la mano.

—Pues ahora que lo pienso mejor, no sería una buena idea. Con esa bestia a tus pies te ves muy poderosa.

Al terminar de hablar, el animal, recostado en el suelo con la mirada cansina, pareció recobrar todas sus energías en un santiamén y gruñó con fiereza a Theo, quien se asustó y cayó al suelo sobre su trasero. Aisa no pudo contener la carcajada que brotó de su garganta y su bella bestia se posicionó junto a ella de forma protectora, lamiendo su mano con cariño.

Theo también reía mientras se sobaba sus partes traseras. Pero quien no reía ni había dicho nada desde el día anterior, era su hermano. Jared estaba atravesando por muchas emociones encontradas desde que había visto a Aisa crear ese látigo de agua. Cuando la vio desplegar ese poder, sintió que su alma se salía de su pecho y solo la sintió volver al abrazarla, porque por un segundo pensó que la perdería.

Enojo, tristeza, incertidumbre, lástima... No sabía qué sentía. Lo único que sabía con certeza era que debían hablar, seriamente, los tres.

—Aisa —dijo Jared con voz profunda y desprovista de diversión, interrumpiendo las risas de la joven y su hermano—. ¿Vas a explicarnos que ocurrió ayer? ¿O por qué no nos contaste que eres una Aquam Giants?

Aisa tragó duramente y miró a Jared a los ojos. El cariño que le había mostrado el día anterior al abrazarla estaba presente en ellos, pero había una niebla de confusión y miedo tapándolo. No quería que el gran avance que se había creado el último mes entre ambos se esfumara. Si debía confesarle todo para que confiara en ella, lo haría sin pensarlo dos veces. También pensaba en Theo, que había sido su amigo desde el principio de todo, desde el momento en que se conocieron, y siempre le había profesado completa confianza y protección.

Tierra de gigantes [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora