La maldición de los Zadi, segunda parte.

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Querido diario:

Me marcho a Hogwarts con una serie de sentimientos encontrados que casi no me dejaron dormir en estos últimos días. Ni siquiera pudimos disfrutar del banquete de Año Nuevo por causa de mi hermana, que se la pasa llorando por los rincones, como si en vez de anunciarle que tendría un hijo varón, el doctor Rawson le hubiera dicho que el bebe será deforme, o que tiene alguna enfermedad incurable.

¿Y que, si resulta ser un Squib? Nosotras provenimos de una familia de magos sin magia que han sabido llevar una vida normal y de hecho, de no ser porque papá lo es, ni mí hermana ni yo existiríamos.

Para mí, sigue siendo y será siempre mi sobrino adorado, y si tiene que llevar una vida muggle, tampoco es el fin del mundo

Estuve tentada de contarle a Cynthia las teorías de Charlie, pero prefiero callarme la boca hasta tener la seguridad de que no esté en un error. No quiero darle falsas esperanzas, aunque la veo muy afectada, lo mismo que a mi cuñado quien pese a todo, se siente orgulloso de que el apellido Davies no se extinguirá después de todo.

En cuanto lleguemos a Hogwarts, hablaremos con el profesor Lupin ( Charlie insiste en buscarlo en la primera clase del lunes). Eso, si es que no está de licencia una vez más.

Nos vemos en el colegio.



Después de suplicar por casi dos horas, Aliccie logró convencer a su padre de que la llevara a Kings Cross, luego de herir su orgullo al insinuar que se estaba volviendo un temeroso del volante, ahora que llegaba a la vejez, y porque desde hacía muchos años, era Cecilia quien lo trasladaba hasta Lombard Street, que era donde funcionaba su despacho.

Acabó convenciéndolo de que condujera el Mercedes que ella, después de todo, no usaría hasta julio. Y de esa forma, la ayudó a cargar su bolso y la transportó hasta el expreso de Hogwarts.

Durante el trayecto, comenzó a interrogarlo sobre el pasado familiar y las razones por las cuales ni él, ni Wladimir, ni el bisabuelo Balthazar había hecho nunca el intento de buscar la forma de acabar con la maldición. Y así, terminaron enfrascándose en una importante charla, mientras su padre escuchaba en el auto estéreo lo que Aliccie consideraba música de otros tiempos.

― Yo te llevo a tomar tu tren, pero la música corre por mi cuenta le dijo, subiendo el volumen la romántica canción, interpretada por una de sus bandas favoritas que, según la apreciación de Aliccie, estaba bastante pasada de moda.

―La buena música nunca pasará de moda― alegó, mientras entonaba el tema del dúo compuesto por un cantante australiano y otro inglés, que en alguna oportunidad se había dado el gusto de conocer en un concierto en Pasadena, cuando servían de teloneros de otro gran artista.

― ¿Y a qué viene el tema? ―preguntó, cuando la balada acabó. Aliccie pensaba muchas veces que en ciertos aspectos, su padre jamás había madurado― Entiendo que para ustedes no debe ser agradable que se incorpore otro Squib a la familia. Pero para mí, el hijo de tu hermana seguirá siendo mi nieto y no lo querré menos.

― Creo que nadie lo querrá menos por esa razón― refutó Aliccie―. Y es precisamente por eso que están todos consternados. Cynthia y las tías piensan que Daniel sufrirá mucho cuando se percate de su diferencia con el resto de la familia, así como ocurrió contigo. Y piensa que al igual que tú, llegado el momento, su hijo terminara emigrando también a Norteamérica.

― Tu hermana dice tonterías, porque está sensible y porque teme que la familia de su esposo la culpe directamente― dijo Eleazhar, bajando el volumen de la música y dando a entender que su humor se había ensombrecido―. Pero cuando tenga a su hijo en brazos se olvidará de todo. Ya verás.

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora