Zachery

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Querido diario:

No me siento muy animada el día de hoy. Sé que tendría que ser el mejor día de mi vida puesto que he cumplido diecisiete años. La casa está llena de gente y de un momento a otro llegarán mis amigos y también Fred y George, a quien mis padres tenían mucho interés en conocer después de todo lo que les he contado sobre ellos.

Pero sigo mal después de la visita al cementerio y me pregunto por qué la vida tuvo que ser tan injusta conmigo.

Hay un dicho que reza que "Quien la hace, la paga" y en eso concuerdo. Pero aun así no me siento satisfecha.

Me pregunto una y otra vez, por qué si nunca le he hecho daño a nadie, todo lo malo me tuvo que suceder a mi.

¿Por qué hacer mofa de mi aspecto? ¿Por qué considerarme una anormal por gustarme el estudio, las cosas bien hechas y por escribir con la mano izquierda? ¿Y con qué derecho burlarse y acosarme?

¿Qué fue lo que les hice a Zachery Kweller y sus compinches, para que hicieran lo que me hicieron? ¿Acaso pensaron alguna vez que me harían tanto daño tan grande? ¿Les importó en algo haber arruinado mi vida? ¿En qué se beneficiaron con ello?

Sé que no debería llorar. Estoy vestida y maquillada para bajar a mi almuerzo de festejo, y todos esperan verme feliz y radiante. Todos esperan con ansias el momento de verme utilizar la varita y actuar como la bruja que soy,

Te dejo por ahora y procuraré retocar el maquillaje sin que se estropee. Ahora que por fin mamá no me pone restricciones quiero lucir bien, verme más adulta, como la persona mayor de edad que soy ahora. Aunque por dentro quisiera seguir siendo esa niñita inocente, que soñaba con cuentos de hadas y el príncipe azul. Cuya única preocupación era obtener buenas calificaciones y estar cerca de mis abuelitos.

Esa pequeña que pensaba que el amor era más poderoso que cualquier cosa y que como nunca le hacía daño a nadie, nadie me lo haría a mí.


El tren terminaba de entrar en Kings Cross y Aliccie continuaba con dolor de cabeza.

Había sido un error beber la tercera cerveza de mantequilla la tarde anterior en Hogsmeade y peor aún, haber pedido una cuarta mientras escuchaba las teorías de su amigo respecto a la maldición de los Zadi. Chuck le había advertido que aunque esa bebida era muy suave, no dejaba de ser embriagante si se tomaba en exceso, pero Aliccie lo había ignorado.

Valery, Marie Anne y los hermanos Spencer entraron en Las Tres Escobas ante la tardanza de sus amigos y se sentaron a esperar a Aliccie que se encontraba en el sanitario. Habían pasado casi diez minutos y entonces las chicas decidieron ir a buscarla pues les parecía que se demoraba.

Aliccie se había sentido perfectamente hasta ponerse de pie y entrar en los baños. Pero entonces descubrió que apenas podía sostenerse en pie y se maldijo por haber ignorado a Chuck.

Estaba borracha, no había duda. Era la primera vez en su vida que había tomado más de una cerveza de mantequilla y sentía que todo le daba vueltas.

Al dejar del cubículo se dirigió a los lavamanos casi a tropezones y comenzó a sentir miedo. Estaba consciente de que no podría salir de allí por sus propios medios, pero también le aterraba la idea de que alguien la viera en ese estado. Así que se quedó de pie, luego de mojarse la cara y el suéter azul que llevaba puesto, y esperó inútilmente a que se le pasara el mareo.

De pronto cayó en la cuenta de que se encontraba frente al mismo lavamanos en donde la había interceptado Amy Lovejoy en su visita anterior. Y recordó también sus revelaciones, sus palabras y toda la rabia que estas le habían provocado. Recordó lo mal que la había hecho sentir y también la enorme decepción que Snape le había causado.

Siete Años en Hogwarts.Where stories live. Discover now