Una nueva vida en América

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Con solo diecisiete años, Eleazhar Zadi decidió que, ni bien terminara sus estudios en el colegio muggle al que asistía, se marcharía a Norteamérica para cambiar de aire, sacar una carrera universitaria sin tener que encontrarse continuamente con personas a las que detestaba y sobre todo, olvidar su maldito origen.

Maldito, no porque llevara una vida infeliz o carente de alguna cosa, sino maldito a causa de la maldición que por culpa de su tatar tatara tatara abuelo portaba en su sangre. Y no era que le molestara no tener poderes mágicos, nunca los había tenido ni le habían hecho falta, sino porque era consciente de que era un paria entre los suyos.

Con suerte, sus hermanas habían conseguido novio, gracias a su estancia en esa dichosa escuela de la que siempre hablaban, y a la que no había sido invitado a asistir.

Ellas, libres de la mentada maldición, habían cursado lo que para él era la secundaria, en el prestigioso Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Las tres muchachas, eran muy vanidosas, muy femeninas y criadas totalmente a la antigua. Esto a pesar de que su padre había contraído matrimonio con una adolescente fugitiva que llevaba a la mayor de ellas en su vientre al momento de hacerlo.

Las bellas Annabel, Dolores y Emilse, estas dos últimas gemelas, se habían graduado en su momento, provenientes de la casa Ravenclaw.

La mayor se había casado con su novio de la escuela, Sebastián Chambers, apenas egresada. Esto, porque en el mundo mágico se alcanzaba la mayoría de edad a los 17 años y con solo tres o a lo sumo cinco años de especialización en la carrera que desearan seguir, ya podían ejercer con título legalizado por el Ministerio de Magia (suerte de magos, según su hermano Balthazar). De modo que no era extraño que en el mundo mágico, los jóvenes contrajeran nupcias al salir del colegio o poco tiempo después.

Chambers era un niño rico, de modo que Annabel se convirtió en un ama de casa de alta sociedad y dedicaba su vida a decorar y re decorar la casa donde residía con su esposo. Esto hasta que nació Angelie, su única hija.

Las gemelas Dolores y Emilse en cambio, se habían apasionado por la historia de la magia, una y el cuidado de criaturas mágicas la otra. Y tan solo después de recibir sus respectivos títulos, aceptaron contraer nupcias con dos muchachos, amigos entre sí, hijos de medimagos a los que no les interesaban para nada las pociones ni nada que tuviera que ver con la sanación.

Estos dos jóvenes, de apellidos Corner y Edgecomb respectivamente, no eran de la aristocracia como el yerno mayor. Pero tenían buena reputación, ya que sus familias se codeaban con miembros importantes del Ministerio de Magia.

De modo que, el señor Zadi, se consideraba satisfecho por haber dado buena crianza y haber casado bien a sus tres hijas, que por lo demás, amaban a sus esposos y eran muy felices con ellos.

Los varones en cambio, se habían habituado al mundo muggle. De modo que, en cuanto Balthazar, el hijo más joven, terminó el colegio y cumplió la mayoría de edad, decidieron que era tiempo de viajar al otro lado del océano, pese a los ruegos de su afligida madre.

Y ya teniendo todo resuelto y decidido qué hacer con sus vidas una vez que llegaran a esa tierra desconocida, prepararon su equipaje (en realidad fueron los elfos domésticos), se despidieron de su familia, se subieron al avión que los sacaría de Inglaterra, quien sabe hasta cuándo y llegaron a California un soleado día de fines de verano, para iniciar una nueva vida y dejar definitivamente atrás, ese mundo del que habían sido marginados.

Y ya teniendo todo resuelto y decidido qué hacer con sus vidas una vez que llegaran a esa tierra desconocida, prepararon su equipaje (en realidad fueron los elfos domésticos), se despidieron de su familia, se subieron al avión que los sacaría de I...

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Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora