Epílogo: Recuperando a Gea (parte 1)

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"Todos los seres persiguen la felicidad, deja entonces que tu compasión se extienda a todos."

-Mahavamsa



Aisa se detuvo un segundo bajo la inclemente lluvia, sintiendo cómo las gráciles gotas de agua caían sobre su rostro y el suelo, limpiando todo a su paso. La tierra bajo sus pies estaba húmeda, radiante de vida, mientras las violentas ráfagas de aire fresco y renovador traían consigo el olor a hollín producido por el fuego de varias hogueras, donde la gente se reunía para calentarse.

La Tierra nunca estaría en paz. Los elementos son movimiento, revolución, pero solo pueden sobrevivir unidos, complementándose. La Tierra que pisaba Aisa era un caos, pero Gea finalmente estaba en orden, los elementos habían aprendido a vivir en armonía.

"Los elementos son bondad, no guerra; somos uno, no cuatro; somos fuerza y somos Gea." Reflexionaba el líder de Terra Giants, observando la hermosa postal que se desarrollaba frente a él.

—Jared —lo llamó una dulce voz femenina a sus espaldas, interrumpiendo sus pensamientos. Él, habiendo reconocido su voz, volteó a ver a Aisa con una sonrisa—, vamos, los niños te esperan.

Miró a Aisa atentamente durante algunos segundos, observando con detenimiento el nacimiento de su lacio cabello castaño, la delicadeza de sus facciones, y sus hermosos orbes cafés, en los cuales solía perderse. Casi no había cambiado nada en los seis años que habían pasado desde que la conoció.

Aisa sonrió al ver la forma en que Jared la miraba, y luego, haciéndole un gesto con la cabeza, ambos comenzaron a caminar el uno al lado del otro. El temporal, la tierra húmeda bajo sus pies, el rojo del fuego y la proximidad entre ambos, formaban una atmósfera de completa paz, sin importar lo mucho que la naturaleza se manifestase a su alrededor.

Disfrutaron de la comodidad de caminar juntos, observando felices cómo, finalmente, y sin necesidad de un sacrificio humano, la vida comenzaba a resurgir en Gea. Se encontraban en Brasil, un territorio que solía ser estrictamente gobernado por elementalistas tierra hace algunos años; Y el cual también, muchos años antes, había sido dueño de una preciosa y selvática vegetación, la cual comenzaba poco a poco a recuperarse.

Finalmente, los hermanos sí habían logrado regresar a su continente natal, estableciéndose rápidamente en el lugar en el cual desembarcaron luego de un arduo viaje de casi dos meses, al cual solo sobrevivieron ayudados por los víveres y las habilidades de los Aquam Giants que en algún momento fueron sus enemigos.

Al llegar, notaron que no quedaba nada de lo que alguna vez había sido la selva amazónica, y se encontraron en un páramo que derrumbó terriblemente sus expectativas. Sin embargo, durante sus seis años de estancia en el lugar, poco a poco, habían ido encontrando sobrevivientes de todos los elementos, y juntos habían logrado traer nuevamente algo de vida a su hogar.

A medio camino de llegar a donde estaban los niños, la figura de Theo corriendo hacia ellos apareció en la visión periférica de Aisa. El joven, de ahora veintidós años, se detuvo justo frente a Aisa, y luego de pronunciar un alegre "¡Hola, amor!", la alzó en el aire.

—¿Cómo estás? ¿No has sentido alguna molestia con el embarazo? —le preguntó, para luego volver a depositarla en el suelo, apegándola a él.

Aisa se detuvo un segundo para mirar a Jared. Sus ojos se encontraron durante un par de segundos, logrando que ambos se dijeran todo sin decir palabra. Ella amaba a Theo, pero también amaba a Jared de una manera que muchas veces le resultó confusa e intensa, de una manera que jamás alcanzaría a comprender.

Tierra de gigantes [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora