6. ¿Celos, Kakashi-sensei? ¡Ino aparece!

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Sakura...—susurró Kakashi, mientras la aseguraba fuertemente contra él.

Era la quinta vez al menos, que sentía su estómago retorcerse ese día. Su percepción visual jugaba con una realidad que sabía no podía ser cierta. Todos sus sentidos le mentían mientras ella luchaba por no dejarse caer en aquella ilusión ¿Cómo podía ganar la batalla cuando su mayor contrincante era ella misma?

La brisa caliente removió sus cabellos al mismo tiempo que le llevaba hasta los oídos un susurro profundo—: Sakura.

Esa manera de decir su nombre...

Sakura. —El tono de advertencia había quedado atrás, ahora todo lo que se distinguía era un gruñido oscuro y posesivo junto a una mirada avasallante.

El fuerte agarre en sus muñecas comenzó a quemarla. 

—¿Escuchaste lo que dije?

—Sí —mintió. Esa voz que se paseaba a su alrededor no había conseguido sacarla de sus cavilaciones. Por el contrario, le recordaban el motivo de las mismas y la alteraban. Su corazón latía al ritmo de un tambor que reflejaba el curso de sus agitados pensamientos, pero por nada del mundo dejaría que él lo notara.

Inmediatamente, dos oleadas de llamas negras se abrieron paso a su alrededor, dejándola atrapada en un sofocante círculo oscuro, que contrastaba enormemente con el cielo teñido de rojo sangre. Sakura apretó los dientes y miró de frente al Kakashi que la sujetaba, su Sharingan resplandecía impertérrito. De golpe, las flamas se cernieron todavía más sobre ellos y tuvo que dar un salto hacia atrás para evitar que la alcanzaran.

—¿Entiendes por qué es importante... —empezó a preguntar con aquella voz sombría, mientras su figura desaparecía entre las hambrientas llamas negras que parecían devorar pedazos de su imagen y arrojarlos al viento—...que te calmes? —Inmediatamente después de que Kakashi desapareciera por completo, Sakura sintió no sólo el dolor de las quemaduras de sus muñecas expandirse por ambos brazos, sino también una tibieza crecerle desde el vientre hasta su pecho y luego convertirse en un vapor caliente que se abrió paso hasta por el más pequeño y último de sus poros.

Hizo una mueca.

Apretó los párpados y se desplomó de rodillas en el centro del círculo cuando no pudo soportarlo más. El ardor empezaba a calarle los huesos sin piedad.

 —Si sabes que no puede quemarte, no te quemará. —Escuchó, mientras perdía la mirada entre la hipnotizante danza de aquella extraña fogosidad negra. Su respiración se volvió incómoda, entrecortada y difícil. Estaba intentándolo muy duro, pero no era fácil matizar el dolor. Las nefastas flamas a penas se mantenían a raya.

—No es suficiente sólo con soportarlo. —Dijo Kakashi. El suelo bajo sus pies comenzó a ablandarse entonces, sus piernas comenzaron a hundirse, primero lentamente; luego, cuando la humedad comenzó a empaparla, en menos de un segundo se vio sumergida totalmente en un frío cuerpo de agua.

—Aquí yo controlo cada cosa que ves y cada cosa que sientes, manipulando el mundo a tu alrededor, jugando con tu percepción —seguía diciendo. En este punto, burbujas de aire escapaban involuntariamente, Sakura se apretaba la boca para evitarlo pero sin suerte. Sus pulmones, faltos de oxígeno, habían comenzado a reaccionar encendiendo todas sus alarmas mentales—. Lo puedo hacer porque tú me lo permites, porque no te concentras lo suficiente. —La voz se endureció—. Concéntrate.

La últimas reservas de aire escaparon violentamente del cuerpo de Sakura, al tiempo que ella abría los ojos desesperada.

—Respira. —Escuchó, pero su cuerpo no la dejaba hacerlo por más que su cerebro hiciera eco del comando—. Debes obligarte a respirar de ser necesario.

Su Más Bella SonrisaWhere stories live. Discover now