Su nombre es Hazael

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El teléfono de la casa Stilinski sonó a las dos de la mañana cuando nadie más que Stiles y Parrish estaban despiertos. Uno porque necesitaba con urgencia helado y el otro porque hacerle compañía a su hermano embarazado siempre le traía algo bueno, como la hamburguesa del otro día con malteada de chocolate que disfrutó tanto y que si cierra los ojos todavía la puede saborear.

-Contesto –Dijo Parrish colocando una mano en el hombro de su hermanito antes de levantar la bocina y susurrar un leve 'Diga' sin siquiera fijarse en el número del cual estaban llamando.

-¿Está Stiles? –El rubio puso los ojos en blanco como acto reflejo porque solamente Derek Hale llamaba a las dos de la mañana y preguntaba si estaba su hermano. ¿Dónde más podría estar a esa hora?

-Nah, tomó su chaqueta y dijo que se iba a Narnia, algo sobre el rey Edmund necesitando un hot dog –Respondió de la forma más descuidada que pudo volviendo a hundir su cuchara dentro del bote de helado.

-¿De verdad? –De nuevo puso los ojos en blanco. Ese crío era algo extraño, muy rudo con su ceño fruncido y esa forma de cuadrar los hombros que había aprendido de Peter, pero a veces era tan pero tan tonto que le costaba creer que hablaba con el mismo Derek Hale que tenía idiotizado a su hermanito.

-No, Derek, Stiles está aquí al lado de mi mirándome con esa cara de Bambi que odio y... ¡Dame esa galleta! –Stiles abrió mucho los ojos soltando la última galleta de limón que quedaba en la caja –Te habla tu novio.

Parrish le entregó el teléfono y volvió a la cocina con su bote de helado y su galleta. A veces él mismo odiaba la forma en la que se comportaba, como si toda su vida girara en torno a la comida, se iba a poner gordo como el mamut de la Era de Hielo. De hecho era todo un logro que aun pudiera entrar en su toga y ni que decir de los jeans que usaba antes. Le apretaban en las piernas, no le cerraban y su madre le había dado unos que tenían la parte frontal con tela suavecita y elástica.

-¡Derek! –El rubio rodó los ojos de nuevo al escuchar la alegría que imprimía Stiles en cada frase cuando se trataba de Derek. –Deberías estar dormido, tendrás ojeras –Se quejó Stiles ignorando los ruiditos que hacía su hermano mayor en la cocina.

Algún día se acostumbraría a verlo comer de todo sin limitarse, por lo pronto estaba dispuesto a disfrutar todo lo que pudiera.

-Quería decirte algo –Susurró el lobezno intentando sonar tranquilo.

-¿Algo malo? ¿Tienes pesadillas? ¿Estás nervioso? No va a pasar nada, solamente estaremos ahí sentados con esos trajes de Oswald Cobblepot mientras Peter y Jordan reciben su reconocimiento por haber terminado la escuela secundaria, no es que nosotros no lo vayamos a hacer algún día, aunque tú serás primero, eso es una clase de trampa... -Terminó de decir el más joven tras escuchar una risita del otro lado del teléfono -¿Entonces?

-¿Entonces qué? –Preguntó Derek aun con la sonrisa reflejada en sus palabras.

-Tu llamaste y dijiste que tenías algo que decirme –Stiles se acomodó en el sofá sabiendo que tal vez esa conversación iría para largo a menos que Talia Hale o su propia mamá se levantara y los mandara a dormir.

-Si –Derek alargó la sílaba –Te quiero.

-¿Eh? –Stiles ladeó el rostro como un perro confundido o como un pájaro curioso. Las dos descripciones valían cuando se trataba de él.

-Te quiero –Repitió el lobo –Por eso llamé.

-Pudiste haber esperado a mañana –Dijo Stiles bajito, intentando que el sonrojo y los nervios no se le notaran en la voz.

-Era mucho tiempo –Derek volvió a sonreír.

-Yo también te quiero –Parrish dejó la cuchara a medio camino entre el bote de helado y su boca.

¿Por qué Peter no podía llamarle a las dos de la mañana para decirle que lo quería? Resopló molesto, confundido y hasta un poco herido. Un par de críos mucho menores a ellos tenían una vida romántica mucho más activa que ellos. Incluso, si se ponía a pensar, ellos nunca tuvieron una vida romántica, siempre todo fue muy brusco y un poco seco.

-Te veo en unas horas –Dijo el lobo haciendo que Stiles brincoteara en el sofá tal y como lo estaba haciendo su pequeño corazón.

-Sueña bonito –Dijo el niño de once años sosteniendo el teléfono un poco lejos de oreja –Te quiero mucho, Smoochie poo.

Parrish soltó una carcajada sin poder contenerse.

Su hermano era como la crema de cacahuate andante, hasta podía imaginarse el sonrojo y el ceño fruncido en la adorable carita de Derek Hale.

-¿Smoochie poo? –Le preguntó a su hermano cuando entró a la cocina, llevando todavía esa sonrisa enorme que casi nunca se quitaba. -¿Y tú que eres? ¿Cuchurrumin?

Stiles se sonrojó hasta las orejas y entornó los ojos.

-Por lo menos yo no soy Ángel de luz –Dijo el más joven tratando de imitar la voz de Peter.

-Oh sí como... ¡AH! –Arriba se escuchó un trasteó como si alguien se cayera de la cama y luego una puerta cerrándose a toda prisa. -¡Ya sé! ¡Ya sé! –Gritó Parrish dejando su bote de helado -¡Se va a llamar Hazael! Mi bebé se va a llamar Hazael. Eres un genio, Stiles.

-¿Pasa algo? –Preguntó John Stilinski mirando a sus dos hijos.

-¡Ya tengo nombre para mi bebé! –Repitió Jordan besando la mejilla de Stiles de forma descuidada. –Debo llamarle a Peter, con permiso.

Se abrió camino entre sus dos padres y tomó el teléfono que Stiles acababa de soltar para poder llamarle a su novio. A nadie le importaba que estuviera haciendo turno en la comisaría siendo el mandadero de quien estaba a cargo, mucho menos a él porque Parrish ya tenía el nombre de su hijo y todo era azul brillante o de colores.



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